El Día de la mujer y la niña en la Ciencia, que se conmemora el 11 de febrero es, en mi opinión, una oportunidad para hacer un reconocimiento público y general a todas las mujeres del ámbito científico, luchadoras y trabajadoras incansables, que han abierto camino a lo largo de los años y que, por las circunstancias de su época, no recibieron el crédito que merecían por su labor investigadora.
Y, por otra parte, es una jornada perfecta para animar a las niñas y jóvenes curiosas, esas que miran el mundo con los ojos grandes, observadoras e innovadoras, a dedicar su vida a estudiar y buscar las respuestas que ayudarán a mejorar el mundo en el que vivimos. Ellas son el presente del futuro.
La Ciencia se alimenta de mujeres investigadoras que son capaces de ver la vida de manera critica, sin olvidar que se investiga para mejorar la vida de las personas. La humanización también forma parte de la investigación. Que la molécula que pueda aplicarse a un enfermo de cáncer tenga en cuenta la calidad de vida del paciente, su experiencia vital, el modo en el que esos avances deben formar parte de su vida. La Ciencia debe buscar como curar, pero también cómo seguir viviendo con dignidad.
A las personas que nos dedicamos a la gestión de la investigación nos gusta pensar que somos las que creamos el entorno necesario para que las y los mejores investigadores puedan trabajar.
Creo sinceramente que una de las mayores satisfacciones de quienes trabajamos en el ámbito científico es saber que nuestra misión es “ayudar a que sea posible”. Para que la Ciencia pueda desarrollarse y alcanzar los objetivos en cada proyecto se necesita apoyar a los que empiezan para que consigan ser los mejores. Pero eso no basta, se necesita una gestión eficiente, financiación adecuada y encontrar a los mejores colaboradores, a personas y entidades comprometidas, socialmente responsables, con una visión y una misión profesional y vital que, sin duda, es especial. Esta parte menos visible de la Ciencia, que es la que llevamos a cabo desde fundaciones como la de Ribera Salud.
Cuando pienso en el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la primera palabra que me viene a la cabeza es “más y mejor”. Porque pienso en más Ciencia, más presente, más futuro, más oportunidades, mejores soluciones, más esperanza, más niñas con pensamiento crítico, más curiosas, más lejos, más vidas, más salud y más Sanidad. Creo que con más mujeres y niñas comprometidas con la Ciencia e implicadas en la investigación y la innovación, avanzaremos más y mejor en la salud y bienestar de los ciudadanos.
A las niñas a las que le gustan las Ciencias y a las jóvenes que están dando sus primeros pasos en esta área les aconsejo, de corazón, que nunca se cansen de preguntar, ni de curiosear, ni de leer, ni de formarse. Que no dejen nunca de pensar, analizar y buscar alternativas y soluciones a los retos que la Ciencia les plantee. Porque es precisamente esa búsqueda infinita la que permite mejorar día a día tratamientos, procesos clínicos, intervenciones quirúrgicas, tecnología y vacunas.
Es decir, todas aquellas acciones que van a permitir mejorar la salud de las personas y también ayudarles a prevenir enfermedades.
Siempre nos preguntan a qué investigadora famosa pondríamos de ejemplo y creo, sinceramente, que no hace falta tener un nombre famoso para ser un referente en la Ciencia. Para mí son imprescindibles y un auténtico referente todas aquellas mujeres que se dejan la piel cada día para que los avances de la Ciencia lleguen a las personas.
Me gustaría citar dos mujeres referentes cuyo trabajo, además, redunda en la mejora de la salud de otras mujeres. Me refiero a la doctora Julia Camps y a la doctora María del Mar Gil.
Ambas son las impulsoras de una gran labor de prevención basada en la investigación y la mejora constante en el grupo Ribera. La doctora Camps, en el ámbito de la detección temprana del cáncer de mama, a través del diagnóstico precoz con técnicas avanzadas de imagen, como la mamografía con contraste o la aplicación de algoritmos de AI en la resonancia magnética para “ver lo que otros no ven”.
Y la doctora María del Mar Gil, por ser un referente en la medicina fetal y una impulsora de los nuevos procesos de detección temprana de la preclamsia y la diabetes gestacional, que tanta incidencia tienen hoy en día en los embarazos, por el ritmo y los hábitos de vida y que tanta importancia tienen en la salud de los recién nacidos y de sus madres. Ellas son un referente y un ejemplo que celebramos en un día como el de la mujer y la niña en la Ciencia.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.