La expresión crecimiento inclusivo señala con claridad una dirección y camino a recorrer. El desarrollo del management de la empresa como ciencia tiene por objeto ayudar a su prosperidad y a la de todos. En este sentido la situación que vivimos a causa de la pandemia del Covid ha puesto de manifiesto la urgencia de progresar en la empresa y como sociedad más allá de los aspectos técnicos y económicos. Las consecuencias de los confinamientos han evidenciado la importancia del trabajo de las personas y de sus contribuciones. Quizá ha llegado el momento de decirlo alto y claro. Sin las personas no hay creación de valor, son las personas las que crean valor, solo ellas pueden tener iniciativa emprendedora.
La empresa, comunidad de personas
El Observatorio Empresarial para el Crecimiento del Crecimiento Inclusivo está poniendo en marcha una serie de iniciativas innovadoras para la promoción del crecimiento inclusivo entre las empresas, conscientes de su papel en la sociedad. La empresa es una comunidad de personas que genera valor para sus clientes con productos y servicios. Para sus empleados que en ella crecen y se forman además de percibir un sueldo, para los accionistas e inversores que obtienen un beneficio. Para los proveedores que se desarrollan proporcionando empleos, para las comunidades en las que opera, para la sociedad en general, y para la misma empresa de modo que pueda proseguir desempeñando su misión. En resumen, la empresa vive de satisfacer necesidades y genera valor para todos, y mucho valor.
Para el IESE potenciar la iniciativa emprendedora es una prioridad desde hace muchos años. Fue pionero en su enseñanza en Europa, con el Prof. Pedro Nueno tras asistir a las primeras clases de sobre el tema ofrecidas por el Prof. Howard Stevenson, y continúa impulsándola desde múltiples ámbitos. Formar a emprendedores, empresarios y ejecutivos en la creación de valor y ayudar a ejercitar la iniciativa emprendedora o a liderarla nos parece determinante. Una empresa debe generar valor siempre. Y aunque exige un gobierno sostenible y técnico de recursos y operaciones, éste debe estar a la altura de la persona o sus resultados se verán mermados. Por otra parte, como tantos otros, estamos disconformes con las cifras de paro de los países desarrollados y los niveles de pobreza de los países menos desarrollados. Con realismo, confiamos y apostamos decididamente por la iniciativa emprendedora de las personas que crean valor para la empresa, sus empleados, clientes y proveedores, accionistas y la comunidad en las que opere. Un valor que se percibe ciertamente incontable en muchos aspectos y que contiene dosis de gratuidad.
Crecimiento inclusivo: configurar oportunidades
El crecimiento inclusivo nos habla de configurar oportunidades para que cada vez más personas puedan ejercitar su acción emprendedora. Además, nos invita a hablar de la empresa en términos positivos introduciéndola sin ambages en la senda del crecimiento y de la abundancia para todos. Ciertamente exige un esfuerzo compartido por todos, pero lo hace sin restar, al contrario, multiplica y hace a todos beneficiarios de este crecimiento. Porque las personas todas aportan siempre valor que es creativo y nuevo para los demás. No se trata solamente de liberar la asfixia creativa de tantos coetáneos nuestros, que ya es un buen objetivo, se trata de hacer partícipes a todos de esta prosperidad.
En el IESE sabemos que formar a profesionales que lideren y gestionen con excelencia empresas al servicio de las personas exige mejorar y esforzarse por la innovar continua todos los días, y nos esforzamos por hacerlo, nos sentimos también emprendedores.
El crecimiento inclusivo en la actividad empresarial, y en particular en la iniciativa emprendedora, no es una concesión hacia los menos favorecidos, sino es una necesidad para la supervivencia futura de una empresa. Una empresa, con un emprendimiento que no tenga en cuenta a todos los actores que directa indirectamente intervienen en ella, lo que incluye a la sociedad en general, irá perdiendo su legitimidad y su derecho a operar, precisamente por el daño que estará infligiendo a estos actores que deja de lado.
Los beneficios son una consecuencia
En el IESE siempre hemos concebido y enseñado que la actividad empresarial debe tener como centro a las personas. La empresa debe centrarse en satisfacer las necesidades de las personas. Esta idea contrarresta las tesis que mantienen que la finalidad de la empresa es crear valor para el accionista. Finalidad que ha sido elevada a culto en las últimas décadas. Esta centralidad de los beneficios en la actividad empresarial y económica ha sido, en buena parte responsable de la potente crisis económica que tuvimos hace diez años. Los beneficios son una consecuencia de satisfacer bien las necesidades de las personas. Perseguir la maximización de beneficios para solamente el ámbito inversor es una estrategia incompleta. La centralidad de la persona a la que nos hemos referido abarca tanto clientes como proveedores, empleados accionistas y toda la sociedad. Entramos en la época del crecimiento inclusivo, y las empresas que no lo abracen se verán en dificultades. Las que lo abracen solo por motivos de imagen también tendrán dificultades, pues no estarán haciendo todo lo que la sociedad está empezando a pedir a las empresas, Exigencia, por otro lado, que es responsabilidad de las empresas.