Esta entrevista forma parte de la Revista Corresponsables 77: Especial ODS18.
En esta entrevista, David García Núñez, Director de Comunicación y Marketing del Área de Construcción del Grupo FCC, habla sobre la importancia de añadir un «ODS 18» a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, enfocado en garantizar una comunicación eficaz que movilice a la sociedad hacia estos objetivos globales.
A través de su experiencia, David García Núñez reflexiona sobre cómo la comunicación puede y debe jugar un papel central en la promoción del desarrollo sostenible y en la construcción de una sociedad bien informada.
¿Por qué es necesario un ODS 18?
Hoy nos enfrentamos a nuevos retos globales que no existían en 2015, cuando se implementó la Agenda 2030. Retos que exigen más entendimiento, más compromiso y una mejor gobernanza. Existe una gran brecha social que acompaña a la universalización del acceso digital o el caos desinformativo que generan las noticias falsas. Al mismo tiempo, varias crisis mundiales (como conflictos bélicos, la pandemia del coronavirus y el cambio climático) han ensombrecido los logros en materia de desarrollo. Esta nueva realidad requiere soluciones aceleradas para hacer frente a los desafíos del mundo.
La respuesta necesita comprometer a sus actores: sociedad civil, sector privado, organismos internacionales, sector público, etc. Cualquier solución ha de pasar por una comunicación más clara, que aminore el ruido, que haga fácil lo difícil y que proteja el derecho a entender de las personas, desde los públicos más vulnerables a la totalidad de la población.
Una sociedad bien informada empezaría a materializarse en ese derecho a entender: un derecho que muchas veces se le niega, otras se le oculta y algunas más le genera desinformación.
¿Cómo puede promoverse un diálogo abierto y constructivo sobre desafíos globales, como el cambio climático y la reducción de la pobreza, a nivel internacional?
El ODS 18 acelerará a los 17 restantes, ayudará a cerrar la brecha que existe entre la intención y la acción, impulsará acciones individuales, promoverá iniciativas de transformación y fomentará la toma de medidas a nivel mundial y también nacional para garantizar un mejor liderazgo, más recursos y soluciones inteligentes.
El ODS 18 reivindica el derecho a entender, un derecho que la administración, los gobiernos y las empresas han de asegurar para conectar a las personas e incluirlas en la construcción de un mundo diferente y mejor. Un derecho que debemos amparar frente a un mundo donde el ecosistema mediático es radicalmente distinto al que existía hace diez años: la irrupción, por ejemplo, de la inteligencia artificial, no estaba contemplada en el arranque de los ODS. Convertir en claros, sencillos y asequibles los mensajes que emiten las instituciones y las empresas. Lenguaje claro, visual y páginas digitales fáciles de utilizar.
Por ello, se debe actuar aumentando la capacidad de conexión especialmente en las zonas despobladas y rurales; incrementando las habilidades digitales de la población y poner a disposición alternativas analógicas si es necesario; promoviendo el respeto entre las personas, la escucha activa, la empatía y la tolerancia; incorporando el derecho a entender de las personas mayores y demás públicos vulnerables; desarrollando Códigos de buenas prácticas sobre algoritmos éticos y privacidad; estableciendo indicadores de confianza para la lucha contra las fake news; haciendo seguimiento de las encuestas sobre el estado de conocimiento e información clara sobre la Agenda 2030 y finalmente; avanzando en el análisis de la autoría de los textos en cualquier medio o plataforma.
¿Qué medidas concretas pueden tomarse para garantizar la libertad de opinión y prensa en un mundo cada vez más conectado digitalmente?
Hace más de tres siglos, el pensador, poeta y político británico John Milton publicó uno de los textos más importantes y conocidos contra la censura: Aeropagítica. El mismo fue uno de los catalizadores de un importante debate sobre la protección de la libertad de expresión y de prensa. Los griegos produjeron sólidas discusiones sobre la importancia de la doxa (opinión) para la democracia. Los debates sobre la centralidad de la libertad de expresión y del acceso a la información y el conocimiento para las democracias, para el desarrollo, la protección y promoción de otros derechos humanos no son para nada una novedad. No hay duda que el advenimiento de las nuevas tecnologías de la comunicación e información, particularmente la expansión de la Internet, ofrecen una dimensión singular e inédita a estas discusiones.
Contamos con dos desafíos generales para garantizar la libertad de expresión en un entorno digital: el desafío jurisdiccional y el político público. Para superarlos surge la necesidad imperiosa de desarrollar y aplicar normas globales de protección de la libertad de expresión capaces de servir de fundamento para otras normas. Esta sin duda es la medida más importante para ser garante de la libertad de expresión en un mundo cada vez más hiperconectado.
