¿Cuál es el principal objetivo de SpainNAB en la promoción de la inversión de impacto en España?
El objetivo de SpainNAB en la promoción de la inversión de impacto es precisamente que crezca. Entonces, ¿cómo vamos a tratar de hacer crecer este sector, la inversión de impacto y su efecto positivo en la sociedad? Pues a través de tres objetivos fundamentales:
El primero, tratando de conservar la integridad de la inversión de impacto, esto es muy importante. Existe todavía un poco de confusión sobre qué es la inversión de impacto o se confunde con otras estrategias de inversión sostenible, inversión ASG, y también incluso en ocasiones hay un poquito de greenwashing, es decir, actores financieros que se presentan como si realizaran inversión de impacto cuando es realidad no lo es. Cuando decimos que estamos haciendo inversión de impacto, que es aquella que quiere contribuir a generar soluciones positivas frente a retos sociales o medioambientales que están desatendidos por el mercado y que, por tanto, contribuye de manera directa y relevante.
Por eso, desde SpainNAB hemos hecho un esfuerzo importante en definir qué es la inversión de impacto a través de sus tres pilares: intencionalidad, medición y la adicionalidad. Si se dan es porque el inversor quiere realmente contribuir a generar un impacto positivo, a la medición, puesto que nos importa el impacto lo medimos, y la adicionalidad, es invertir en empresas y en proyectos que realmente contribuyan a solucionar problemas desatendidos de una manera adicional, una contribución específica, directa y relevante en la problemática que existe. Este objetivo, por tanto, nos parece primordial, defender la integridad de la inversión de impacto a través de esta labor de definición o de establecer estándares. De hecho, recientemente hemos presentado el Código de buenas prácticas en la inversión de impacto basado en este posicionamiento.
El segundo objetivo es el de tratar de canalizar más inversión privada y pública hacia el impacto. Esto lo hacemos tratando de acompañar a los inversores públicos, como al ICO o a COFIDES, que son inversores públicos que tienen distintas dotaciones para la inversión de impacto, y también a los inversores privados, y aquí, es muy importante que la inversión pública sea catalítica de la inversión privada, que sean capaces de atraer a los inversores privados a través de mecanismos de financiación estructurada. Como, por ejemplo, los 90-10, de los fondos solidarios franceses que han sido tremendamente exitosos en Francia para atraer la inversión privada, y nos encantaría que eso sucediera en España, por eso estamos trabajando desde SpainNAB.
Y el tercer objetivo claramente es desarrollar más la dimensión internacional en la comunidad de inversión de impacto española en dos vías: en nuestra presencia en Europa con la Asociación Europea de Inversión de Impacto, donde creamos el Consorcio Europeo de Inversión de Impacto para tratar de influir, crear estándares europeos, una definición de cómo a nivel europeo es la inversión de impacto. Además, influir en Bruselas para que la normativa europea de financiación realmente comprenda y se adapte y recoja bien las peculiaridades de la inversión de impacto. Y, finalmente a nivel global. La industria española de inversión de impacto tiene también una visión global donde hay actores importantes que están actuando a nivel internacional invirtiendo en países en vías de desarrollo y el impacto en esos países es incluso más evidente.
¿Qué avances ha logrado el ecosistema español en la inversión de impacto en los últimos años?
Yo diría que se ha avanzado bastante en la inversión de impacto. SpainNAB lleva 5 años y yo diría que el cambio es muy importante, es un cambio también guiado porque están cambiando mucho las mentalidades de la gente. Cada día hay más inversores que se dan cuenta que pueden hacer inversión de impacto, que tiene sentido hacer inversión de impacto y lo van a incorporar en sus porfolios como inversores particulares, como profesionales, como institucionales, los vemos que están entrando. Cada año SpainNAB hace un estudio sobre la oferta de capital de impacto. En el último estudio retroactivo relativo al año anterior, de 2023, vemos que ha aumentado significativamente, y actualmente se estima que hay 1.200 millones de activos bajo gestión en inversión de impacto, lo que supone un 58% de aumento con respecto al año anterior, y 1.700 millones de financiación de impacto.
¿Qué retos enfrenta España para establecer un estándar sólido de inversión de impacto en línea con Europa?
Ahora mismo la comunidad profesional en inversión de impacto tiene una oportunidad extraordinaria y es la creación de un fondo de impacto social por parte del gobierno con fondos Next Generation para hacer inversión de impacto: 400 millones de euros que gestiona COFIDES. Este fondo que tiene que comprometerse en los próximos 18 meses es una oportunidad extraordinaria para dar ese gran empujón a todo el ecosistema español para quizá ponerla a la altura de los países de nuestro entorno, o incluso, sobrepasar a alguno de estos países. El reto es que estos recursos se gestionen bien, se catalicen bien, adecuadamente, de manera ágil y de manera íntegra hacia la inversión de impacto real, aquella que contribuye a soluciones.
El segundo reto sería desarrollar un marco adecuado y estimulante para la inversión de impacto privada, para que florezca. Hay un tercer reto quizá estando ligado al primero y al segundo, que es seguir defendiendo la integridad de la inversión privada. Hay que estar muy vigilantes del mercado de la inversión de impacto.
En relación con Bolsa Social, ¿cómo está facilitando la conexión entre inversores y proyectos con impacto social positivo?
La Bolsa Social es una plataforma de inversión autorizada por la CNMV y supervisados por ellos. Llevamos 10 años conectando y dando la oportunidad a los inversores particulares a invertir. Es algo muy transparente, con una participación muy democrática y directa en esas empresas que necesitan inversores que crean en ello. Por tanto, facilitamos esa es la conexión con el inversor que le cuesta acceder a fondos de impacto que suelen ser cerrados, ya que el ticket mínimo son 100 mil euros y, por tanto, no es para todos los bolsillos.
