Estos venían a sustituir a los Objetivos del Milenio que se habían aprobado en el año 2000 y resumían en 8 los grandes retos del siglo XXI. De aquella experiencia, se sacaron conclusiones. Los logros de los ODM brindaron lecciones y experiencias valiosas para comenzar a trabajar, pero la labor no concluyó ahí. Quedó claro que el compromiso de cumplimiento no debía ser solo una declaración de intenciones, sino que los países y la sociedad civil tendrían que comprometerse desde el comienzo en su cumplimiento efectivo.
Para ello se desarrollaron 17 objetivos, cada uno con una serie de indicadores muy concretos que sirven para delimitar si se iba o no en la dirección correcta. No se trata de una lista dirigida a gobiernos, instituciones o dirigentes mundiales, sino de una hoja de ruta para todos y cada uno de los agentes de la sociedad. En el compromiso de futuro que plantean contamos todos, y en su continuidad a largo plazo las empresas juegan un papel fundamental: situadas como agentes de cambio con gran poder transformador, se relacionan entre sí y con el entorno, pudiendo generar un impacto decisivo con acciones concretas y propuestas de valor conscientes del reto que encaramos.
Muchas de ellas han optado por desarrollar la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 con autonomía, aportando su conocimiento propio. Sin embargo, la estructura de los ODS llama a la acción conjunta. Es el Objetivo 17, basado en la creación de alianzas, el punto clave que insta a establecer asociaciones inclusivas, vínculos sólidos desde los que trabajar la ESG.
Conscientes de este valor, desde Acción contra el Hambre ayudamos a todas las empresas a encontrar la forma de hacer suyos los ODS de una manera concreta y real, haciéndoles partícipes de nuestros proyectos. Colaboramos con más de 35 empresas y, actualmente, 14 de nuestros proyectos han sido diseñados y financiados por más de 20, entre ellas Ferrovial, Fundación Mapfre, Fundación la Caixa o We are Water Foundation, llegando a más de 105.000 beneficiarios de todos los continentes, además de España, Perú, Colombia, Centroamérica, Senegal, Filipinas o Moldavia (a raíz de la guerra de Ucrania).
Con estas y otras iniciativas en inclusión social, emergencias, seguridad alimentaria y saneamiento, ofrecemos crear alianzas integrales y transformadoras con las empresas para que puedan generar el mayor impacto posible y sean sostenibles a largo plazo. De esta manera, trabajamos para que sepan concienciar a sus stakeholders, principalmente empleados y clientes, además de construir acciones que pongan en el centro la lucha contra todas las caras del hambre.
Presentes en 50 países, trabajamos con un equipo multidisciplinar y contamos con el matiz diferencial de que, para nosotros, las empresas no son solo donantes, son aliadas: buscamos generar un valor compartido, colaborando en proyectos de cooperación y desarrollo de forma conjunta. Unimos su marca con la nuestra para generar un impacto real en la sociedad y ser el motor del cambio, todo ello enmarcamos en dos grandes premisas, la transparencia y la adaptabilidad, conceptos fundamentales para abordar los retos que plantean los ODS de manera eficaz.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: 7º aniversario de los ODS, junto a T-Systems y Villafañe&Asociados