El Día Internacional de Cero Desechos, impulsado por la ONU y celebrado cada 30 de marzo, tiene como objetivo principal fomentar la adopción de modelos de producción y consumo sostenibles, donde la generación de residuos se minimice y los materiales conserven su valor el mayor tiempo posible. Esta jornada nos recuerda que alcanzar una economía verdaderamente circular requiere ir más allá del reciclaje: exige transformar nuestros sistemas para que los residuos dejen de ser el final del ciclo y se conviertan en una nueva oportunidad de uso.
Este reto implica diseñar e implantar estrategias tangibles, sostenibles (en lo medioambiental, técnico y económico) y, sobre todo, realistas, que permitan que los materiales sigan siendo eso: materiales, y no desechos. Supone superar el paradigma de la economía lineal —producir, usar y desechar— para caminar hacia un modelo donde la circularidad no sea solo una aspiración, sino una práctica efectiva, regulada y viable.
En este camino, la legislación cumple un papel fundamental. Las empresas pueden y deben transformar sus procesos, pero necesitan hacerlo en sincronía con un marco normativo claro, riguroso y alineado con los objetivos de sostenibilidad. En España, la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, ha supuesto un avance importante en esta dirección. La norma introduce nuevos objetivos, refuerza el principio de jerarquía de residuos y, sobre todo, establece herramientas legales clave para impulsar una circularidad real de los materiales.
En este contexto, dos de los artículos más relevantes de esta ley son el artículo 4 (declaración de subproducto) y el artículo 5 (fin de condición de residuo). Ambos mecanismos permiten evaluar caso por caso y residuo por residuo, si un flujo de materiales puede salir del circuito de los residuos y reincorporarse al sistema económico con todas las garantías técnicas, medioambientales y jurídicas.
La declaración de subproducto permite considerar que una sustancia u objeto que resulta de un proceso de producción puede ser utilizado posteriormente sin necesidad de pasar por la condición de residuo, siempre que se cumplan requisitos como que el uso posterior esté garantizado, que se pueda utilizar directamente sin tratamiento adicional distinto del habitual, que se produzca como parte integral de un proceso de producción y que su uso sea legal, seguro y no genere impactos adversos al medioambiente o a la salud de las personas.
Por su parte, el mecanismo de fin de condición de residuo establece las condiciones bajo las cuales un residuo puede dejar de serlo, y convertirse nuevamente en materia prima o producto, siempre que haya sido sometido a una operación de valorización, cumpla criterios específicos para su uso (incluyendo aspectos técnicos, normativos y de mercado) y no suponga riesgos para la salud o el medioambiente.
Estos mecanismos representan un paso decisivo hacia la descarbonización y la sostenibilidad industrial, pero también implican una notable complejidad técnica y legal. No basta con tener la intención: las empresas deben recopilar evidencias, justificar técnicamente la trazabilidad y seguridad del material y del proceso que lo genera, y garantizar su uso conforme a los requisitos de cada sector; deben, además, afrontar un procedimiento administrativo riguroso ante la Administración competente en el que la coordinación entre los niveles autonómico y estatal resulta crucial.
Es aquí donde el acompañamiento técnico, legal y especializado se convierte en un factor diferencial. Desde TÜV SÜD, como organismo independiente y experto en inspección, ensayos, certificación y consultoría, acompañamos a las organizaciones en este proceso, aportando seguridad, transparencia y agilidad a la hora de solicitar una declaración de subproducto o acreditar el fin de condición de residuo. Nuestra labor consiste en traducir la normativa en pasos prácticos, medibles y auditables que permitan a las empresas cerrar el círculo sin poner en riesgo la calidad, la seguridad o la legalidad de sus productos y procesos.
Avanzar hacia un modelo de cero residuos es urgente y desde luego viable, pero sólo será posible si unimos el esfuerzo de las empresas con una aplicación efectiva y colaborativa de las políticas públicas. La economía circular (como realidad tangible y no sólo como un paradigma teórico) debemos ir construyéndola con datos, con criterios científicos, con marcos normativos estables y con una cultura compartida. Con el acompañamiento adecuado y el compromiso de todos, es posible alcanzar una circularidad real en la que el residuo se transforme en recurso.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Cero Desechos.