La desinformación, las ‘fake news’ y la manipulación informativa… me preocupan; a mí y al parecer al 80% de la población española: según el último Eurobarómetro publicado por la Unión Europea, sólo el 20% de los españoles asegura estar completamente despreocupado por este tema y de las personas a las que sí que les inquieta este tema, sólo el 11% afirma saber perfectamente cuando ha sido expuesto a noticias falsas.
Teniendo en cuenta que la información nos llega principalmente a través de tres grandes bloques: medios masivos, comunicación digital y comunicación interpersonal, el no saber detectar ‘fake news’ e información sesgada es muy peligroso, a la vez que muy poderoso para aquellos que generan la información.
Por un lado, me preocupa la comunicación digital, sobre todo por los jóvenes: cerca del 95% de las personas entre 18 y 24 años se informa a través de buscadores online y redes sociales, mientras que la mitad de ellas asegura no saber contrastar la información porque nadie les ha enseñado cómo hacerlo, ni siquiera en el colegio.
Y por el otro, me preocupan los medios masivos porque solo el 10% de los españoles dice no consumir información a través de medios de comunicación, luego tenemos a casi la totalidad de la población española que consume información a través de televisión, radio, plataformas informativas… y sólo el 11% ha sido capaz de reconocer ‘fake news’.
Me preocupa cómo no somos capaces de identificar cuando nos están engañando, ni de cómo contrastar la información y poco importa que sean medios digitales, de comunicación o el vecino de enfrente.
En un mundo perfecto, lo ideal sería crear un marco de Comunicación Responsable para que todo aquel actor que tuviera que comunicar e informar, lo hiciera siguiendo unas bases. Sinceramente, creo que esto es una utopía imposible de alcanzar: la generación de contenido, ahora más aún con la aparición de la IA, es exponencial e imposible de controlar, tanto en lo que atañe a la información producida como a los que la producen.
Para mí, la solución a todos estos males -como para casi todo en la vida- es la educación. Creo que la Comunicación Responsable pasa por formar a las personas y enseñarles a contrastar información e identificar sesgos. Es inevitable posicionarse conforme a ciertas ideas, pero al menos que sí sepamos reconocer cuando nuestro interlocutor está apelando a nuestras emociones y moralidad para conseguir nuestra simpatía y aceptación. Si nos parásemos a reflexionar sobre algunos pensamientos que damos por válidos, cambiaríamos de opinión en muchos temas y, seguramente que también, romperíamos con algunos sesgos que no tienen sentido.
La Comunicación Responsable depende de cada uno de nosotros y del esfuerzo que queramos hacer en replantearnos las cosas: la información es como una moto, quien te la vende te dirá lo maravillosa que es, pero el comprarla queda en tus manos… seguro que la revisarás dos veces, mirarás opiniones, ficha técnica… ¿cómo no hacer lo mismo con la información que es el motor del ‘hoy y del ahora’?
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: ODS18 – Comunicación Responsable.