En Fairtrade, entidad de la que Marcos González, Presidente de Corresponsables, forma parte de su Junta Directiva creen que es esencial desvelar la profunda conexión que existe entre el comercio justo y la sostenibilidad. En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de un cambio hacia prácticas más sostenibles, el comercio justo surge como una de las soluciones más eficaces para equilibrar la economía global y preservar el medio ambiente para las futuras generaciones.
Unión indisoluble
El comercio justo es un movimiento internacional que aspira a redefinir las reglas del comercio global. Su objetivo es simple pero poderoso: garantizar que cada individuo que participa en la cadena de producción reciba una remuneración justa por su trabajo y sea tratado con dignidad y respeto. Pero va más allá, se trata de empoderar a las comunidades productoras, respetar sus derechos y asegurar que su labor sea sostenible en términos medioambientales, sociales y económicos.
La sostenibilidad, en su definición más amplia, significa satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas. Implica una cuidadosa consideración de cómo nuestras acciones y decisiones impactan el medio ambiente, la sociedad y la economía. En este sentido, la sostenibilidad no es simplemente una moda pasajera, es un imperativo moral y una meta a largo plazo que todas las sociedades deben buscar activamente.
El comercio justo y la sostenibilidad están intrínsecamente ligados. Ambos comparten la misma raíz: el respeto. Respeto por las personas, por el medio ambiente, por las comunidades y por la futura existencia de nuestro planeta. El comercio justo se centra en las personas, su bienestar y su dignidad. La sostenibilidad, por otro lado, se centra en preservar el medio ambiente y mantener el equilibrio ecológico. Ambos conceptos se refuerzan mutuamente y constituyen dos aspectos fundamentales de una misma realidad: un mundo más justo y sostenible.
En el corazón de Fairtrade y de todo el comercio justo, encontramos la sostenibilidad. Al garantizar que los productores reciban un precio justo por sus productos, se les permite invertir en condiciones más sostenibles. Al empoderar a las comunidades locales, el comercio justo fomenta la sostenibilidad social, evitando la explotación laboral – a través del trabajo infantil y forzoso- y garantizando condiciones de trabajo dignas y seguras. Por otro lado, la sostenibilidad es un componente esencial del comercio justo, ya que para que un producto sea verdaderamente justo, debe producirse de manera que no agote los recursos naturales ni cause daño al medio ambiente.