Día a día vemos como se está produciendo un cambio en los modos de vida. Las nuevas generaciones están cada vez más preocupadas por garantizar un entorno sostenible a largo plazo en el que se adopten políticas para preservar la biodiversidad, se implanten medidas que fomenten la economía circular y, en definitiva, se contribuya a la descarbonización.
Estos cambios sociales han llevado también a una evolución en las políticas a distintos niveles. A nivel global con la aprobación de la Agenda 2030 y paralelamente en Europa, con el compromiso de alcanzar la neutralidad climática en 2050, adoptado tras el Acuerdo de París.
Conseguir este objetivo no solo depende de las grandes empresas e instituciones sino también del ciudadano de a pie. Cada uno de nosotros podemos formar parte del cambio. Así se establece en el Pacto Verde Europeo, en el que, dentro del plan de acción para impulsar la senda hacia la transición ecológica, los consumidores juegan un papel activo a través de la toma de decisiones en la compra de productos sostenibles, basadas en información fiable, comparable y verificada.
En esta línea, la Comisión Europea lanzó el pasado mes de marzo una propuesta de Directiva sobre Etiquetado Ecológico para garantizar que los consumidores estén correctamente informados de las cualidades de los productos que adquieren y que la información sea verificable.
Si bien el etiquetado de sus productos puede suponer una oportunidad para los fabricantes para mostrar su compromiso con la sostenibilidad, también puede ser un riesgo si estas comunicaciones no se realizan con rigor, y aportan información confusa que genere desconfianza en el consumidor.
Pero ¿cómo puedo saber qué hay detrás de una etiqueta?
Hay distintos aspectos a tener en cuenta a la hora de valorar el etiquetado de un producto. Por una parte, que la etiqueta esté basada en un estándar reconocido internacionalmente y que exista un sistema de acreditación para garantizar la fiabilidad y transparencia en el proceso de verificación. Y por otra, que el etiquetado esté referido a todo el ciclo de vida del producto y contenga la suficiente información para permitir la comparabilidad entre productos similares.
En esta línea, si la etiqueta informa sobre un % de reducción de emisiones, deberá dejar claro en comparación con qué se produce esa reducción de emisiones y que la comparativa se haya realizado a lo largo de todo el ciclo de vida y no solo de algunas etapas de este.
En definitiva, a la hora de evaluar una etiqueta, deberemos evaluar que el estándar en el que se basa, no sólo se refiere a un % de reducción, sino que se garantiza la sostenibilidad del producto en toda su cadena de valor tanto desde el punto de vista ambiental, como social y de gobernanza.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Medioambiente 2023.