La ciencia profunda incluye la innovación disruptiva en las tecnologías físicas o tangibles como materiales avanzados, nanotecnología, biotecnología, micro y nanoelectrónica o fotónica. Es un proceso complejo que involucra muchos actores y etapas: comienza con la investigación científica y sólo tiene éxito cuando se produce crecimiento real. El ecosistema de ciencia profunda incluye tres etapas: ciencia, creación de valor y crecimiento económico, y es en la segunda etapa donde los inversores desempeñan un papel fundamental para que el proyecto alcance el éxito.
Según el informe de BBVA Research y BeAble Capital, la innovación, y en particular la ciencia profunda, juegan un papel fundamental a la hora de afrontar los grandes retos e incertidumbres europeas, como las tensiones geopolíticas, el cambio climático, el envejecimiento de la población, las desigualdades y las tecnologías disruptivas. La innovación facilita a la UE estar mejor preparada para futuras crisis sistémicas y fortalece la resiliencia y la cohesión interna. Además, es esencial para impulsar la industria manufacturera avanzada.
La estrategia de la UE en este campo se centra en tres pilares: sostenibilidad, competitividad y resiliencia. “Europa dio un paso adelante ante estos desafíos, con la innovación como motor fundamental al lanzar Horizon Europe en 2021, un ambicioso programa que complementa otras iniciativas, orientado a la investigación y a la innovación”, apuntan los autores.
Europa destaca en la primera de las tres etapas del ecosistema de ciencia profunda, el de la investigación científica, con una sólida base de talento en el campo de la innovación disruptiva y medioambiental. La UE ha sido pionera en reconocer y abordar los desafíos medioambientales. Su apuesta por la innovación verde le ha llevado a mantener una posición dominante en el campo de las patentes ambientales, si bien recientemente el panorama mundial ha sido testigo de cambios significativos, con un repunte notable de China, incluso alcanzando a Estados Unidos.
La UE, rezagada por la falta de financiación
A pesar de la pujanza de Europa en la primera fase, el informe advierte de que es en las dos siguientes etapas, creación de valor y crecimiento, en las que la UE queda rezagada, debido principalmente a la falta de financiación y limitaciones del mercado de capitales. Según los autores, existe una nueva clase de activo para lograr financiación, los fondos de ciencia (‘science equity’), que difieren de otros vehículos de financiación no cotizados, como el capital riesgo (‘private equity’ y ‘venture capital’) en su dedicación exclusiva a financiar proyectos de ciencia profunda en sus fases más preliminares.
“El ‘science equity’ asigna más fondos y de manera más eficiente, lo que permite a las empresas centrar sus esfuerzos iniciales en sus proyectos en lugar de gestionar sus necesidades de financiación recurrente”, apunta el informe. “Representa una poderosa herramienta para mejorar los procesos de innovación y aumentar la competitividad”.
El informe apunta a dos políticas estratégicas que debe llevar a cabo la Unión Europea para impulsar la innovación: la inversión directa y el desarrollo del mercado de capitales. “Si bien las políticas nacionales sirven como el principal impulsor de la acción climática, para la ciencia profunda el énfasis recae en promover la ‘science equity’, ya que el principal desafío de Europa es el déficit de financiación”, señala el informe.
Para abordar este reto, se necesitan estrategias específicas, como la inversión directa, especialmente en las primeras etapas, y una mejora del mercado de capitales, para lo que es necesario impulsar la participación de inversores institucionales y el progreso hacia un Mercado Único Europeo (CMU). Todo ello puede proporcionar el apoyo financiero necesario para cubrir los déficits de financiación y estimular los avances en ciencia profunda en la Unión Europea.
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