El Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia es una ocasión para reflexionar sobre el progreso logrado en términos de igualdad de género en los campos científicos, pero también para reconocer la brecha que todavía a fecha de hoy persiste. Aunque la participación de las mujeres en la ciencia ha aumentado significativamente en las últimas décadas, aún queda mucho por hacer para lograr una verdadera inclusión y fomentar el potencial de las niñas en los entornos STEM.
La historia de la ciencia ha sido marcada por la representación masculina, pero las mujeres científicas han demostrado que sus aportes son fundamentales para el progreso global. Uno de los obstáculos más importantes que enfrentan las mujeres y niñas en la ciencia es la persistencia de estereotipos de género que subestiman su capacidad intelectual. A lo largo de la historia, el papel de la mujer en el ámbito científico ha sido minimizado, relegado a un segundo plano o incluso ignorado. Ejemplos como el de Marie Curie, quien recibió múltiples obstáculos por el simple hecho de ser mujer, evidencian cómo las barreras sociales, culturales y estructurales han limitado la participación de las mujeres en campos científicos cruciales. Aunque las contribuciones de Curie son hoy reconocidas mundialmente, su historia no fue fácil y estuvo marcada por el escepticismo y el rechazo debido a su género. Este es solo un caso de los innumerables ejemplos que, aunque hoy parecen estar superados, siguen reflejando la realidad de muchas mujeres que luchan por obtener el mismo reconocimiento que sus colegas hombres.
A pesar de los logros de mujeres científicas a lo largo de los siglos, la cifra de representación femenina en campos como la física, la ingeniería o la informática sigue siendo baja. Esto se debe en gran medida a los prejuicios y a la falta de modelos a seguir que puedan inspirar a las niñas a seguir carreras científicas desde temprana edad. Los estereotipos de género que asignan a las niñas atributos de «menos habilidad» en áreas como las matemáticas y la ciencia continúan limitando sus oportunidades. Es urgente cambiar esta percepción desde la educación básica, para que las niñas se sientan empoderadas y capaces de aspirar a carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Para garantizar que las niñas y mujeres tengan el mismo acceso y oportunidades para desarrollarse en el ámbito científico, es imprescindible promover políticas públicas que favorezcan la igualdad de género en la educación y en el ámbito laboral. Las universidades y centros de investigación deben implementar prácticas inclusivas y libres de discriminación, ofrecer condiciones de trabajo que favorezcan la conciliación entre la vida personal y profesional, y asegurarse de que las mujeres reciban el mismo salario y el mismo reconocimiento por sus contribuciones.
Por todo ello, el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos recuerda que el camino hacia la igualdad no ha terminado. A medida que avanzamos, es fundamental seguir apoyando a las mujeres y niñas interesadas en la ciencia, dándoles acceso a recursos, educación y una cultura que celebre sus logros. Solo así podremos construir un mundo más justo, equitativo e innovador para todos.