05Cada año tengo la enorme oportunidad de reflexionar con todos vosotros/as sobre la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente. En este 2024, la propuesta de UNESCO ha querido poner el foco en la contaminación que el ser humano genera derivado de un uso masivo de los plásticos.
Las cifras asustan, cada año se producen a nivel mundial más de 400 millones de toneladas de plástico y se cree que la mitad de este material se concibe para una vida útil de un solo uso. Se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares. Eso equivale al peso de alrededor de 2200 Torre Eiffeles juntas.
Asimismo, los microplásticos (partículas plásticas cuyo diámetro es inferior a 5 mm) invaden los alimentos, el agua e incluso el aire.
Se estima que las personas ingieren más de 50.000 partículas de plástico cada año, e incluso muchas más si se tienen en cuenta las partículas inhaladas. Los productos plásticos de un solo uso que resultan desechados o quemados no solamente perjudican a la salud humana y la biodiversidad, sino que igualmente contaminan todo tipo de ecosistemas, desde los picos de montaña hasta el lecho marino.
Es posible hacer frente al problema de la contaminación por plásticos si se aprovechan los avances científicos y las soluciones existentes. Para resolver esta crisis, es necesario que los gobiernos, el sector privado y demás partes interesadas amplifiquen e implementen medidas eficaces dirigidas. Por tal motivo, resulta primordial que el Día Mundial del Medio Ambiente movilice medidas ambientales transformadoras en todos los rincones del mundo.
Por todo ello, debemos lograr como sociedad, y hoy más que nunca, llegar a un equilibrio social, económico y medio ambiental.
Debemos abordar las desigualdades económicas y sociales, asegurando que los grupos marginados y vulnerables tengan acceso a oportunidades económicas y servicios básicos como educación, salud y vivienda digna.
Debemos, en mi opinión promover la innovación y la adopción de tecnologías limpias y eficientes en el uso de recursos para reducir la huella ecológica de las actividades económicas. Invertir en infraestructuras resilientes y sostenibles que minimicen los impactos ambientales y mejoren la calidad de vida de las comunidades.
Debemos educar y sensibilizar a la población sobre la importancia de la sostenibilidad y fomentar cambios de comportamiento hacia estilos de vida más sostenibles.
Finalmente, debemos implementar políticas públicas que promuevan un desarrollo económico equitativo, protejan el medio ambiente y garanticen la participación y la inclusión social.
El desarrollo sostenible representa un desafío apremiante y una oportunidad única para redefinir nuestras prioridades y adoptar un enfoque más equilibrado y responsable hacia el crecimiento económico. Conciliar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente y el bienestar social requiere un compromiso colectivo y la adopción de políticas y prácticas que reflejen los principios de equidad, justicia social y participación comunitaria. Solo mediante un enfoque integrado y colaborativo podemos construir un futuro próspero y sostenible para las generaciones presentes y futuras.
El camino está descrito, hagámoslo posible.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2024