Las fundaciones comunitarias son organizaciones filantrópicas con una particularidad que define desde su estructura hasta las acciones que desarrollan: el territorio y sus habitantes. Este modelo de fundaciones está creado y gestionado por los habitantes de un territorio concreto (un barrio, una ciudad, una comarca…), para imaginar y aportar soluciones colectivas a las necesidades y problemáticas específicas de ese territorio y de las personas que habitan en él.
Esta característica lleva implícita un tipo de estrategias y metodologías que priman la escucha activa de las personas y los actores sociales activos del territorio, así como el desarrollo sistémico y sostenible de proyectos a través de la movilización de recursos locales y foráneos.
Partimos del convencimiento de que una comunidad debería contar con recursos para atender por sí misma problemas locales y urgentes como la pobreza, el desempleo o la problemática de la vivienda, y todos los ciudadanos deberían poder disfrutar de la cultura, del ocio, tener acceso a la salud o la educación y a un medio ambiente sano.
Las fundaciones comunitarias suponen un valioso conector de agentes locales, cuyo fin común es la creación y el desarrollo sostenible en el tiempo, de sistemas de cuidados dentro de la comunidad y soluciones a sus problemáticas específicas, favoreciendo que sus habitantes gocen de una vida más plena y feliz.
Aunque el tejido asociativo español es sólido y la respuesta solidaria de la sociedad civil ha sido una de las pocas buenas noticias que hemos podido leer durante los periodos de crisis económica y sanitaria que aún afectan a importantes grupos de población, el modelo de las fundaciones comunitarias no está muy desarrollado en este país.
Este contexto, crítico por un lado pero esperanzador por otro, dibuja una coyuntura en la que las fundaciones comunitarias pueden aportar nuevas capacidades a las asociaciones vecinales, proporcionar una financiación y sistematización de acciones de distintos actores locales o apoyar en la consolidación de una red local funcional de entidades y personas. En definitiva, pueden articular e impulsar un tipo de desarrollo local incipiente que, en estos momentos, es más necesario que nunca.
El programa que, gracias al apoyo de la Fundación Mott, ha impulsado la Asociación Española de Fundaciones (AEF) durante 2021, supone un importante paso hacia la consolidación de las fundaciones comunitarias como una herramienta innovadora y dinámica que sirva al desarrollo y mejora del entorno de las comunidades.
Desde la Fundación Daniel y Nina Carasso sentimos una gran satisfacción al apoyar este programa, ya que actúa directamente en los territorios desde un enfoque comunitario. Una escala de la que, estamos seguros, surgirán soluciones innovadoras y sostenibles para esas comunidades y su vida social, cultural y ambiental.
De hecho, frente a la disminución de la financiación pública y la urgencia de actuar en este ámbito comunitario, se hace cada vez más importante aplicar fórmulas innovadoras y eficaces como estas en las formas de asociacionismo local que permitan no sólo sostenerse sino desarrollar la acción solidaria existente y permitir que la comunidad se apropie de esas soluciones. Estimular la vitalidad del territorio, crear oportunidades de diálogo e inclusión, abordar problemas urgentes, acoger la diversidad cultural y alentar la innovación, aprender y compartir conocimiento desde la transparencia y la honestidad son algunos de los objetivos que mueven a las fundaciones comunitarias.
En este sentido, el programa de la AEF acompaña a los ciudadanos deseosos de aportar valor a su territorio, mediante una formación completa y un itinerario de acompañamiento personalizado para lograr la mayor eficacia posible a la hora de actuar en su territorio o comunidad como organización. Esta forma de filantropía utiliza de manera eficiente el esfuerzo y los recursos colectivos, ya sean humanos, materiales o económicos, para lograr sus objetivos, estimulando así el surgimiento de nuevas oportunidades para conocer, colaborar y co-construir proyectos desde el diálogo y la diversidad.
La Fundación Daniel y Nina Carasso promueve, a través de sus proyectos, la justicia social y el desarrollo comunitario. Lo hacemos apoyando iniciativas que persiguen, desde la colaboración y la participación activa, una transformación profunda de un modelo actual que no parece responder a las problemáticas que afectan a la ciudadanía.
El fomento de la capacidad crítica de cada ciudadano y su participación son elementos fundamentales del trabajo de las fundaciones comunitarias. que compartimos y apoyamos a través del programa que ha estado llevando a cabo la AEF a favor de esta vía para la filantropía, un modelo que forma parte de un movimiento global que aboga por fortalecer las comunidades. Todo ello a partir de los principios que hemos venido enumerando y que pueden sintetizarse en estas “sencillas premisas”: escuchar, distribuir los recursos y actuar desde y para una comunidad a la que amas.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Fundaciones Comunitarias