Con el inicio de un nuevo año, surge la oportunidad perfecta para reflexionar sobre los logros alcanzados y plantear nuevas metas. Esta introspección no es exclusiva de lo personal, sino que también puede aplicar a sectores clave como el energético. Dentro de este, las energías renovables se posicionan como uno de los temas más apasionantes para analizar. ¿Cómo están contribuyendo realmente al panorama energético mundial? ¿Está el vaso medio lleno o medio vacío?
Vaso Medio lleno
Desde el año 2000, las energías renovables han pasado de ser una opción marginal para convertirse en un pilar central de la transición hacia un modelo energético sostenible. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la capacidad instalada de estas energías ha crecido exponencialmente, liderada por la solar y la eólica. En el año 2000, menos del 10 % de la electricidad mundial provenía de fuentes renovables; para 2024, se espera que superen el 30 %, para el 2030, el objetivo es alcanzar el 46% de cuota.
En países como Brasil, Canadá, Nueva Zelanda, Suecia o Noruega, las renovables han alcanzado una proporción histórica en su matriz energética, gracias a sus abundantes recursos hidroeléctricos.
Asia y Europa también muestran avances significativos. En Asia, China, el mayor consumidor de electricidad del mundo, 8.000 TWh, instaló en 2023 más capacidad renovable que el resto de los países en 2022. Por su parte, Europa, con políticas ambiciosas como el Pacto Verde Europeo y la implementación de sistemas de comercio de emisiones, ha superado en adopción de energías renovables a otras regiones del mundo.
En España, los logros son igualmente impresionantes. En 2023, más del 50 % de la electricidad generada provino de fuentes renovables, y se espera alcanzar el 60 % en 2024, con un 80% a través de tecnologías no emisora de CO2. Sin lugar a duda, iniciativas como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) han sido claves en este progreso.
Sin embargo, mantener este constante crecimiento dependerá de superar retos como la electrificación de la demanda, la integración del hidrógeno verde y el desarrollo de capacidades de almacenamiento energético, necesarios para aprovechar al máximo esta generación autóctona y libre de emisiones.
Vaso medio vacío
A pesar de todas estas cifras positivas y esperanzadoras que permiten ver el vaso medio lleno, existen muchos otros datos y argumentos para quien, desde una perspectiva menos optimista, quiera ver el vaso vacío.
Actualmente, la dependencia global de los combustibles fósiles sigue siendo abrumadora. En 2023, más del 80 % de la energía mundial se obtuvo de estas fuentes, manteniendo valores históricos altos en el consumo de petróleo, gas y carbón. Este uso masivo se traduce en emisiones récord y en constante aumento, que en 2023 superaron los 2.215 millones de toneladas de CO2.
Países como China, responsable de más del 31 % de las emisiones globales, sigue basando su crecimiento en el carbón, su principal recurso autóctono, que representa más del 60 % de su electricidad. Esta dependencia no solo refleja un desafío local, sino global, evidenciando las dificultades de reemplazar completamente los combustibles fósiles en el corto plazo.
Además, aunque las renovables han aumentado su participación en la generación eléctrica, el porcentaje de electricidad en el consumo de energía final apenas alcanza el 20,6 % a nivel mundial, un avance modesto desde el 17,6 % de 2010. Destacan regiones con un constante ritmo de crecimiento, como Asia, con un 25%, impulsada por China, con casi el 30 % de cuota en 2023. La electrificación también ha progresado en América Latina, pero se ha mantenido prácticamente estable en América del Norte, en torno al 22 %, y en Europa con el 21 % de contribución. En España, los esfuerzos por electrificar la economía no han logrado avances significativos, habiendo descendido hasta el 23% en 2023 frente a los máximos de 2015.
El futuro en nuestras manos
El avance de las energías renovables en los últimos 25 años es innegable. Sin embargo, su contribución al balance energético global sigue siendo modesto, representando solo un 13 % en 2023, y con la esperanza de alcanzar tan solo el 20 % en 2030, según la IEA.
El vaso puede parecer medio lleno o medio vacío según la perspectiva y el relato que se construya al respecto, y en Contigo Energía lo tenemos claro: la transición energética será un camino largo y desafiante, pero nosotros apostamos por ellas hace 20 años y no vamos a rendirnos. Será crucial celebrar los logros alcanzados sin perder de vista el contexto global. Al mismo tiempo, necesitamos mantener el foco en redoblar esfuerzos para superar los retos pendientes, impulsando políticas más ambiciosas y fomentando la colaboración internacional.
Pero, la transición energética es una responsabilidad compartida. Depende de nosotros decidir qué datos tomamos como fuente de inspiración para la acción y cómo los transformamos en soluciones concretas. El futuro de la energía, sin duda, está en nuestras manos.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de la Energía Limpia