Rosa María Calaf, periodista y corresponsal de TVE ha hablado con Corresponsables sobre igualdad de género, educación mediática y la responsabilidad que deben tener los medios de comunicación en el tratamiento de la información como entidades y profesionales que participan en la construcción social. Calaf participó como mediadora en la IV Edición LIDEResA ‘Violencia mediática y género: Impacto en la reputación de la mujer’, organizada por la agencia iMADES Communication el pasado miércoles 19 de febrero en el Ateneo de Madrid. La jornada contó con la colaboración de Corresponsables, Freeda Media y Relevo como media partners.
La veterana periodista ha señalado los grandes avances que se han llevado a cabo desde que empezó su trayectoria profesional en Televisión Española en los años 70, cuando le preguntaron en la prueba de acceso a la plaza pública qué podía aportar ella como mujer: «Yo contesté de forma clara que a las mujeres nos interesa exactamente lo mismo que a los hombres y que nuestra capacidad para contribuir a la creación de la de la sociedad y del modelo social es exactamente igual. Y que lo justo es que sea tengamos las mismas opciones y que lo inteligente es que se aprovechen los talentos de todos, ¿no?»
Aunque aún manifiesta el «resquemor» de tener que explicar desde los medios de comunicación en pleno siglo XXI qué es la igualdad, y la baja participación de los hombres en los espacios de diálogo y debate feministas: «Estamos en una especie de activismo permanente, no de pedagogía. Pero que al mismo tiempo siempre me da esa rabia de tenerte todavía que gastar esfuerzo, no en perfeccionar, sino en defender».
En este sentido, subrayó la importancia que tiene el periodismo como una profesión de servicio público al proporcionar al ciudadano las herramientas necesarias para tomar decisiones con base en información rigurosa, contrastada e independiente, algo que ha sido siempre un reto y que hoy se ve agravado por la creciente desinformación. Alertó sobre el uso de la tecnología: «Si no se utiliza bien, tiene la misma fuerza para ser un instrumento de desconocimiento y avasallamiento de los derechos», y añadió: «Si se utilizan las herramientas tecnológicas con fines perversos, el resultado es el enfrentamiento y la polarización». La periodista resaltó que este fenómeno no es casual, sino que responde a estrategias que explotan malestares sociales y brechas de desigualdad para debilitar el pensamiento crítico y deslegitimar movimientos como el feminismo.
Asimismo, recalcó la necesidad de tener claro el verdadero significado de la libertad de prensa y la libertad de expresión. «Cuando hablamos de libertad de prensa, de libertad de expresión, de derecho a la información, significa que hay que defender esos principios. Pero ninguno de esos derechos ampara la mentira ni el discurso del odio». Calaf insistió en que la ciudadanía debe exigir que la información que recibe cumpla con valores de convivencia y rigor. «No todo vale».
Los y las comunicadoras también son clave para borrar estereotipos y tópicos asociados a la percepción pública de las mujeres, en unos medios que aún siguen respondiendo a una imagen patriarcal de la mujer: «[Profesionales y medios] Tienen toda la responsabilidad del mundo. Es vital cómo se cuentan las cosas, es decir, quién está en el papel protagonista, quién no lo está, qué es lo que valoramos cuando hablamos de una mujer y qué es lo que valoramos cuando hablamos de un hombre. Es clave en el tratamiento informativo, pero también en el entretenimiento, en la divulgación…».
Por ello, insistió en la necesidad de fortalecer la educación mediática como una herramienta clave. Para Calaf, es urgente que la ciudadanía aprenda a identificar información veraz, a cuestionar narrativas engañosas y a exigir rigor en el ejercicio periodístico: «Lo que hay que hacer es educar en las redacciones, educar en las facultades de periodismo y educar en los colegios».
«Tenemos que ser capaces de decidir qué queremos. Si queremos un mundo de plataformas y aplicaciones donde seamos simples consumidores de productos e ideas sin ninguna capacidad crítica, dirigidos por algoritmos e intereses ajenos al bien común, o si aspiramos a una sociedad de ciudadanos informados, con educación y conocimiento, que nos permita construir un modelo basado en los derechos y las libertades», concluyó.