Mientras los “líderes climáticos” se reúnen en Nueva York este mes, se están haciendo grandes esfuerzos para acelerar la descarbonización de la economía estadounidense. Esto parece más urgente que nunca, ya que las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos sólo han disminuido un 7% desde 1990, en comparación con el descenso del 32% registrado en la Unión Europea durante el mismo periodo.
La descarbonización ocupa un lugar central en los tres principales proyectos legislativos estadounidenses, que suponen 2 billones de dólares en nuevos gastos federales, que la Administración de Biden ha promulgado en los dos últimos años. Se trata de la Ley de Infraestructura Bipartidista, la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Ciencia y chips. Juntas, están apoyando los objetivos estadounidenses de reducción de emisiones mediante inversiones en ámbitos como la fabricación nacional, las tecnologías limpias y la agricultura eficiente desde el punto de vista climático. Esta ambición política debe ir acompañada de un refuerzo de los compromisos de las empresas estadounidenses para adoptar vías de descarbonización basadas en objetivos científicos.
Estados Unidos tiene una ambición climática relativamente baja entre las empresas
De las tres grandes regiones (Europa, Asia-Pacífico y Norteamérica), Norteamérica es la que cuenta con el menor número de signatarios de RE100, que compromete a las empresas a obtener toda su generación de energía a través de energías renovables antes de 2050.
Además, Estados Unidos también tiene uno de los porcentajes más bajos de empresas que fijan objetivos científicos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, sólo el 42% de los integrantes del S&P500 han establecido o se han comprometido a establecer objetivos basados en la ciencia (SBT). Esta cifra es muy inferior a la de sus homólogas europeas, donde el 88% de los integrantes del CAC40 francés y el 65% del DAX40 alemán han establecido o se han comprometido a cumplir objetivos basados en la ciencia. Sin embargo, no todo está perdido, ya que los inversores pueden contribuir a aumentar estos porcentajes.
Los inversores tienen un interés creciente en los objetivos climáticos no sólo por sus propias ambiciones, sino también por consideraciones económicas. Esto refleja los riesgos climáticos físicos a los que están expuestas las empresas en cartera debido al cambio climático, pero también los riesgos de reputación y reglamentarios derivados de su contribución al cambio climático. Esto requiere un plan de transición hacia modelos empresariales sostenibles, así como transparencia a la hora de medir los avances en la reducción de emisiones. Así pues, los inversores representan una palanca importante para animar a más empresas a adoptar objetivos basados en la ciencia.
Cómo los índices de referencia climáticos están alterando el panorama de la inversión climática pasiva
El cambio climático ya se ha convertido en el mayor tema de inversión dentro del universo ESG, no sólo en Europa sino también en Estados Unidos. Consideramos que esto indica que se ha consolidado un cambio de la inversión ESG, que se centra en evaluar la exposición de los emisores a los riesgos ESG, hacia la inversión climática, cuyo objetivo es incorporar ambiciones climáticas específicas en las carteras de inversión con el fin concreto de identificar los riesgos y las oportunidades climáticas.
Para ayudar en este sentido, se han desarrollado una serie de índices de referencia climáticos. Suelen estar en función de la huella de carbono, la autodescarbonización, la exposición a combustibles fósiles, la exclusión de actividades del sector empresarial y los ingresos ecológicos, o una combinación de los cinco. Ofrecen a los inversores la ventaja de seguir estrategias de inversión acordes con los objetivos de la transición hacia una economía resistente al cambio climático, incluso en el ámbito de las inversiones pasivas, que está experimentando un rápido crecimiento. Mientras que los inversores europeos se inclinan por los índices de referencia que cumplen la normativa de la UE sobre índices climáticos, en Estados Unidos los índices de referencia de Acción por el Clima están resultando más atractivos. La principal diferencia es que los índices de referencia de Acción por el Clima adoptan un enfoque Best-in-Class con una mayor tasa de exclusión global y, en consecuencia, un error de seguimiento ligeramente mayor, en comparación con los índices de referencia de Transición Climática de la UE y alineados con París.
Dado que los índices de referencia de la Acción por el Clima suelen incorporar los objetivos de reducción neta de emisiones como variable en la construcción de la cartera, esto puede ayudar a animar a más empresas a formalizar sus objetivos de reducción de emisiones a través de la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi). De hecho, las empresas que presenten estrategias netas cero completas y sólidas, respaldadas por la ciencia y verificadas por terceros como SBTi, pueden tener menos problemas para acceder al capital y a la financiación. Además, las encuestas demuestran desde hace tiempo que la dirección de las empresas considera que un compromiso con objetivos climáticos basados en la ciencia es un motor importante para reforzar el conocimiento de su propia marca. Por lo tanto, la Semana del Clima de Nueva York es el momento y el lugar adecuados para mostrar a las empresas por qué los objetivos basados en la ciencia son tan importantes, especialmente cuando se trata de captar oportunidades climáticas a través de inversiones pasivas de forma transparente y normalizada.
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