A pesar de los esfuerzos por impulsar la economía circular, continúa predominando el tradicional modelo económico lineal tal y como demuestra el hecho de que de los 100 mil millones de toneladas de materiales que consume la economía mundial, sólo el 7% se reincorpora al sistema tras el final de su vida útil (Circularity Gap Report 2023).
Una situación que, desde la Comisión Europea, se quiere revertir con el Pacto Verde (2022), un paquete de medidas cuyo objetivo es el de acelerar la transición hacia una economía circular y lograr, así, reducir un tercio la extracción y el uso de recursos naturales, y limitar el calentamiento global por debajo de los 2 grados.
“Se calcula que, si se consigue implementar la economía circular en el sistema alimentario, la construcción, la manufactura y el transporte, la extracción de material nuevo podría disminuir un 34%, de 92.700 millones de toneladas a 61.200 millones de toneladas. Un porcentaje que ejemplifica la importancia que tiene la economía circular en la protección del medio ambiente”, señala Cristina Vázquez, CEO de TEIMAS, empresa española que desarrolla soluciones tecnológicas para la gestión profesional de residuos y la economía circular.
Uno de los pilares de la economía circular es el reciclaje y la reducción de los vertidos. Por ello, desde TEIMAS, recogen los tres instrumentos para la gestión sostenible de residuos que la Agencia Europea del Medio Ambiente, considera más útiles para conseguir la neutralidad climática de la UE en 2050:
Impuestos sobre vertederos e incineración. La Comisión Europea recomienda el uso de instrumentos económicos, y particularmente del impuesto sobre el depósito de residuos en vertedero, para cumplir con los objetivos de reciclado de la UE. Por lo general, la incineración se grava a un nivel inferior al de los vertederos, y muchos países aplican impuestos más bajos teniendo en cuenta la valorización energética.
Sistemas de pago por generación de residuos. Los sistemas de pago por generación de residuos o “Pay as you throw” (PAYT) son un incentivo económico que busca generar menos residuos y promover la participación de los productores de residuos en la recogida selectiva.
Basados en el principio “quien contamina, paga”, este sistema consiste en que los ciudadanos y entidades públicas o privadas pagan por los servicios de recogida en proporción a la cantidad y el tipo de residuos generados. De tal forma que cada hogar o comercio tendrá un coste distinto en función de su generación real de residuos.
Sistemas de recogida selectiva. Este sistema facilita la reutilización y el reciclado de alta calidad. Sin embargo, para que funcione, necesita que ciudadanos y empresas separen los residuos en origen. Actualmente, se exige la recogida separada de, al menos, el papel y el cartón, el plástico, el vidrio y los biorresiduos (residuos alimentarios y de jardinería). A los que se sumará, en 2025, la recogida separada de textiles y residuos domésticos peligrosos. Puesto que los biorresiduos representan la fracción mayoritaria (37%) de los desechos municipales, su recogida selectiva es esencial para cumplir con los objetivos comunitarios en política de residuos.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables.