Correos ha presentado hoy un sello dedicado a la pintora María Gutiérrez Cueto, más conocida como María Blanchard, pionera del cubismo y otras vanguardias. La emisión de este sello se incluye dentro de la serie Mujeres en el arte y pertenece a la colección de #8MTodoElAño, dedicada a mujeres emblemáticas en la lucha por la igualdad.
Blanchard nació en 1881, en Santander, en el seno de una familia de la nueva burguesía montañesa, acomodada y culta. Su abuelo paterno, Castor Gutiérrez de la Torre, fue el fundador de La Abeja Montañesa y su padre de El Atlántico, diario liberal que dirigió durante diez años.
A causa de un accidente que tuvo su madre durante el embarazo, María nació con una deformidad física en la columna, una cifoescoliosis. Por este motivo, padeció continuas burlas desde la infancia que le afectaron psicológicamente durante toda su vida y encontró en la pintura su gran evasión: “Cambiaría toda mi vida por un poco de belleza”, llegó a afirmar. Sin embargo, ya desde antes de instalarse en París, en 1909, con las becas que había ganado por su talento, la artista cántabra había dado señales de que todo lo que iba a pasar por sus manos iba a ser belleza, color y alma sin restricciones, sin límites académicos, ni normas impuestas.
En 1903 se trasladó a Madrid para comenzar su formación con los pintores Emilio Sala, Fernando Álvarez de Sotomayor y Manuel Benedito. Tras obtener la Tercera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes con Los primeros pasos, la Diputación de Santander le concede una beca en 1909, para completar sus estudios en París. Allí recibió clases del pintor español Anglada Camarasa y de Kees van Dongen, que orientan su trabajo hacia la libertad del color y la expresión, alejándose de su formación académica española. Un ejemplo, es el cuadro Ninfas encadenando a Sileno, donde se aprecia la influencia de Anglada Camarasa.
En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Blanchard regresa a Madrid. Allí asiste en el Café Pombo a la tertulia de Ramón Gómez de la Serna -quien siempre apreció la excepcional originalidad de la artista que le hacía ser libre incluso dentro de un movimiento de vanguardia- y Blanchard participa en la polémica exposición de «Pintores íntegros» organizada por el escritor. Después, se dedicará a la enseñanza como profesora de dibujo en Salamanca, hasta que en 1916, cuando finaliza la guerra, vuelve definitivamente a París. De nuevo en la capital francesa, se relaciona con artistas como Lipchitz, Metzinger, Diego Rivera, Picabia, Picasso y Juan Gris con quien entabla una gran amistad y que ejercerá una profunda influencia sobre ella. Blanchard formó parte del grupo cubista parisino, asimiló sus presupuestos y desarrolló una pintura cubista introduciendo elementos personales, como es el tratamiento del color.
Del cubismo a la figuración
Poco a poco abandonará este estilo y se inclinará por la figuración. Se trata de una figuración en la que hay cierta influencia constructiva del cubismo. Se caracteriza por los colores dramáticos, dibujos duros y violentos contrastes. Son imágenes intimistas, expresivas, de personajes desvalidos.
El dolor físico y las necesidades económicas acompañaron en sus últimos años a esta artista. Uno de sus consuelos, quizás el más inesperado, fue la religión. Sus pinturas y ella misma adoptaron algo de místico, de tránsito hondo, desprovisto de apariencias.
En 1927, cuando muere Juan Gris, María Blanchard se recluye en sí misma y pierde el contacto con los demás artistas. Su salud empieza a deteriorarse, padece tuberculosis, pero no deja de pintar. Finalmente, muere en 1932.
Entre las obras de su primera etapa destaca La comulgante, de 1914. Del periodo cubista sobresalen Mujer con abanico (1916), Nature morte cubiste (1917), Composición cubista (1918) y Nature morte cubiste (1919).
Durante muchos años, su obra y su figura pasaron inadvertidas, casi olvidadas. Sin pareja, sin descendientes que velaran por su legado, el reconocimiento le ha llegado tarde, pero no admite ya vuelta atrás. No tras ver sus cuadros y adivinar en ellos esa voz, esa mirada única, esa capacidad de salir de su cuerpo, de su momento, de su entorno, hacia lo absoluto.
Además del sello dedicado a Clara Campoamor, a Isabel Zendal, a Almudena Grandes, a Dolors Aleu, a Concepción Arenal, Elidà Amigó, y ahora a María Blanchard, Correos dedicará el próximo un sello de la colección #8MTodoElAño a Luisa Roldán (La Roldana).
Todos los sellos de esta serie han sido diseñados por la artista Isa Muguruza, ilustradora española capaz de crear un universo único que empodera, mediante el arte, la figura de la mujer; una oda a la energía y al cuerpo femenino representado a través de un estilo que mezcla el realismo, la psicodelia y lo metafísico.
El sello dedicado a María Blanchard se puede adquirir en las oficinas de Correos, a través de Correos Market, contactando con el Servicio Filatélico en el e-mail [email protected], o llamando al 915 197 197.