Esta entrevista forma parte de la Revista Corresponsables 77: Especial ODS18.
En esta entrevista, María Gómez, Directora de Comunicación de Aena, habla sobre la importancia de añadir un «ODS 18» a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, enfocado en garantizar una comunicación eficaz que movilice a la sociedad hacia estos objetivos globales.
A través de su experiencia, Beatriz Toribio reflexiona sobre cómo la comunicación puede y debe jugar un papel central en la promoción del desarrollo sostenible y en la construcción de una sociedad bien informada.
¿Por qué es necesario un ODS 18?
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nacieron en el marco de las Naciones Unidas por la necesidad de instaurar un modelo que permita a las sociedades progresar de manera justa y equilibrada y así garantizar la preservación del medio ambiente, el crecimiento económico y el bienestar social.
Los 17 ODS, adoptados de forma unánime por los Estados Miembros, son las líneas de acción de ese fin, que se traduce en un poner fin a la pobreza, proteger el planeta y asegurar que toda la humanidad tenga paz y prosperidad en 2030. La aplicación de estos 17 objetivos en ese plazo temporal, configuran la llamada Agenda 2030, con la que Aena está comprometida al máximo, tras integrar estos objetivos en su política y Estrategia de Sostenibilidad.
Desde su aprobación en 2015, los ODS han sido clave para Aena que, como empresa del Ibex35 y gestora de infraestructuras de interés público, basa su gestión en políticas ESG.
Un “ODS 18” sería un impulso más a este necesario camino de la Sostenibilidad, pues solo pueden cumplirse los otros 17 con una comunicación eficaz y motivadora que movilice a todas las sociedades y a sus distintos estamentos.
¿Cómo puede promoverse un diálogo abierto y constructivo sobre desafíos globales, como el cambio climático y la reducción de la pobreza, a nivel internacional?
El diálogo es “la” herramienta que puede propiciar que se activen las iniciativas globales establecidas por la Agenda 2030. Ni un solo país, ni un solo colectivo, ni siquiera un solo continente puede lograr que se cumplan los 17 ODS si no lo hacen los demás.
Es primordial que la comunicación y la colaboración se hagan desde la libertad, pues solo así se conseguirá la sensibilización global necesaria que movilice. El debate continuo y amplio sobre los ODS debe ser una constante y el uso de las redes sociales debe verse como una oportunidad para generalizar ese debate e, incluso, para potenciarlo e implicar a más estamentos sociales y políticos.
¿Qué medidas concretas pueden tomarse para garantizar la libertad de opinión y prensa en un mundo cada vez más conectado digitalmente?
La tecnología, las redes sociales, internet… ya no son algo nuevo, sino que llevan años instalados en las sociedades avanzadas y en desarrollo y, aunque su evolución es constante, ya sabemos que tienen una potencia incalculable como canales de información. Pero también conocemos los riesgos que entrañan: mal utilizadas, son herramientas destructivas de la libertad de expresión y del derecho a la información.
La propagación de noticias falsas y la desinformación online tienen un gran impacto en la sociedad: alimentan la desconfianza en la información y generan desafección en las instituciones, que son el esqueleto de las sociedades, las que articulan sus necesidades y, a la postre, las que deben hacer cumplir los ODS.
La opinión pública tiene que forjarse con unas bases de educación mediática y tecnológica que ahora no existen. Sólo si los individuos disponen de herramientas intelectuales y tecnológicas para distinguir entre información fiable y falsa podrán evitar la manipulación.
Para ellos, es importante que las instituciones que representan a los ciudadanos y las empresas de tecnología y los medios de comunicación trabajen juntos.
Es fundamental que todos estos actores interactúen y trabajen conjuntamente para garantizar que se mantengan una calidad informativa y ética en los medios de comunicación.
¿Cuál es la estrategia más efectiva para combatir la difusión de noticias falsas (fake news) y la propaganda en línea?
A la espera de esa “educación mediática” o de ese compromiso de instituciones y medios de acabar con las fake news, las organizaciones debemos potenciar al máximo la comunicación: ser rápidas en las respuestas a las inquietudes de los ciudadanos y potenciar los canales oficiales.
¿Cómo podemos ayudar a las personas a que utilicen de manera responsable y ética los “poderes de comunicación” a través de las redes sociales?
Con las redes sociales, la responsabilidad de la difusión de información se extiende más allá de los periodistas. Cualquier persona con una conexión a internet ahora puede compartir noticias e información, y como resultado, existe una línea muy delgada entre el periodismo profesional y el que podemos llamar periodismo ciudadano. Esto significa que las personas que comparten noticias en las redes sociales también tienen la responsabilidad de informar de manera veraz, precisa y sin prejuicios.
En este sentido, hay que cuidar la calidad de los mensajes y si no se está seguro de la veracidad de esa publicación o de quién la produjo, no se debe replicar. Para esto hay que seleccionar pocas y buenas fuentes de información confiable.
¿Cuál es el papel de la colaboración entre el sector público y privado en el apoyo al periodismo riguroso y de calidad?
La comunicación y el periodismo son agentes esenciales para la transmisión de información veraz, ética y honesta y las Administraciones Públicas son facilitadoras imprescindibles para constituir una sociedad bien informada.
La relación debe ser fluida, honesta y leal. Somos conscientes de que a veces los objetivos de unos y otros no confluyen, pero en los espacios comunes es donde todos ganamos, porque es donde ganan los ciudadanos a los que damos servicios como servidores públicos o como agentes privados.
¿Cómo se puede avanzar en la promoción de la diversidad y la igualdad de género en la industria de la comunicación y las relaciones públicas?
Hay que romper barreras históricas y culturales, incluyendo los sesgos inconscientes. Aena dispone de un Plan de Igualdad y del distintivo de Igualdad en la Empresa (DIE) concedido por el Ministerio de Igualdad. Este tipo de herramientas ya no deberían ser opcionales, sino simplemente obligatorias, porque no se puede atender a la sociedad desde ningún ámbito, ni público ni privado, dando la espalda a colectivos de esa misma sociedad. Es simplemente imposible casi por una cuestión física, ya no moral o ética.
Promover la igualdad de género, además, aporta beneficios directos en términos de mejora de la productividad y la diversidad de opiniones para la empresa. Un equipo competente y diverso crea una empresa más sólida que, a su vez, solo se sostiene si los lugares de trabajo respetan e integren las diferencias.
¿De qué manera podemos fomentar, a través de la comunicación, la empatía hacia aquellos que sufren hambre, pobreza, falta de oportunidades, guerra, migraciones forzadas y discriminación?
Es muy complicado responder a esta pregunta desde posiciones como las nuestras, porque caer en la frivolidad es casi imposible. No obstante, tengo claro que, sin comunicación, sin información sobre esas realidades, es imposible que exista empatía: lo que no se conoce, no existe.
La información en estos ámbitos debe alejarse al cien por cien del sensacionalismo y mostrar la realidad tal y como es, para que la empatía se transforme en concienciación y, ésta, en acciones que traten de paliar esas terribles situaciones.