La Fundación Randstad junto con Randstad Research ha llevado a cabo un análisis para conocer el impacto que la automatización puede tener en el empleo de las personas con discapacidad.
Según la RAE, la automatización es todo proceso que trata de sustituir el operador humano por dispositivos mecánicos o electrónicos. En la actualidad estos procesos vienen marcados por el uso cada vez más intensivo de desarrollos tecnológicos como la robótica o la inteligencia artificial. De acuerdo con esta definición, el primer impacto que podría observarse de la utilización de estos desarrollos es que aquellos empleos con tareas repetitivas o recurrentes y que no requiera grandes conocimientos o destrezas, podrían ser fácilmente reemplazables por alguno de estos procesos con el objetivo de ganar en agilidad y en eficiencia.
El sector industrial y agrícola han sido los primeros en hacer un uso intensivo de estos procesos de automatización, sin embargo, el sector servicios ya no es ajeno a sus beneficios y empieza a incorporar muchos de estos automatismos. En sectores como la hostelería, la jardinería, la limpieza o la administración, es cada vez más habitual ver la presencia de robots o de diversas automatizaciones.
España se encuentra inmersa en esta tendencia y según el último informe de la International Federation of Robotics (IFR) forma parte de los 15 países con mayor densidad de robots.
Analizar los sectores y las ocupaciones donde las personas con discapacidad están más presentes, se convierte en prioridad para ver el impacto que la automatización puede tener en el empleo de este colectivo y pone de manifiesto el desafío que la Fundación Randstad tiene para compensar sus efectos lo antes posible.
Un 21% de los ocupados con discapacidad tienen un riesgo muy alto de verse afectados por los procesos de automatización
Según los últimos datos publicados por el INE, en 2021 había en España más de 518 mil personas ocupadas con discapacidad. De ellas, más del 80% lo hacen en el sector servicios (421 mil personas) y un 12% en el sector industrial (62 mil personas). El otro casi 10% se distribuye entre el sector de la construcción y la agricultura.
Al dividir a los ocupados con discapacidad por grupos de ocupación según la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO-11) y atendiendo al nivel de competencia de cada grupo, se observa en la siguiente tabla como aquellas ocupaciones sombreadas tienen un riesgo alto o muy alto de ser impactadas por los procesos de automatización. Esto significa que al menos 312 mil personas ocupadas con discapacidad (un 60% del total de ocupados) pueden verse afectadas por esta tendencia.
Los que mayor riesgo corren son el 21% de ocupaciones elementales porque son el grupo que más peso tiene en el conjunto de ocupaciones y es el que menor nivel de competencias requiere. Es decir, en este grupo se requieren tareas físicas o manuales sencillas y rutinarias y solo se exige conocimientos básicos de lectura y escritura y de aritmética elemental. En este grupo es normal ver a limpiadores, peones de carga, peones de jardinería o ayudantes de cocina. Es decir, profesiones con un riesgo muy alto de incorporar algún tipo de automatización y donde mayor presencia hay de personas con discapacidad.
Casi el 54% de los contratos firmados por las PCD se encuentran en ocupaciones con riesgo alto o muy alto de automatización
En cuanto a los contratos firmados, a 31 de diciembre de 2021 las personas con discapacidad firmaron 307.885 contratos, concentrándose más del 54% en tan sólo 15 ocupaciones (167 mil contratos).
Estas 15 ocupaciones requieren competencias muy básicas y elementales para su realización, situando a las personas que firman estos contratos en riesgo de verse afectados por procesos de automatización.
Según se observa en la siguiente tabla, casi un 25% de los contratos realizados a personas con discapacidad se hicieron como personal de limpieza (48.485 contratos) y como peones en la industria manufacturera (28.006 contratos) que son dos de las 4 ocupaciones con riesgo más alto de verse afectadas por procesos de automatización. Ese porcentaje se elevaría al 29% si sumamos todas las ocupaciones de riesgo muy alto.
Objetivo: reducir el impacto negativo de la automatización en las personas con discapacidad
Para María Viver, directora de la Fundación Randstad, “Que la gran mayoría de los empleos que ocupan las personas con discapacidad estén sometidos a los riesgos de la automatización, coloca a nuestra fundación frente a un gran reto: disminuir en la medida de lo posible ese impacto y que el número de personas con discapacidad en riesgo por la automatización se reduzca progresivamente”.
Para lograr este reto, la Fundación cuenta con herramientas como la formación y el desarrollo del talento, claves para la adaptación de las personas con discapacidad y la mejora de su empleabilidad. En 2022, la fundación invirtió casi 600.000 euros en formación, el 64% de las personas formadas y el 42% de las personas atendidas consiguió un empleo.
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