La música tiene un poder transformador único que va más allá de las notas y los acordes: genera emociones, conecta a las personas y fomenta valores que fortalecen la cohesión social. Desde hace más de 30 años, la Escuela Superior de Música Reina Sofía se ha consolidado como un referente en la formación de músicos profesionales, apostando por la excelencia, la inclusión social y la innovación como pilares fundamentales de su misión. A través de su trabajo, la música se convierte no solo en arte, sino también en un vehículo de impacto social.
Para explorar en profundidad esta sinergia entre música y responsabilidad social corporativa, Corresponsables ha conversado con Marjorie Nétange, directora de desarrollo de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Con una trayectoria que combina la formación de jóvenes talentos, el acceso universal a la música y la colaboración estrecha con empresas e instituciones, la Escuela se posiciona como un modelo de cómo la cultura puede contribuir a un futuro más sostenible e inclusivo.