El Índice Global de Brecha de Género es un indicador que permite medir las brecha salarial de género entre los 142 países que participan. En nuestro entorno y contexto, podemos revelar que el valor de este índice para la Unión Europea es del 70,2% en el año 2022.
España alcanza un 79% en este ranking para ese mismo año, ocupando la sexta posición a nivel europeo, por detrás de países como Finlandia (86%), Suecia (82%), Lituania (80%), Irlanda (80%) o Alemania (80%).
Existen muchos datos no siempre conciliables sobre la brecha salarial en España. Según el INE, la brecha salarial general por salario ascendería hasta el 25,7% en el año 2021, concretamente las mujeres percibieron de media ese año 5.006 € menos que los hombres. La media europea para ese año 2021 fue del 12,7%, sin que el Parlamento Europeo haya ofrecido su traducción en euros.
La brecha salarial general compara todas las retribuciones obtenidas por hombres frente a las obtenidas por las mujeres. No se trata de una comparativa en puestos de trabajo equivalentes, sino una comparativa general.
En España, existen dos herramientas legales que pretenden combatir la brecha salarial. Se trata de los Reales Decretos 901/2020 y 902/2020, que regulan los planes de igualdad. Estos planes son a día de hoy, obligatorios para todas aquellas empresas que cuenten con más de 50 personas en su plantilla. Su objetivo es detectar desigualdades entre hombres y mujeres en varios planos esenciales de la empresa: selección de personal, promoción, retribución, entre otros.
Con muchísima frecuencia observamos que el origen de la brecha general radica en la distribución de los sexos en la estructura jerárquica de la empresa. Si tomamos como referencia una estructura piramidal propia de la mayoría de empresas, a menudo comprobamos que la base de esta pirámide tiene una composición equilibrada de hombres y mujeres (siempre y cuando (cuando la empresa no pertenece a un sector claramente masculinizado o feminizado), con pocas barreras de acceso al empleo, sobre todo entre personas jóvenes.
Sin embargo, conforme nos acercamos a la cúspide, comienzan a desaparecer las mujeres de la pirámide. Una de las causas de esta realidad sería el techo de cristal que impide que las mujeres accedan a puestos altos con las mismas oportunidades que los hombres.
El problema aporta la solución. Si las mujeres comienzan a tener una presencia equilibrada en todas los tramos jerárquicos de las empresas, la brecha salarial se diluirá orgánicamente, igual que se generó. Todo ello, partiendo de la premisa de que con carácter general (salvo excepciones más propias de otro siglo), no existe brecha salarial entre hombres y mujeres que ocupan el mismo puesto de trabajo o esta se circunscriba a casos muy concretos.
La brecha salarial de género no solo afecta a la justicia social, sino también al crecimiento económico. Según estimaciones de la Comisión Europea, reducir esta brecha podría aumentar significativamente el PIB de la UE. En el año 2022, se proyectó que eliminar la brecha salarial podría impulsar el crecimiento económico en un 10% para el año 2050, lo que subraya la importancia de abordar esta desigualdad.
Sin embargo, según el Foro Económico Mundial, serían necesarios 134 años para conseguir la igualdad salarial real entre hombres y mujeres. A este ritmo, el avance del PIB tendrá que esperar, al menos, hasta el próximo siglo.
Consulta más información responsables en las publicaciones Corresponsables.