¿Qué ha llevado a vuestra organización a formar parte de la Plataforma por las Empresas Responsables?
Desde hace ya casi tres años, Greenpeace España ha estado presente en diversas conversaciones y reuniones relacionadas con la necesidad de sumar esfuerzos para llevar hasta el Parlamento español una propuesta de ley de Debida Diligencia. Cuando se empieza a gestar la Plataforma por las Empresas Responsables, Greenpeace estaba entre las organizaciones convocantes e impulsoras de esta iniciativa. Entendemos que la mejor manera de impulsar este cambio es a través del trabajo en coalición con el tejido social y empresarial.
¿De qué modo consideráis que os aporta formar parte de esta alianza y que efectos a corto plazo esperáis conseguir con ella?
La Plataforma por las Empresas Responsables está formada por asociaciones del Tercer Sector, empresas y fundaciones. Esta mezcla permite una riqueza enorme en cuanto a visiones, experiencias y enfoques. Y esta diversidad y pluralidad no solo es enriquecedora, tiene un potencial de cambio enorme.
¿De qué modo tu organización trabaja para mitigar o alertar sobre los impactos sobre los derechos humanos y medioambientales de las empresas? ¿Nos puedes explicar brevemente vuestra evolución hasta la actualidad? ¿Y alguna buena práctica con los objetivos que persigue?
El trabajo de Greenpeace alrededor del planeta nos permite tener una mirada global sobre las dos crisis actuales, la climática y la de biodiversidad, fuertemente vinculadas al saqueo de los recursos naturales, violaciones de los derechos humanos (incluido los asesinatos a los líderes y lideresas de las comunidades), la pérdida de soberanía alimentaria, las migraciones, etc. Y es la actividad económica del sector empresarial quien aparece siempre de manera directa o indirecta detrás de esta degradación de la vida humana.
Por este motivo, y en lo que a comportamiento y responsabilidad corporativa se refiere, Greenpeace España ha puesto el énfasis en los últimos años en la necesidad de superar el actual marco basado en la voluntariedad y la RSC. Vistos los malos o escasos resultados de décadas de RSC, buenas prácticas y adhesiones voluntarias, hace falta dar el salto hacia marcos regulatorios que obliguen a las empresas a medir su impacto, evitarlo y, llegado el caso, rendir cuentas y responder ante la justicia por el daño ocasionado.
¿Cuáles son en tu opinión los grandes retos y desafíos/oportunidades de las empresas en materia de gestión responsable de los DDHH y del medio ambiente?
Los ODS, el Acuerdo de París, los derechos humanos y la economía circular han sido fagocitados. No hay empresa grande o mediana que no asegure que es “sostenible”, que cumple los ODS o financia la transición y lucha contra la corrupción. El gran reto es poder separar el grano de la paja, para lo que es fundamental ir abandonando la voluntariedad y el greenwashing de aquellas empresas y sectores que se han abrazado al discurso de que los acuerdos voluntarios están cambiando las cosas y que demandan la desregulación (llámese impunidad) con respecto al impacto de sus actividades sobre el medio ambiente y los derechos humanos. Mientras, y en especial las empresas internacionalizadas (sean o no del IBEX35) siguen con dobles estándares, omisiones en las obligaciones legales, promesas incumplidas, desastres ambientales y, muertes y violaciones de los derechos humanos. Por eso tienen que entender la necesidad de una Ley de Debida Diligencia.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Plataforma por Empresas Responsables.