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En el marco del Día Mundial del Agua, que se conmemora el 22 de marzo, Manos Unidas advierte de que la falta de acceso al agua potable es un obstáculo que hace inviable la prosperidad compartida. El agua es un bien esencial para el desarrollo, para la erradicación de la pobreza y para la lucha contra el hambre, por lo que millones de personas que no puedan acceder a este recurso vital se ven condenados una vida de privaciones.
Según los datos recientes, alrededor de 2.000 millones de personas carecen de acceso a agua potable gestionada de manera segura y 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento adecuados. Esta realidad pone en riesgo la salud, la economía y el bienestar de los más pobres. «Sin acceso al agua, no hay vida, no hay salud, no hay desarrollo», denuncia Isabel Vogel, responsable de proyectos de Manos Unidas. Además, la escasez de agua salubre es una de las principales causas de mortalidad infantil.
«El agua pertenece a todos, pero no todos pueden acceder a ella»
La crisis del agua es un reflejo de las desigualdades globales, que se agravan por la crisis climática. Se prevé que, para 2050, más de 140 millones de personas migren dentro de sus propios países debido a la falta de agua.
La inseguridad hídrica afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables, especialmente a mujeres y niños, quienes cargan con la responsabilidad de buscar agua en muchas comunidades. Esta situación perpetúa la pobreza y la falta de oportunidades educativas y laborales.
Manos Unidas, a través de su campaña «Compartir es nuestra mayor riqueza», subraya que la prosperidad compartida solo es posible si se garantiza, entre otros factores, el acceso equitativo al agua. «El agua no es un lujo, sino un derecho. Su distribución injusta nos recuerda que vivimos en un mundo donde la riqueza de unos pocos se cimienta en la pobreza de muchos», afirman desde la ONG.
En este sentido, Manos Unidas reitera su compromiso de trabajar junto a las comunidades más afectadas para garantizar soluciones sostenibles y justas. «No podemos hablar de desarrollo sostenible si no resolvemos la crisis del agua«, concluye Isabel Vogel.
El compromiso de Manos Unidas: agua para la vida
“En Manos Unidas sabemos que el agua es un recurso esencial para la vida, la salud y el desarrollo, por ello, al trabajar en muchos países y contextos marcados por la escasez hídrica, intentamos garantizar que las poblaciones más vulnerables tengan acceso a este bien fundamental”, explica la responsable de proyectos de la ONG.
El trabajo de Manos Unidas impulsa soluciones sostenibles que van desde perforaciones y captaciones de agua de lluvia hasta canalizaciones y construcciones de presas y embalses. “Además, apoyamos la gestión responsable de los recursos hídricos y la protección de los ecosistemas que los sustentan, asegurando su disponibilidad para el consumo humano y el desarrollo agrícola”, explica Vogel.
La promoción del saneamiento básico y la higiene también son clave, junto con la formación de las comunidades para una correcta gestión de infraestructuras y un uso eficiente del agua.
De esta manera, en los últimos 5 años, Manos Unidas ha puesto en marcha 117 proyectos relacionados con el agua y el saneamiento, con los que se ha apoyado a cerca de 320.000 personas. Todo ello, por un importe superior a los 8 millones de euros.
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