Es habitual escuchar frases como “está luchando contra el cáncer” cuando alguien es diagnosticado con esta enfermedad. Sin embargo, esta expresión puede simplificar en exceso la complejidad de lo que significa vivir con cáncer. No se trata de una batalla que dependa únicamente de la voluntad o la fortaleza de la persona afectada. En realidad, el cáncer se sufre y se enfrenta con el apoyo de la medicina, pero también requiere asumirlo, sobrellevarlo y, si es posible, sobrevivir a él.
Hablo desde la experiencia personal y sé que la actitud y el estado emocional del paciente, así como el de sus familiares y cuidadores, son fundamentales para mejorar la calidad de vida durante el proceso, independientemente de si la enfermedad se supera o no. Mi pareja sufrió esta enfermedad durante cuatro años y, aunque finalmente no logró vencerla, siempre demostró una actitud positiva, valiente y esperanzadora. Sobre su ejemplo voy a reflexionar, sobre la importancia de cultivar un estilo de vida saludable, apoyado en una fundamental madurez emocional.
El impacto del cáncer no se limita al cuerpo, también afecta a la mente y a las emociones. Un diagnóstico de esta magnitud puede desencadenar miedo, ansiedad, tristeza e incluso enojo. Por eso, la madurez emocional desempeña un papel crucial en la forma en que cada persona afronta su enfermedad. Reconocer y aceptar las emociones negativas es un paso esencial para enfrentarlas de manera constructiva.
Contrario a lo que muchas veces se dice, la madurez emocional no implica una actitud constantemente positiva. Es natural y saludable sentir tristeza, miedo o frustración. Estas emociones cumplen una función adaptativa. Por ejemplo, la tristeza nos ayuda a reflexionar sobre lo que realmente importa en la vida, mientras que el miedo nos motiva a tomar decisiones informadas sobre el tratamiento. Incluso la ira puede ser una fuerza transformadora, impulsando a las personas a buscar alternativas y a mantenerse activas en su cuidado.
Sin embargo, es importante evitar caer en el «positivismo tóxico». Frases como «tienes que estar positivo» o «la actitud lo es todo» pueden resultar contraproducentes. Este tipo de presión puede generar culpa en el paciente si no logra mantener una actitud optimista. El cáncer es una enfermedad compleja y cada experiencia es única. Por lo tanto, es esencial permitir que cada persona viva y exprese sus emociones sin ser juzgada.
Uno de los mayores desafíos en el abordaje del cáncer es combatir la desinformación. A lo largo de los años, han circulado muchos mitos y falsas creencias que, lejos de ayudar, pueden causar confusión y tomar decisiones perjudiciales. Por ejemplo, existe la idea de que consumir azúcar alimenta al cáncer. Aunque es cierto que las células cancerosas consumen más glucosa que las normales, no hay evidencia científica que demuestre que eliminar el azúcar de la dieta detenga el progreso de la enfermedad. Sin embargo, una dieta equilibrada es crucial, ya que la obesidad, asociada al consumo excesivo de azúcar, es un factor de riesgo.
Cuando se trata de combatir el cáncer, es fundamental confiar en la medicina, la ciencia y los profesionales de la salud. Ellos cuentan con el conocimiento, las herramientas y los tratamientos respaldados por la evidencia para enfrentar esta enfermedad de manera efectiva. Las pseudociencias y los bulos no solo carecen de fundamentos, sino que también pueden generar falsas esperanzas, retrasar el tratamiento adecuado y causar un sufrimiento innecesario.
La esperanza es otro componente clave en el camino del cáncer. Aunque esta enfermedad transforma la vida, también es cierto que millones de personas logran superarla y continuar con una existencia plena y activa. Mantenerse informado, seguir las recomendaciones médicas, como se ha dicho, rodearse de una red de apoyo emocional y cuidar tanto el cuerpo como la mente son herramientas esenciales para enfrentar este desafío.
La prevención del cáncer comienza con elecciones saludables. Esto incluye una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y cereales integrales, así como la limitación del consumo de alimentos ultra procesados. Realizar ejercicio físico regular también es fundamental. Asimismo, evitar el consumo de tabaco y moderar la ingesta de alcohol son medidas imprescindibles para reducir los riesgos. La protección contra la exposición solar también juega un papel importante en la prevención del cáncer de piel.
En conclusión, el Día Mundial contra el Cáncer nos recuerda la importancia de trabajar juntos para reducir el impacto de esta enfermedad. La prevención, la información basada en evidencias y el apoyo emocional son pilares fundamentales en esta lucha. Reconocer las emociones, evitar el positivismo tóxico y combatir la desinformación son pasos cruciales para afrontar el cáncer con madurez y esperanza. Con un enfoque integral que combine la atención médica, el cuidado emocional y los hábitos saludables, es posible vivir plenamente incluso en las circunstancias más difíciles.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial Contra el Cáncer