Tras la aprobación de la normativa comunitaria necesaria, las compañías ya pueden presentar sus informes indicando cuáles de sus actividades contribuyen a los objetivos climáticos o los perjudican. ¿Las empresas e inversores están ya trabajando bajo este nuevo escenario?
Hay empresas que llevan preparándose para poder dar respuesta a estas nuevas exigencias desde que están sobre la mesa las recomendaciones de lo que ahora es la Plataforma EU sobre Finanzas Sostenibles (anterior TEG). Entre estas entidades no necesariamente se encuentran las grandes corporaciones (que también), entre estas están todas aquellas que han entendido y entienden que la anticipación a los cambios es crítica para poder dar la respuesta adecuada a todas las novedades regulatorias.
Esta anticipación no solo trabaja los objetivos climáticos de mitigación y adaptación. También se trabaja en el resto de los objetivos ¡y en la dimensión social!. El tiempo vuela y hay que estar preparados. Hay empresas que no se quieren anticipar sin el desarrollo completo del Reglamento. Esto les genera incertidumbre y ven un riesgo en invertir recursos en la dirección equivocada. Se limitan, efectivamente, a los objetivos climáticos y lo demás «ya vendrá». Pero el Reglamento, en su grado de desarrollo actual, es claro en muchos puntos. De hecho, hay otro gran número de empresas que sí se están preparando e invirtiendo en la metodología que les permita medir y explicar cuál es su propio desempeño ambiental y social (interno) y con los entornos en los que operan (externo). Ahora mismo, lo que nosotros experimentamos es que las empresas mejor preparadas son las que tienen más recorrido midiendo sus impactos (décadas). Las que hablan en el lenguaje de los indicadores cuantitativos.
Estas últimas son además las empresas que han entendido que esto no lo hace cualquiera. Es decir, no se puede hablar de sostenibilidad si no hay un trabajo científico-técnico serio que lo sustente y ahora, en este contexto, tampoco se puede hablar de sostenibilidad si no lo hacemos en un lenguaje que entiendan los inversores.
Pero todo esto, que para los que llevan muy poco tiempo por estos lugares les parece una locura difícil de materializar, no es exactamente una novedad. Por ejemplo, el financiamiento de grandes proyectos industriales o de grandes infraestructuras bajo criterios respetuosos con el medioambiente y la sociedad lleva años en práctica. Véanse como un ejemplo las directrices para el desempeño sostenible, del Grupo del Banco Mundial, ampliamente conocidos y aplicados por muchos para garantizar la sostenibilidad medioambiental y social de grandes proyectos.
Entonces, si este escenario no es nuevo ¿qué es lo que está pasando?. Lo que ocurre es que por fin nos estamos sentando a la misma mesa las personas expertas en el sector financiero y los perfiles técnicos-científicos y especialistas en cuestiones sociales y de derechos humanos. Y lo que ocurre en esa mesa…..lo que ocurre en esa mesa es que de momento todos hablamos al mismo tiempo y no nos estamos entendiendo muy bien. Necesitamos reflexionar un poco sobre esto y encontrar la mejor forma de caminar juntos, sin perder el foco: el desarrollo sostenible.
¿Qué opinión le merece el actual nivel de transparencia europeo sobre los negocios de las empresas?
Nosotros nos basamos en una larga trayectoria en el mundo de la industria que nos permite interpretar este marco de transparencia (CSRD) como una buena oportunidad para que las empresas puedan explicar su desempeño en cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza, de forma que las partes interesadas en sus actividades puedan entenderlo y compararlo con otras empresas similares.
Estas nuevas reglas de información tratan de solventar las lagunas detectadas en la directiva anterior (NFRD), garantizando que se satisfagan las necesidades de información de los usuarios en materia de sostenibilidad. Para esto, frente a la flexibilidad de la anterior directiva a la hora de utilizar marcos de reporte, la nueva directiva incorpora estándares propios que se están siendo elaborados por el Grupo Consultivo Europeo en materia de Información Financiera (EFRAG).
Hay otra cuestión importante sobre el nuevo marco de reporte que es el enfoque de integración o interoperabilidad entre este y otros marcos de información como, por ejemplo, ISSB, GRI, TCFD, TNFD, ODS, y otros reglamentos como el Reglamento de taxonomía y la futura directiva de Debida Diligencia. Es decir, no se trata de reinventar la rueda, se trata de resolver las deficiencias del reglamento anterior buscando la máxima eficiencia a la hora de garantizar la posibilidad de comparar información entre las empresas limitando la carga para las mismas y/o evitando multiplicar sus esfuerzos.
Pero volviendo a la pregunta anterior, esta oportunidad pasará a ser un riesgo para aquellas empresas que no se anticipen o que no afronten este escenario con criterios y metodologías sólidas y con recursos suficientes y solventes.
¿Qué implicaciones y ventajas creen que puede tener para las empresas y/o inversores la nueva legislación?
Hay múltiples implicaciones. La más importante es que se reconoce la materialidad financiera de las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza. Esto permite a estas variables entrar con más fuerza (aún) en los cuadros de mando de los niveles de dirección de las empresas. Por tanto, se ha propiciado que los riesgos y oportunidades asociados a las variables ASG formen parte de la toma de decisiones de los Consejos y que, por tanto, se «cuelen» también en sus diálogos con los inversores y otros grupos de interés. En este sentido, aquellas empresas que estén mejor preparadas con metodologías y equipos sólidos tendrán ventaja a la hora de diferenciarse de sus iguales.
Para los inversores, la definición de unos estándares más concretos y homogéneos (ESRS EFRAG) sobre los analizar y comparar empresas, también supone una mayor fiabilidad a la hora de tomar sus decisiones.
Finalmente, tanto empresas financieras como no financieras tienen que hacer esfuerzos de implementación, invirtiendo los recursos necesarios para componer equipos solventes que puedan dar respuesta desde las perspectivas que comentábamos al principio: financiera, científico-técnica, variable social.
¿De qué manera asesoran a sus clientes para que no incurran en «greenwashing»?
Es difícil que nuestros clientes incurran en greenwashing. Nuestro trabajo con ellos es precisamente asegurar que siempre haya algo bajo la superficie, que el dato final que comunican sea solo la punta del iceberg. Esto solo lo podemos conseguir gracias al equipo de especialistas que conforma Azentúa y al esfuerzo que hacen por dar siempre soluciones basadas en conocimientos profundos de todos los temas que tratamos. También asesoramos con responsabilidad y honestidad, si no somos capaces de hacer algo, recomendamos a los mejores colaboradores.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: La taxonomía de la Unión Europea, herramienta de transparencia, en colaboración con Spainsif.