Existe una tendencia muy fuerte a asociar la tecnología a lo masculino. Hay quien cree que históricamente las mujeres han estado poco interesadas por la tecnología, sin embargo, la realidad es que los motivos que han provocado la escasez de perfiles femeninos en el sector son otros: la poca visibilidad de las mujeres en las profesiones tecnológicas, la falta de referentes o la falsa creencia de que las asignaturas STEM no son adecuadas para las niñas.
Aunque el sector tecnológico parece estar revirtiendo esta tendencia a la masculinización, la realidad es que las mujeres siguen siendo minoría en el sector. Según datos de nuestro alumnado, las mujeres se forman en tecnología hoy seis veces más que en 2020 pero, a pesar de que las matrículas de mujeres aumentaron un 154%, 7 de cada 10 alumnos siguen siendo hombres.
En este sentido, el papel de las instituciones formativas toma un papel esencial. Los profesores de materias tecnológicas tenemos que ser capaces de fomentar la pasión por la ciencia y por la tecnología entre las más pequeñas, creando referentes femeninos que se empoderen mediante la visibilidad del trabajo de las mujeres con profesiones tecnológicas y dando a conocer el gran trabajo que realizan y su aportación a los diferentes ámbitos de la sociedad.
Si no se empieza a trabajar de manera inmediata en fomentar el talento femenino en este área, la escasez de expertas que existe se multiplicará, limitando así las perspectivas de crecimiento de los países y la capacidad de las empresas para innovar. El informe de Empleo Tecnológico realizado por el ONTSI recoge que tan solo el 20% de los especialistas TIC en España son mujeres y refleja que únicamente una de cada tres empresas españolas dispone de mujeres especialistas TIC en sus plantillas, y de estas, solo el 6% cuenta con un equipo formado por la mitad de especialistas mujeres.
Cuando hablamos de brecha de género nos referimos al escaso acceso y a la baja promoción que tienen las mujeres en las áreas relacionadas con la tecnología. Asimismo, las niñas que desean dedicarse a este tipo de profesiones, se enfrentan no sólo a la falta de referentes y a los prejuicios del propio sector, sino también a una barrera que dificulta su interés y su desarrollo educativo y profesional. Es por eso que la educación se torna fundamental para poder atajar el problema desde los primeros pasos formativos, enseñando a las nuevas generaciones que las profesiones tecnológicas no están dedicadas a un sólo sexo.
Eurostat señala que la brecha salarial en España es un 13% menor que en el conjunto de la UE, pero si ahondamos en datos de desempleo global, el último informe de población activa muestra una brecha de casi el 20% entre mujeres y hombres en situación de desempleo en el último trimestre de 2022.
En línea con el ODS 5 sobre igualdad de género, todos los agentes que conformamos las instituciones formativas debemos asegurar una participación plena y efectiva de las mujeres, así como la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles. Lograr la igualdad de género de aquí a 2030 requiere nuestros esfuerzos para tomar medidas urgentes que consigan eliminar la discriminación que sigue restringiendo los derechos de las mujeres, tanto en la esfera pública como privada.
Es esencial poner a disposición de la Agenda 2030 todos los recursos digitales que existen. Aprovechando los avances de la tecnología y todo lo que nos puede ofrecer en materia de innovación, es nuestro deber diseñar una tecnología con perspectiva feminista, en la cual la innovación y la educación sean dos elementos claves a reforzar por parte de las instituciones.
Los aportes que las mujeres ofrecen a la tecnología no sólo ayudan al crecimiento de este sector, que está cada vez más en auge, sino que también permiten pensar en un tipo de tecnología diferente y realmente inclusiva. Es por este motivo que nuestro objetivo como docentes deben ser promover diálogos intersectoriales y acciones que contribuyan a la erradicación de la brecha de género, a la vez que se fomenta la participación de las mujeres y las niñas en las áreas STEM, para que las mujeres formen parte de la transformación tecnológica como ciudadanas de pleno derecho que son.
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