Como cada año, el 31 de octubre se celebra el Día Mundial de las Ciudades, una efeméride establecida por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que nos invita a reflexionar sobre cuál es el futuro urbano que queremos construir. Según los datos de la ONU, actualmente más de la mitad de la población vive en zonas urbanas, un porcentaje que alcanzará el 70% en 2050. Esta cifra nos muestra la relevancia de construir entornos más accesibles. inclusivos y habitables para todas las personas, a la vez que respetuosos con el medio ambiente.
Se estima que las viviendas son responsables del 30% de las emisiones de CO2, por lo que, reducir el impacto en el medioambiente de este sector resulta clave. Para alcanzar esta meta, no sólo debemos poner el foco en la creación de edificios nuevos que cumplan con los criterios de sostenibilidad, sino que el verdadero reto reside en rehabilitar el parque inmobiliario ya construido, pues en 2050 un 80% del parque edificado ya estará construido.
Por este motivo, este año la Comisión y el Parlamento Europeos ha aprobado la Directiva de Eficiencia Energética de Edificios (EPBD, por sus siglas en inglés), que establece ambiciosos objetivos en esta materia. De acuerdo con esta norma, todos los edificios residenciales de nuestro país tendrán que alcanzar una letra D en su Certificado de Eficiencia Energética en 2033 y en 2040 habrán desaparecido por completo los sistemas de calefacción con combustibles fósiles.
Además de ser la vía para conseguir los ambiciosos objetivos marcados por Europa, la rehabilitación energética de edificios se presenta como una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Las mejoras en la eficiencia energética pueden aumentar el confort de las viviendas, reducir el gasto energético y disminuir la huella de carbono.
¿Pero cómo podremos alcanzar esta meta? Sin duda alguna, la colaboración de todos los actores involucrados juega un papel crucial. En primer lugar, y como bien señala el lema que ha escogido la ONU este año, la cooperación de la sociedad será indispensable, con un foco particular en los más jóvenes. Sus ideas y convicciones serán la palanca que permitirá el cambio, sin olvidarnos de que son precisamente las generaciones futuras y los más jóvenes a quienes más afectarán los desastres naturales provocados por el cambio climático.
Pero los ciudadanos no pueden conseguirlo solos, también es preciso que las instituciones públicas y las organizaciones privadas trabajen al unísono para poner en marcha soluciones que los animen a pasar a la acción e involucrarse en hacer más eficientes sus hogares. En este aspecto, las ayudas y subvenciones tienen un papel protagonista, al igual que el papel de las soluciones ofrecidas por entidades financieras para promover la transformación de las ciudades hacia espacios más sostenibles y resilientes al cambio climático.
Pero impulsar la rehabilitación energética de edificios residenciales no solo tiene el poder de reducir el impacto ambiental, sino que también tiene un componente social muy relevante al reducir la pobreza energética. Por eso, si queremos cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11 y lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, debemos trabajar de forma conjunta entre todos y sin perder de vista el importante papel de la rehabilitación.
El futuro de nuestras ciudades y de las generaciones venideras depende de cómo gestionamos los recursos, reducimos la huella de carbono y apoyamos la creación de viviendas accesibles y sostenibles. Por eso, hoy más que nunca, debemos apoyar la innovación y la colaboración que fomente ciudades más verdes y agradables para vivir.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de las Ciudades 2024, en colaboración con Holcim.