¿Cuál es la estrategia más efectiva para combatir la difusión de noticias falsas (fake news) y la propaganda en línea?
La información a través de redes sociales como X, Tik Tok, Instagram o Facebook es cada vez más común. En estas plataformas, cualquier persona puede aportar sus testimonios, pero estos pueden quedar lejos de la verdad y estar más cerca de un relato personal construido con algún tipo de interés. La desinformación o los bulos también han encontrado en redes de mensajería muy extendidas como WhatsApp, un canal donde proliferan. Especialmente con nuevos formatos como los memes, que invitan a una mayor difusión por su apariencia graciosa e inofensiva. Tanto es así que Whatsapp decidió limitar el reenvío de mensajes para evitar la propagación de fake news y con ella de la desinformación de los usuarios.
Pero, ¿cómo podemos combatir las fake news? El desarrollo de los medios digitales ha hecho que proliferen multitud de nuevos medios. A mayor número de visitas, mayor cantidad de dinero están dispuestos a invertir los anunciantes en esa web. Y, es por eso que, en ocasiones, utilizan titulares sensacionalistas e informaciones que apelan a las emociones e incitan a los usuarios a hacer clic en la noticia.
Debemos establecer mecanismos de contraste con varios medios las informaciones a analizar; introducir listado de blogs y páginas no fiables; evitar el clickbait sobre este tipo de sites no fiables. Combatir las fake news a través de técnicas como fact check (contrastar las informaciones acudiendo a las fuentes primarias (aquellas creadoras de contenido) y consultando en multitud de fuentes para comprobar la veracidad o falsedad de estos documentos). Sin duda, recomiendo consultar las plataformas europeas que combaten la desinformación, como EU vs DESINFORMATION así como calificar como “spam” noticias falsas en redes sociales.
Combatir las fake news es un ejercicio de responsabilidad colectiva e individual, que implica a todos/as para la obtención de una comunicación objetiva, clara, transversal y veraz.
¿Cómo podemos ayudar a las personas a que utilicen de manera responsable y ética los “poderes de comunicación” a través de las redes sociales? ¿De qué manera podemos fomentar, a través de la comunicación, la empatía hacia aquellos que sufren hambre, pobreza, falta de oportunidades, guerra, migraciones forzadas y discriminación?
Un aspecto clave es dar salida a la propuesta de Global Alliance for Public Relations and Communication Management, la cual consiste en proponer a las Naciones Unidas la creación de un nuevo ODS, el número 18, dedicado a la Comunicación Responsable. Este nuevo objetivo abarcaría varios aspectos clave para fomentar una comunicación que respete los derechos humanos, la diversidad, la democracia y el medio ambiente.
Sin duda ello posibilitaría desarrollar el diálogo abierto sobre los desafíos globales, como el cambio climático, la reducción de la pobreza o la democracia; la consideración del diálogo como “el arma más poderosa”; la libertad de opinión y prensa; el enfoque ético de la comunicación organizacional e institucional, basada en hechos; la lucha contra las fake news y cualquier tipo de propaganda; la educación de las personas para que utilicen los “poderes de comunicación”, especialmente a través de las redes sociales; el apoyo público y privado al periodismo riguroso; el apoyo a la diversidad y la igualdad de género; la empatía hacia quienes sufren hambre, pobreza, falta de oportunidades, guerra, migraciones forzadas y discriminación; y el lenguaje positivo e inclusivo.
¿Cuál es el papel de la colaboración entre el sector público y privado en el apoyo al periodismo riguroso y de calidad?
La respuesta es sencilla: cooperar entre distintos ámbitos para colaborar y desarrollar acciones de comunicación de forma rigurosa y veraz
¿Cómo se puede avanzar en la promoción de la diversidad y la igualdad de género en la industria de la comunicación y las relaciones públicas?
La diversidad inclusiva es ya un pilar clave de nuestra sociedad. Para ir más allá e impulsar una transformación en la sociedad para que cada persona pueda alcanzar su mejor versión sin renunciar a ser ella misma, sintiéndose respetada y valorada, es clave difundir las acciones, políticas y programas igualitarias en el sector de la comunicación. La colaboración es esencial para avanzar hacia la plena inclusión de todos los colectivos. La diversidad inclusiva es un camino que debemos recorrer juntos toda la sociedad, si queremos construir un futuro mejor para las próximas generaciones.
El sector debe ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos y deben hacerlo representando a las personas de una forma real, sin caer en estereotipos. Con acciones igualitarias, nos permite avanzar en la promoción de políticas de diversidad inclusiva, igualdad, respeto y justicia social.
Este es el camino que debemos emprender.