En los últimos años, especialmente con la situación que se vivió durante la pandemia, la sociedad es cada vez más consciente del problema que supone la soledad no deseada. Es un fenómeno que las personas viven según su percepción sobre la falta de relaciones o la insatisfacción por las que tiene. Si bien, los últimos estudios demuestran que esta problemática se puede dar a todas las edades, la soledad no deseada de las personas mayores es una problemática muy presente y que necesita una actuación firme para evitarla y no convertir la vejez en una etapa de aislamiento y tristeza.
A pesar de que es complicado medir estadísticamente un sentimiento como el de la soledad, las cifras de personas mayores que viven solas, un factor que multiplica las posibilidades de sufrir soledad no deseada, son una clara señal de la magnitud del problema: en España, más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas.
Factores
Hay muchos factores que pueden provocar el sentimiento de soledad, algunos de ellos están estrechamente relacionados con la etapa de la vejez. Desde la pérdida de autonomía física, que, en muchos casos, implica la pérdida de capacidad de decisión, hasta factores culturales como la discriminación por motivo de edad (edadismo). También se tiene que tener en cuenta que, en una sociedad que da mucho valor a la posición laboral y económica, la jubilación puede implicar la reducción de este valor y el aumento del aislamiento.
Además, la pérdida de pertenencia, relacionada con la falta de espacios para que las personas mayores participen, los factores demográficos, con el incremento de la esperanza de vida y la falta de oportunidades de interacción intergeneracional o la brecha digital, que ha provocado que la distancia entre generaciones aumente considerablemente, son otras de los factores que hacen de la soledad no deseada un problema muy vinculado a las personas mayores.
En las personas con Alzheimer o alguna otra demencia la soledad no deseada se agravia por la disminución de las capacidades asociadas a la enfermedad, que los reduce también la habilidad de llevar a cabo actividades y participar en ofertas de ocio con otra gente. Además, la dificultad para relacionarse con la persona afectada cada vez es mayor repercutiendo la comunicación directa y provocando desorientación y cambios de comportamiento, entre otros. El reto que genera comunicarse con una persona afectada crea cierto rechazo a su entorno, provocando más aislamiento y soledad.
Aun así, la sociedad en general no está lo suficiente informada ni concienciada sobre las demencias y la vulnerabilidad de las personas que la sufren. Esto provoca, por un lado, falta de interés y empatización por el colectivo, situaciones de abandono y déficit de curas, y por el otro, que los familiares que sí que asisten a las personas afectadas, lleven a cabo curas, pero no estimulen la interacción con otras personas ni se relacionen el tiempo que necesita la persona en cuestión.
Consecuencias
La soledad va mucho más allá de sentirse sol o suela. El impacto que tiene sobre la salud de las personas que la sufren es muy perjudicial y los problemas derivados de esta realidad provocan situaciones realmente preocupantes.
La relación con otras personas permite mantener aptitudes comunicativas más tiempo y es sabido que cuanto más extensas son las relaciones sociales de una persona mayor, es más sana y feliz. Este beneficio es especialmente importante por las personas mayores que sufren Alzheimer o alguna otra demencia, porque está demostrado que la soledad produce un deterioro cognitivo y funcional que se relaciona directamente con riesgo de desarrollar. Los efectos pueden incluir la afectación en la velocidad de procesamiento, de la memoria inmediata y el recuerdo.
Otro de las consecuencias más graves que tiene la soledad no deseada entre este colectivo es el maltrato. Primero porque tal como hemos dicho, puede haber un abandono de las curas, pero también porque el aislamiento ha evocado a la persona dependiente a una situación de riesgo de exclusión social y, además, de alto riesgo de aprovechamiento. La situación de dependencia y la pérdida de capacidades lo hacen doblemente vulnerable.
En Alzheimer Cataluña Fundación cuentan con el Proyecto Motor, un plan de trabajo dedicado a detectar y abordar situaciones de maltrato de manera ágil, precoz y efectiva. Un equipo experto lidera el proceso potenciando el trabajo en red en el ámbito comunitario y restaurando el daño de la persona afectada a través de la acción terapéutica, la mediación y el asesoramiento.
Con todo esto, incidir sobre la problemática social que es la soledad no deseada entre las personas mayores es más necesario que nunca. Amigos de los Mayores trabaja con más de 3.000 personas voluntarias, para acabar con esta realidad. Lo hacemos a través del acompañamiento emocional presencial y telefónico y también organizando actividades de socialización.
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