El turismo y los viajes son un sector de gran crecimiento en la economía mundial, por lo que es relevante examinar las conexiones entre esta industria y los ODS, tanto para los países en desarrollo, hogar habitual de los destinos turísticos, como para los desarrollados, fuente principal emisora de viajeros.
Esta industria tiene un doble impacto, tanto positivo, a través del desarrollo económico y el intercambio cultural, que ha permitido a muchas regiones alcanzar cotas de bienestar nunca vistas antes, como negativo, sobre el medio natural y, en ocasiones, por la aparición de un monocultivo económico que concentra riesgos de manera excesiva.
Como expuso el investigador sobre la contaminación y el cambio climático Mike Berners-Lee, “no hay un planeta B”, por lo que hace tiempo que abordar la senda de la sostenibilidad en el mundo de los viajes dejó de ser una opción. Afortunadamente, gracias a los ODS disponemos de una guía para la transformación del modelo de actividad turística, que nos lleve a abandonar el formato de economía lineal y cancele o compense suficientemente la generación de gases de efecto invernadero fruto de esta.
Hoy en día, los ODS son aplicables y alcanzables en distintos grados; sin embargo, hay problemas y obstáculos que pueden impedir la plena aplicación de estos. A pesar de los progresos realizados en los últimos años, no parece realista asumir que se alcanzarán colectivamente para 2030, incluso podría haber un retroceso en relación con algunos de ellos.
Entre las principales barreras sistémicas nos encontramos la disponibilidad y fiabilidad de los datos, la falta de voluntad política, los lentos avances normativos, los mecanismos inadecuados y el acceso a los recursos financieros disponibles. A todo esto, en el caso del turismo, se suma la falta de estándares técnicos universales, que provocan la dispersión de los esfuerzos y trabajos con esta orientación.
Pero todo esto, lejos de desanimarnos, debe suponer todo lo contrario. Cada vez que una organización o empresa implementa una medida positiva, cada vez que la presión social empuja a un legislador a regular de forma consistente con los ODS, cada vez que como consumidores optamos por aquellas ofertas que tienen en cuenta que los recursos no son infinitos, estamos un paso más cerca de alcanzar las metas adoptadas por las Naciones Unidas para el año 2030. Más importante que conseguir llegar a la meta en esa fecha, es conseguir poner en marcha un cambio consistente que lleve al mundo en esa dirección.
Por nuestra parte, en Ávoris Corporación Empresarial hemos puesto en marcha un ambicioso plan de transformación, que, en colaboración con firmas asesoras de referencia, y con la premisa de reducir, compensar y crear impacto positivo, se concreta en un primer trienio de objetivos centrados en los ODS 12, 13 y 17, y en el 14 y el 15 como complementarios.
Entre nuestras principales iniciativas de aquí a 2025, en el ámbito de la reducción se encuentran la puesta en marcha de una sede central 100 % autosuficiente energéticamente, la electrificación de la flota de vehículos, la reducción de un 9 % del consumo total de energía, la reducción de uso de papel en un 80 % y que el restante proceda de fuentes renovables y la disminución en un 75 % de las emisiones de CO2 y la de los residuos fruto de nuestra actividad de negocio.
Siguiendo con la compensación, vamos a poner en marcha un proyecto de captura de decenas de miles de toneladas de CO2 y en cuanto al impacto positivo, trabajamos en proyectos de regeneración medioambiental en destinos turísticos del Caribe y la puesta a la venta de un porfolio de viajes y experiencias sostenibles.
En conclusión, se trata de adoptar una visión que permita pasar el testigo de un mundo habitable a las generaciones futuras a través acciones grandes y pequeñas, para las cuales, los ODS son una magnífica hoja de ruta de trabajo.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: 7º aniversario de los ODS, junto a T-Systems y Villafañe&Asociados