Últimamente, cada vez que leemos artículos relacionados con estas dos palabras, jóvenes y empleo, es algo parecido a un thriller o una película de ciencia ficción. Titulares como “España sigue líder en paro juvenil en la Unión Europea con 33,9% de menores de 25 años sin empleo” o “España tiene una tasa de paro entre los menores de 25 años de más del doble de la media de la eurozona” o “con respecto a enero de 2020, el desempleo de los menores de 25 años se traduce en 184.000 parados más en la UE y en 89.000 en la zona del euro” (datos de marzo-abril 2021, Eurostat), te ponen los pelos de punta y piensas… ¿qué no estamos haciendo bien?
Sí, estamos, en plural. Tener las tasas de desempleo juvenil más altas de Europa es responsabilidad de todos y todas. Los grandes retos globales a los que nos enfrentamos como sociedad, sólo se pueden resolver colectivamente, la experiencia nos lo demuestra día tras día. El cambio climático, la igualdad de género, la lucha contra la pobreza, la seguridad sanitaria, la inclusión social de todos los colectivos vulnerables… requieren acciones de los ciudadanos, las instituciones públicas y las empresas. Y es importante tener en cuenta que estos desafíos no están ocurriendo a miles de kilómetros, están ocurriendo en muchos hogares españoles.
Estamos en un momento de cambio, transformación, metamorfosis colectiva e individual. Los antiguos modelos organizativos a nivel económico y social van cayendo por su propio peso a una velocidad arrolladora, lo que pone constantemente a prueba nuestra capacidad de adaptación. Y el empleo y las necesidades de nuestros jóvenes también forman parte de esta mutación. El concepto del trabajo hace 40 años nos hablaba de estabilidad, contratos indefinidos, horarios rígidos… en esta ecuación, la cualificación no era expresamente necesaria y el mercado laboral era mucho más accesible. Hoy en día nuestro panorama se rige por inestabilidad laboral, contratos temporales, horarios flexibles y alta cualificación, pero ojo, este último punto puede ser también un hándicap: la sobrecualificación también puede ser un problema. Esto en cuanto al empleo, ¿y qué pasa con los jóvenes?
Los jóvenes de hoy son entusiastas, exploradores, comprometidos y están listos para cambiar el mundo. Han vivido varias crisis económicas, una pandemia, los primeros efectos del cambio climático y además tienen sobre sus hombros la responsabilidad de resolver los problemas de las generaciones pasadas. Nuestros jóvenes son superhéroes y superheroínas, y lo primero que tenemos que hacer como sociedad es recordárselo todos los días.
Los próximos pasos deberían poder llevarnos a generar un ecosistema que vincule lo que la juventud puede ofrecer con los nuevos nichos de empleo. En noviembre de 2020, la Comisión Europea lanzó el “Pact for Skills” con el objetivo de unir fuerzas entre las organizaciones públicas y privadas para adecuar la capacitación con el cumplimiento de los objetivos de la transición ecológica y digital. Poniendo en valor “las habilidades blandas” y la formación profesional. En mayo de 2021, el Ministerio de Educación y Formación Profesional presenta la “Alianza por la Formación Profesional”, destacando que España necesita técnicos con cualificación intermedia y que esta puede ser la principal palanca de desarrollo de la economía del país.
Este tipo de iniciativas dan luz al camino que hay que seguir, pero tenemos que verlo reflejado en instituciones, centros educativos y empresas. Desde Quiero, llevamos años acompañando a los jóvenes, inspirándolos, motivándolos y empoderándolos para ser quienes quieran ser. Con nuestros proyectos formativos buscamos hacer ese encaje entre lo que “hay fuera” y lo que ellos y ellas pueden ofrecer. Les ayudamos a convertirse en verdaderos agentes de cambio, y generar impacto positivo en sus vidas y en la de los demás, y ahora más que nunca queremos seguir haciéndolo porque tenemos claro su potencial solo tenemos que darles las herramientas necesarias.