En el caso concreto de los farmacéuticos, al igual que el resto de los profesionales sanitarios, el cáncer es algo con lo que convivimos cada día. Lo vemos en el rostro de nuestros pacientes, de sus familiares y allegados, siendo testigos de primera fila de cómo esta enfermedad y sus efectos asociados lastran su día a día.
También en primera persona vivimos el enorme problema de salud pública que supone a nivel mundial. En el caso de España, el cáncer es la segunda causa de muerte, por detrás de las enfermedades cardiovasculares, con más de 100.000 defunciones al año de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La sensibilización a este respecto, conseguir mejorar la calidad de vida de las personas afectadas, y reducir la incidencia misma de la enfermedad, requieren del compromiso e implicación de todos los agentes, especialmente de las profesiones sanitarias. Concretamente, el fomento de la prevención y de la detección precoz son algunos de los aspectos en los que ponen el foco tanto el Plan Europeo de Lucha frente al Cáncer como la Estrategia en Cáncer del Servicio Nacional de Salud.
Ámbitos en los que los farmacéuticos, por nuestra capilaridad, cercanía y accesibilidad, podemos desempeñar un papel de enorme relevancia.
Precisamente con el objetivo de desarrollarlo, hemos firmado un convenio de colaboración con la Asociación Española Contra el Cáncer para contribuir a potenciar la labor del farmacéutico como recurso esencial en las políticas de prevención, detección y manejo del cáncer.
Una implicación que, como hemos visto, es un éxito. Prueba de ello es que actualmente más de 2.500 farmacias comunitarias de Navarra, Cataluña, Murcia, Comunidad Valenciana y Baleares colaboran en programas de cribado de cáncer de colon impulsados por las autoridades de salud pública, dispensando el kit de recogida de muestra a la población diana, proporcionando información sobre todo el proceso o realizando ambas actividades.
Una muestra clara de los beneficios que reporta la actuación de los farmacéuticos como agentes centinela, contribuyendo a identificar síntomas sospechosos, y ejerciendo como educadores sanitarios y promotores de hábitos saludables.
Y, por supuesto, no me olvido de nuestra actuación como expertos del medicamento. Fundamental es tanto el especialista de farmacia de hospital que se ocupa de la preparación de las mezclas parenterales para la administración de los quimioterápicos en los centros hospitalarios y de la dispensación de la mayor parte de los medicamentos asociados al cáncer, como el farmacéutico comunitario que, aunque en menor medida, también dispensa algunos medicamentos con indicación oncológica, y es fundamental en la labor de identificación de reacciones adversas del tratamiento.
Es necesario, por lo tanto, seguir visibilizando y potenciando ese rol del farmacéutico como uno de los profesionales sanitarios que está en primera línea en la lucha contra el cáncer.
El fomento de acciones formativas que contribuyan a mejorar la calidad de vida del paciente oncológico, actuaciones preventivas que ayuden a desarrollar hábitos saludables y programas de cribado, servicios asistenciales que promuevan la mejora de la salud y calidad de vida, y el impulso de proyectos de investigación que muestren el efecto de la participación de los farmacéuticos en las distintas políticas, son necesarios para alcanzar este objetivo.
Aspectos que vienen reflejados en el propio convenio con la Asociación Española Contra el Cáncer y que desde el Consejo General seguiremos promoviendo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Todos contra el cáncer, en colaboración con la AECC.