Hemos financiado ya 40 empresas, 40 startup, otras 10 empresas por la vía de la financiación y en ámbitos muy diversos: tecnología, cuidado de los mayores, de las personas con discapacidad, integración de colectivos vulnerables, provisión de servicios básicos, moda sostenible, etcétera. Son ya muchas empresas, y lo bonito es que, en menos de 10 años, con una buena selección y criterios rigurosos, el inversor de impacto puede contribuir a acelerar ese impacto, pero además con una rentabilidad adecuada.
Por otro lado, también están los préstamos sostenibles, préstamos que permiten al inversor que quizá quiere una cosa menos arriesgada, pues le permite invertir directamente en estas entidades sociales, fundaciones, centros especiales de empleo o empresas de impacto social, etcétera. El inversor tiene una media de rentabilidad del 6,3, que me parece muy adecuada, y por ahora, afortunadamente todos los préstamos van muy bien.
Y luego, por otro lado, está el Fondo Bolsa Social que es una entidad separada e independiente de la Bolsa Social que la creamos junto con AFI (Analistas Financieros Internacionales) que es un fondo de 22 millones de euros, un fondo de inversión de impacto social registrado por la CNMV que hacemos inversión en equity, en startup de impacto social y medioambiental. Tenemos una cartera de 18 empresas de ámbitos muy diversos y ese fondo la financiación va más dirigida hacia inversores más institucionales y profesionales.
¿Qué papel juegan las alianzas público-privadas en el desarrollo de la inversión de impacto?
El sector público puede jugar un papel fundamental y catalítico, puede crear incentivos adecuados para que los inversores privados se animen y entren al ámbito de la inversión de impacto porque el financiador público no va a ser capaz de cubrirlo todo, y en ese sentido, ahí el inversor público tiene un rol fundamental, primero, creando un marco adecuado para la privada que estimule al inversor privado. Hablo de los fondos 90-10 que ya hemos mencionado antes. Pero también pueden ser a través de estímulos fiscales que atraiga la inversión de impacto y a través de recursos públicos de inversión pública en la inversión de impacto.
Tenemos ejemplos extraordinarios, como el fondo Huruma de COFIDES. Hay una oportunidad extraordinaria de ser catalíticos con instrumentos de financiación combinada a través de herramientas como los tramos de primera pérdida, de rentabilidad concesional, de asistencia técnica o de garantías. El inversor público no tiene por qué echarse todo sobre sus hombros, sino que será capaz de atraer a inversores privados.
¿Cómo crees que la regulación europea, como la Taxonomía de la UE, influirá en el crecimiento de la inversión de impacto en España?
El tsunami regulatorio que estamos unos sufriendo, y otros experimentando, creo que es muy positivo. Es muy positivo que en Europa se tome con mucha seriedad la importancia de que el sector financiero se involucre y se implique en la sostenibilidad, porque también afecta y es responsable en buena medida de financiar el cambio climático y las desigualdades, por tanto, es muy importante que se implique también en la solución, y a eso va el esfuerzo regulatorio europeo en todas sus dimensiones.
No obstante, como todo, creo que es perfectible y ha tenido ese efecto positivo de forzar al sector financiero en todos sus sectores y todos sus actores a tener que retratarse con respecto a la sostenibilidad, a tener que posicionarse con respecto a la sostenibilidad, y, por tanto, yo creo que tiene un efecto muy positivo.
Quizá puede generar una serie de problemas porque la normativa europea no está muy fina en sus implicaciones prácticas, de tener que medir una serie de cosas. Los fondos de impacto invertimos para generar un impacto positivo, y sin embargo se los obliga a medir el impacto negativo. Bien, pero por lo general, las cosas en las que invierto no tienen ese impacto negativo. En SpainNAB estamos tratando de influir con nuestros partners europeos en esa nueva normativa que salga de la revisión y que realmente recoja adecuadamente las peculiaridades de la inversión de impacto y le de un trato adecuado.
Además, en otra línea toda esta normativa obliga a las empresas a dar información no financiera sobre su impacto, yo creo que es muy positivo porque pone el impacto en el debate, y eso es lo que necesitamos, cambiar de paradigma de riesgo-rentabilidad, a riesgo-rentabilidad-impacto. Las empresas como los inversores somos actores muy relevantes en la sociedad, por lo tanto, no es irrelevante lo que hagamos, tiene impacto.
¿Qué oportunidades de mejora ves en la medición del impacto social y medioambiental en las inversiones a nivel europeo y español?
Es muy importante que los actores seamos rigurosos en el ámbito de la medición porque para el inversor será una herramienta fundamental para valorar si verdaderamente la inversión que está haciendo genera una transformación positiva.
Creo que hay margen de mejora en el ámbito de la transparencia de este impacto, de la pertinencia de la medición, que sea adecuada, que los indicadores sean adecuados, y que sean comparables en la medida de lo posible. Y luego, en el ámbito de la verificación, si estamos auditando las cuentas de las empresas, por qué no verificar el impacto que se reporta para que eso ayude a ese concepto de integridad que estábamos antes mencionando.
Este debate que es nacional se está dando también a nivel europeo y quizás lo importante sería seguir trabajando en construir mecanismos, procesos, metodologías de medición de impacto comunes e internacionales. Se ha avanzado mucho, pero insisto que se puede avanzar más en estándares comunes y en verificar la medición del impacto.