Otro año más en el que batimos récords. Los datos climáticos de 2024 han hecho que este año vuelva a marcar un punto de inflexión en la necesidad de intensificar la lucha contra el cambio climático.
Según la NASA, el pasado año se consolidó como el más cálido registrado hasta la fecha, con 1,55°C por encima del nivel preindustrial y 15 meses consecutivos de récords de temperatura desde junio de 2023. Los últimos diez años 2015-2024 son los diez más cálidos de los que se tienen registros.
Existe una relación directa entre el aumento de las emisiones y los desastres climáticos cada vez más frecuentes e intensos. Como señala The Guardian, este «calor peligroso» ha tenido graves consecuencias: desde daños irreparables en los ecosistemas hasta efectos directos en la salud y la economía global.
Las olas de calor extremas, sequías prolongadas y fenómenos meteorológicos violentos se encuentran claramente impulsados por las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero, subrayando la imperiosa necesidad de acelerar la transición hacia un modelo energético más sostenible., este «calor peligroso» ha tenido graves consecuencias: desde daños irreparables en los ecosistemas hasta efectos directos en la salud y la economía global.
Hace apenas una semana, el propio Foro de Davos ha incluido los eventos climáticos extremos entre los mayores riesgos para 2025 en la vigésima edición del Informe de Riesgos Globales. Las olas de calor, las sequías prolongadas u otros fenómenos meteorológicos violentos, como la Dana que asoló Valencia el pasado mes de octubre o los últimos incendios en Los Ángeles, se encuentran claramente impulsados por las emisiones de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero, subrayando la imperiosa necesidad de acelerar la transición hacia un modelo energético más sostenible.
2025: Un nuevo impulso para las energías renovables
A pesar del complicado panorama climático, 2025 apunta a ser un año decisivo para las energías renovables. En la última década, Europa ha demostrado avances significativos, y con la Directiva de Energías Renovables actualizada, se ha fijado un objetivo de consumo total del 42,5% para 2030.
Para alcanzar esta cifra, los países europeos planean añadir más de 600 GW de capacidad renovable respecto a los niveles de 2024, un paso necesario para consolidar la tan necesaria transición energética.
El clima, la biodiversidad y la protección de los ecosistemas y la sociedad están estrechamente vinculados. Proteger entre el 30 % y el 50 % de los recursos terrestres, marinos y de agua dulce de manera equitativa y eficaz es clave para preservar la salud del planeta.
Una reducción drástica y sostenida de emisiones, combinada con una implementación acelerada de medidas de adaptación en esta década, ayudaría a minimizar las pérdidas y daños previstos para las personas y los ecosistemas.
En este contexto, organizaciones y gobiernos siguen intensificando sus esfuerzos en línea con estas metas. En España, la reciente actualización del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) refuerza esta tendencia, estableciendo metas ambiciosas para 2030. Entre los hitos destacados, se prevé una reducción del 32% en emisiones de gases de efecto invernadero y un incremento del consumo de energías renovables hasta el 48%. Además, se espera que estas tecnologías representen el 81% del mix eléctrico en 2030.
Electricidad renovable, gases verdes y combustibles sostenibles: motores del cambio
De este plan resalta el papel crucial de las energías fotovoltaica, eólica, los gases verdes y el combustible sostenible en los cambios del mix energético. En el caso de la fotovoltaica, el plan fija un objetivo de capacidad instalada de 76 GW para 2030, casi el doble de los 39 GW establecidos en el PNIEC de 2021 y 62 GW para la energía eólica.
En cuanto a los gases verdes, el biogás eleva su meta de 10.41 TWh hasta alcanzar los 20 TWh, mientras que el hidrógeno renovable triplica su objetivo, pasando de 4 GW a 12 GW.
La energía fotovoltaica es una de las tecnologías más accesibles y escalables en la senda hacia un modelo energético libre de fósiles, con una posición reforzada con las últimas mejoras en eficiencia y reducción de costes. Además, los gases de origen renovable, como el biometano, están incrementando su implementación y desarrollo de instalaciones como soluciones viables para la gestión de residuos agroganaderos.
España tiene potencial de construcción de más de 2.300 plantas de biometano, con un potencial de generación de más de 60.000 empleos directos o indirectos, según datos de SEDIGAS. Estas cifras que reflejan el camino que aún queda por recorrer, en el que una mayor certidumbre regulatoria y el aumento de sinergias con otros sectores serán necesarias para descarbonizar de forma realista la industria e impulsar el desarrollo del sector primario.
Por su parte, la descarbonización del transporte tiene como su mejor y más viable aliado a los combustibles sostenibles para la aviación (Sustainable Aviation Fuels, SAF), al reducir hasta un 80% las emisiones de CO₂ en comparación con el queroseno convencional.
La Unión Europea ha implementado el reglamento ReFuelEU Aviation, que exige que, a partir de este 2025, que al menos el 2% del combustible utilizado en vuelos que despeguen de aeropuertos europeos sea SAF, con una proyección de alcanzar el 70% para 2050.
En conclusión, 2024 nos deja una lección urgente sobre las consecuencias del cambio climático y la importancia de tomar medidas decisivas. Al mismo tiempo, 2025 se vislumbra como un año de esperanza, donde el auge de las energías renovables, liderado por la fotovoltaica y los gases verdes, marcará el inicio de una nueva era energética.
No por decirlo muchas veces hay que dejar de explicitarlo, la urgencia de la acción climática exige redoblar esfuerzos y compromisos en materia de sostenibilidad, sabemos que los pasos que demos ahora serán determinantes para las generaciones venideras.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de la Energía Limpia