Todo se encuentra dentro de un ciclo en el que no sobra nada, en el que todo se aprovecha, todo vale, todo hace falta. La mala idea de que, después de usar algo, se tira, añadida a que lo hacemos en el peor sitio, es el nacimiento del concepto residuo. Eso nos lo hemos inventado nosotros.
La Naturaleza venía dando avisos de que no iba a soportar demasiado tiempo ese invento, pero no se puede decir que hayamos reaccionado con especial eficacia. Hemos dejado que las cosas llegasen muy lejos.
Parecía que las cosas no pintaban bien. Pero un nuevo factor ha entrado en escena que parece que podría enderezar el rumbo, factor al que sí parece que reaccionamos en mayor medida y que se expresa con una palabra mágica: economía. El homus economicus se ha dado cuenta de que, si no es economicus, lo mismo deja de ser también homus. Y de que el problema es, también, un problema económico.
Los residuos no nos caben en el planeta. No sabemos qué hacer con ellos, dónde meterlos. Y a esa complicación, se suma la de que se nos gastan los recursos. Necesitamos más cada vez, pero son cada vez más escasos. Y se plantea, entonces, la solución. Una solución redonda. Lo que llamamos economía circular.
Sobran residuos y faltan recursos. La economía circular viene a resolver la cuestión sugiriendo que hagamos lo que la Naturaleza nos había enseñado a hacer: identificar recursos y residuos, reconocer que son lo mismo, que los residuos que nos sobran son los recursos que nos faltan. Incorporarlos a un circuito cerrado, a un círculo. Circularizar la economía.
Este problema y esta solución (son lo mismo) son comunes a toda la sociedad. Pero hay sectores en los que se hacen más evidentes, más tangibles. Como el sector de la construcción, donde se mueven millones de metros cúbicos de materiales que resultan extraordinariamente visibles y donde la circularidad juega un papel especialmente importante.
Históricamente la construcción ha operado de modo esencialmente circular: las tierras que se extraían para realizar un desmonte o excavar un túnel servían, poco más allá, para levantar un terraplén o realizar un relleno.
FCC Construcción, siempre consciente de que la magnitud y las grandes dimensiones de sus operaciones requerían de grandes soluciones y medidas particularmente eficaces, sistematizó los criterios de optimización del aprovechamiento de materiales en una primera guía de gestión de residuos que, en el siglo pasado, ya establecía criterios básicos para maximizar el aprovechamiento y reducir en lo posible los residuos generados, de forma voluntaria, inteligente y económica.
Pero a esta conciencia temprana, se está sumando la aparición masiva de una normativa cada vez más exigente y responsable, que está forzando la generalización este tipo de conductas. Leyes de residuos particularmente ambiciosas en la práctica totalidad de los países en los que operamos, estrategias nacionales de circularidad que recogen, en Europa, lo apuntado en el European Green Deal.
La Taxonomía Ambiental Europea, que cuenta la Economía Circular como uno de los seis grandes objetivos establecidos, y determina ya requisitos, indicadores y niveles altamente exigentes. Multitud de exigencias que van modificando y mejorando el comportamiento en todo el sector.
Pero, aun siendo el entorno normativo, como es, cada vez más exigente, FCC Construcción tiene claro que es preciso ir más allá, adelantarse a lo que se demanda, porque esa demanda irá, necesariamente, en aumento, y debemos estar preparados. Pautas de comportamiento, procedimientos, umbrales y objetivos más ambiciosos que los estrictamente exigidos por la legislación.
Es nuestra estrategia. FCC Construcción se constituyó como la primera empresa en obtener el certificado de Residuo Cero en construcción, elaborando una metodología y unos procedimientos generalizables al conjunto de sus obras, con el compromiso de implantar la metodología Residuo Cero en todas las obras de la compañía a través de su guía de gestión de residuos de obligado cumplimiento para 2026.
Además, FCC Construcción está trabajandocon sus proveedores y actuando como fuerza tractora para garantizar que los materiales y equipos utilizados en sus obras sean más sostenibles y eficientes, con un enfoque de circularidad, incorporando el concepto de economía circular al conjunto de la cadena de valor.
Esta colaboración con todas las partes implicadas es fundamental para promover prácticas responsables en toda la industria de la construcción y maximizar el impacto positivo en el medio ambiente. Solos, no podemos. La estrategia se basa en el establecimiento de relaciones colaborativas con nuestras partes interesadas y, así obtuvimos el primer certificado de un sistema de gestión de relaciones de trabajo colaborativas en el sector de la construcción.
Hemos entendido que, al fomentar prácticas de economía circular, FCC Construcción contribuye a reducir la extracción de recursos naturales y la generación de residuos, lo que redunda en una menor huella ambiental, sí.
Pero es que, además, y por ello la economía circular es una solución “redonda”, esta actitud responsable con la sociedad y con el planeta, comporta también resultados económicos provenientes tanto del ahorro en gestión de residuos como de la menor cantidad de recursos naturales necesarios. Una respuesta con la que ganamos todos. Un compromiso rentable.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Economía Circular, impulsando el compromiso con la sostenibilidad.