Equidad, sostenibilidad ambiental, trabajo sin ánimo de lucro, cooperación o solidaridad, son algunos de los principios que acompañan a la economía social y solidaria (ESS) en su búsqueda por lograr una verdadera transformación social, en un mundo tan complejo como el nuestro.
Pero estos valores no pueden contraponerse a la necesidad práctica y real de estas organizaciones de ser eficientes, auto sostenibles y de contar con estructuras fuertes para dar continuidad a sus proyectos, para preservar los empleos que genera y para seguir dinamizando la economía gracias a sus diversas actividades.
La situación mundial actual y la sucesión de múltiples crisis económicas, sanitarias, sociales e incluso bélicas no solo han llevado a la ciudadanía a vivir en la incertidumbre, sino que estas organizaciones también se enfrentan a muchas dudas sobre su futuro, en especial organizaciones sociales lideradas por mujeres: Estas, en muchas ocasiones, tienen mayores dificultades para acceder a financiación por múltiples motivos, entre ellos no contar con recursos propios y depender de subvenciones, no tener la formación técnica adecuada para la búsqueda de fondos públicos o privados, y también la falta de tiempo por la desigualdad que sigue existiendo con el reparto de las tareas del hogar y los cuidados, que la mayoría de veces recaen sobre ellas.
Esto se puede constatar en un estudio realizado por Calala Fondo de Mujeres en 2023, sobre la financiación de las organizaciones de mujeres en España.
Es llamativo que las organizaciones de mujeres de la ESS vivan tanta incertidumbre y precariedad laboral cuando la Agenda 2030 de Naciones Unidas define a este sector como “un camino importante para transformar el mundo para mejor” o cuando dentro de sus ODS se contempla la igualdad de género, la reducción de las desigualdades o el trabajo decente y el crecimiento económico. Calala Fondo de Mujeres lleva mucho tiempo haciendo incidencia ante financiadores públicos para que disminuyan la burocratización y dificultades en la entrega de recursos a estas organizaciones y para que ofrezcan fondos más flexibles adaptados a sus necesidades.
También, a través del proyecto Fondo Dalia, financia actualmente más de 30 proyectos de mujeres de la ESS a lo largo y ancho del país, que trabajan en diversos sectores y que atienden a más de 27.000 personas con servicios sociales como comedores comunitarios, formación en tecnología para personas sin recursos o acompañamiento a mujeres en casos de violencia machista.
La empresa privada también es un agente relevante para la sostenibilidad de estas organizaciones gracias a la aportación de financiación para sus estructuras o proyectos, apoyo formativo o consolidación de alianzas estratégicas para trabajar en conjunto sobre proyectos sociales con mucho impacto social.
Así mismo, para que el sector empresarial cuente con aliadas expertas en igualdad y diversidad, que refuercen y enriquezcan sus estrategias de Sostenibilidad y ESG. Para hallar esas oportunidades es necesario que ambos sectores, el privado y el social, se acerquen para dialogar, para aprender buenas prácticas mutuas y para ponerse de acuerdo sobre cómo debe ser su aporte hacia un cambio social concreto y duradero.
Aunque las mujeres han afianzado su rol y liderazgo social en el sector de la economía social y solidaria, según el estudio de REAS de 2021: Las mujeres en la ESS, aún existen muchas limitaciones con respecto al emprendimiento social y la necesidad de fomentar la participación de las mujeres en las actividades relacionadas con la toma de decisiones estratégicas y presencia en cargos societarios o políticos, dos cuestiones que hoy en día no están del todo resueltas.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Economía Social y Solidaria, en colaboración con AERESS.