La creciente necesidad de controlar y regular el acceso de niños, niñas y jóvenes a internet ha situado las nuevas tecnologías en el centro del debate educativo. Mejorar la relación de las nuevas generaciones con los dispositivos conectados y transmitirles un correcto uso de estas es una responsabilidad compartida entre las familias, los educadores y también las empresas tecnológicas. Todas las partes deben aportar y apoyarse mutuamente para potenciar los beneficios de la digitalización, al mismo tiempo que limitan posibles amenazas o peligros.
En España, la apuesta por la introducción de nuevas tecnologías en las aulas y su uso en el ámbito educativo se ha generalizado. Escuelas, institutos y universidades utilizan equipos individuales para potenciar las competencias de los alumnos y mejorar el seguimiento por parte de los docentes. La tecnología en las aulas debe ser una aliada poderosa para ayudar a los estudiantes a aprender, comunicarse y colaborar de manera efectiva, pues tiene el potencial de aportar un sinfín de beneficios para la educación. Sin embargo, también existen ciertos riesgos y, por ello, es esencial tomar precauciones en su aplicación y utilización.
En ese sentido, familias y educadores se presentan también como figuras clave para que los menores comprendan cómo sería un correcto uso de los ordenadores, tabletas u otros dispositivos, en cada momento. Asimismo, se deben dejar claros los límites en cuanto a tiempo de utilización o funcionalidades. Las nuevas generaciones no conciben un mundo sin acceso a la tecnología o a internet, por lo que es esencial definir un marco claro desde el primer momento.
Las familias deben ser las primeras en regular el uso. Transmitir el valor de los dispositivos para fomentar que los niños y las niñas los cuiden, explicar sus funciones y cómo utilizarlas y, esencialmente, liderar con el ejemplo. Los más pequeños pueden ver el ordenador o tableta como un juguete más, pero deben aprender que también es una herramienta que les ayudará a aprender y crecer. Además, enseñarles cuál es el correcto uso de los asistentes virtuales o, más recientemente, de la inteligencia artificial, les puede ayudar también a desarrollar una comprensión global de la utilización de la tecnología.
Al ser el espacio donde se trabaja el aprendizaje, además de un punto donde coinciden y se relacionan los estudiantes, las escuelas deben reforzar estos principios, centrando además al máximo el uso de los dispositivos a las funciones educativas. Mostrar las distintas posibilidades que ofrecen los ordenadores en cuanto a colaboración o desarrollo de proyectos ayudará a la formación de los alumnos, preparándolos para las tareas que pueden afrontar en su futura carrera estudiantil y profesional.
Al mismo tiempo, también desde el centro, es importante apoyar a las familias en la toma de decisiones relacionadas con la compra de dispositivos.
Indicar cuándo un portátil es necesario y los modelos más adecuados a nivel educativo permitirá a los padres y madres afrontar las compras con más conocimiento y hacerlo de una forma eficiente. Pues es la escuela la que conoce de primera mano la realidad y las necesidades de sus aulas. En este punto es esencial disponer de una oferta variada y adaptada a las necesidades según la etapa estudiantil, por lo que también los fabricantes tienen un papel crucial ya que deben comprender y adaptar sus equipos a las peticiones tanto de los educadores como de las familias y los estudiantes.
Durabilidad y robustez son atributos esenciales a cualquier edad, pero especialmente en primaria. Ofrecer hardware diseñado para soportar el uso de niñas y niños, a menudo poco cuidadoso, es también un aspecto importante para tener en cuenta. De la misma forma, los dispositivos deben estar adaptados a sus necesidades y habilidades tanto de utilización como de escritura.
Los dispositivos 2 en 1 que combinan tableta y portátil, con una pantalla táctil y un teclado flexible, se presentan por ejemplo como la mejor opción en este caso. Por otro lado, y más importante si cabe, deben ofrecerse opciones de control parental y de limitación de uso, todas ellas fácilmente configurables y fiables. Medidas que aportan tranquilidad a los tutores y promueven la eficiencia y el buen uso al mismo tiempo que protegen al joven usuario.
Así pues, educar y tomar medidas sobre el buen uso de la tecnología es posible. Pero solamente conseguiremos resultados positivos si implicamos a todas las partes en el uso y aplicación responsable de la tecnología, intentando además aprovechar todo su potencial. La informática puede democratizar el acceso a los conocimientos y a la educación, así como adaptar los contenidos y formatos de aprendizaje a las necesidades e intereses de cada alumno, pudiendo proporcionar además un seguimiento detallado a los docentes del proceso y su evolución.
Pero hay que hacerlo, y hacerlo de forma coordinada. Pues educar en el uso responsable de la tecnología debe ser una prioridad para la sociedad si queremos garantizar buenos hábitos y una mejor formación para las presentes y futuras generaciones.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de la Educación 2024.