La irrupción de la pandemia a inicios del 2020 ha supuesto la aceleración de muchos cambios y transformaciones, la mayoría de los cuales ya estaban ahí, latentes o en proceso de gestación.
De hecho, en el año 2018, un estudio de GEBTA identificó tres grandes factores que iban a tener incidencia en el ámbito de los viajes de empresa y que se han visto confirmados a raíz de la COVID-19: la relocalización de una parte de los procesos productivos y de la cadena de suministro, la creciente digitalización de los negocios, y la crisis climática. Todos ellos tienden a contribuir a una reducción del volumen de desplazamientos global, y con ello a los niveles de emisiones que cualquier viaje genera.
Sin perjuicio de lo anterior, tras más de un año de restricciones en viajes y un uso intensivo de las videoconferencias, hoy sabemos que el viaje de negocios sigue siendo necesario, y en muchos casos, insustituible por la relación telemática.
Como acreditan diversos estudios recientes, el 63 % de los profesionales considera que los viajes son necesarios para alcanzar sus objetivos comerciales, y el 82% estima que las reuniones presenciales son más efectivas que los encuentros virtuales, especialmente para viajes prospectivos y para visitar clientes. Además, el viaje de negocios y las reuniones presenciales contribuyen a la internacionalización y aumento de las exportaciones, pero también a una transferencia de conocimiento tácito más rápida y eficiente.
Por ello, las estimaciones de las principales organizaciones de la industria y de las consultoras especializadas, sitúan entre 2024 y 2025, la recuperación del volumen de viajes a los niveles previos a la pandemia.
Ante este escenario, resulta evidente que organizaciones como GEBTA nos planteemos cómo hacer compatible la recuperación de los desplazamientos profesionales, con la necesaria reducción de las emisiones y el cumplimiento de los ODS. ¿Es factible aunar ambos objetivos? ¿Cuáles son, en su caso, las pautas que deben seguir las empresas y las organizaciones?
En este escenario se sitúa la labor de asesoramiento y consultoría de GEBTA y sus agencias, a través de las políticas de viajes o la apuesta por la tecnología y soluciones compensatorias.
Desde la perspectiva de la política corporativa, sólo hay que recordar la primera de las reglas a tener en cuenta en materia de viajes: Sin un propósito claro es preferible evitar viajar. La empresa va a tener un ahorro evidente, el empleado va a evitar pérdidas de tiempo que podría haber dedicado a otras actividades, y el ecosistema nos lo va a agradecer.
Esta primera regla se ve desarrollada por una segunda norma: En el caso de estar clara la necesidad de viajar y siempre que sea posible, es recomendable organizar más de una reunión por viaje.
Junto con el diseño e implantación de las políticas de viajes, el rol de las agencias es igualmente clave en la identificación y selección de aquellos proveedores que acrediten mejores prácticas y estándares en reducción de emisiones y que dispongan de políticas sostenibles en todos sus procesos.
Del mismo modo, GEBTA y sus agencias proporcionan a sus clientes corporativos herramientas y soluciones para poder adaptar sus políticas de viajes: desde calculadoras de huella de carbono, hasta plataformas certificadas de compensación, que permiten realizar transacciones con la máxima transparencia, como opción alternativa, cuando no pueda evitarse el desplazamiento.
La crisis climática es un hecho y no hay tiempo que perder. Por ello nuestra obligación y responsabilidad pasa por identificar soluciones en el corto plazo y ser capaces de aplicarlas.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Viajar con propósito, promovido por Air France-KLM.