Durante la última Cumbre sobre los ODS, Europa fue quien puso en duda el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esto se debió a que todavía estamos lejos de su cumplimiento, a pesar de que nos encontramos en el ecuador de la meta marcada por la Agenda 2030.
Viéndolo con perspectiva, podemos estar alineados con el mensaje que transmitieron los líderes de la Cumbre con respecto al avance de los ODS, ya que su implementación fue algo lenta. Pero, por otra parte, el contexto de la actualidad tampoco ha ayudado. En mitad de una crisis climática, fluctuaciones económicas, conflictos bélicos y secuelas que nos ha dejado la COVID-19, más que un progreso, hemos observado un estancamiento.
La situación es diferente si analizamos el impacto de España y su progreso en el cumplimiento de dichos Objetivos. El Informe de Desarrollo Sostenible publicado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas en julio de este mismo año, señalaba que España ha ido experimentando una mejora progresiva en este aspecto. De hecho, desde el 2017, hemos observado un aumento gradual en nuestra valoración, pasando de 76.8 a 80.4 en esta última edición, y en los últimos dos años no se ha experimentado un retroceso en ninguno de los ODS.
A pesar de la sensación agridulce que nos dejan los datos globales, nuestra contribución como país a los ODS nos da algunas pistas del buen camino. Sin embargo, no debemos olvidar que somos los principales agentes (empresas e instituciones) los que tenemos que seguir impulsando iniciativas con impacto real, si queremos alcanzar las metas que se plantean a medio y largo plazo. En el sector de la movilidad, el reto de asumir este compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible se intensifica, ya que el transporte es uno de los sectores que mayores emisiones de efecto invernadero genera al planeta. Un aspecto que también afecta de manera directa a nuestra salud y a la calidad del aire que respiramos, entre otros factores.
Desde las instituciones ya se están promoviendo paquetes de medidas que nos marcan una hoja de ruta más clara, y complementaria a los ODS, hacía una movilidad más sostenible. Algunos ejemplos son el Pacto Verde Europeo o el Fit55, que incluyen objetivos concretos sobre la necesidad de acelerar la transición hacia la descarbonización del sector. Sin embargo, no debemos dejar que toda la responsabilidad recaiga en las instituciones públicas, ya que las empresas también tenemos un papel protagonista en este escenario.
Desde Cabify somos conscientes de los retos a los que se enfrenta la industria son complejos, así como de su fuerte impacto en el medioambiente. Por eso, en nuestro propósito de mejorar las ciudades para vivir, integramos la sostenibilidad como uno de nuestros principales compromisos. Empezamos en este viaje hacia la movilidad sostenible, especialmente en materia medioambiental, de una manera más proactiva en 2018. Nos adherimos a la Red Española del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, y desplegamos una estrategia global para compensar todas las emisiones que genera nuestra actividad, invirtiendo en proyectos de reforestación y energía renovables locales.
Por otra parte, el pasado 2022 lanzamos nuestra nueva Estrategia de Negocio Sostenible, en la que se incluyen ambiciosas metas para descarbonizar al 100% nuestra flota para 2030 a nivel global, 20 años antes de lo que nos marca la Comisión Europea. Hasta la fecha podemos señalar algunos logros, por ejemplo, en España contamos con que el 80% de los vehículos conectados a la plataforma de Cabify cuentan con una etiqueta Cero o ECO, mientras que en América Latina este porcentaje es del 21%.
Además, nos apoyamos en la innovación para que la transición hacia una movilidad sostenible sea una realidad. Gracias a nuestros desarrollos tecnológicos somos capaces de reducir una media de 1.000 toneladas de CO2 anuales a nivel global. Un total que se suma a las emisiones evitadas por las alternativas de movilidad bajas en carbono que ofrecemos en nuestra plataforma en España, y la descarbonización progresiva de la flota colaboradora. Estos esfuerzos nos han permitido seguir reduciendo el índice de emisión media de CO2 (g Co2/km) de la flota año a año.
Sin duda, somos conscientes de que todavía nos queda un largo viaje por recorrer, y que nuestro impacto no sólo debe avanzar en materia climática, sino en todos los aspectos de la sostenibilidad. Además, nos encontramos en un momento en el que existe una mayor concienciación y conocimiento de las metas que nos proponen los ODS, al menos a nivel europeo. Así que aprovechemos esta ventaja, y empecemos a generar un impacto positivo real deplegando acciones que nos permitan contribuir a que el planeta pueda seguir respirando, antes de que sea demasiado tarde.
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