Ya se sabe que, en cualquier tiempo y lugar, cuando se da una circunstancia en la que se piden voluntarios se crean de forma automática dos tipos de personas (cada una con una manera distinta de ver las cosas): las que rehúyen cualquier amago de levantar la mano, sea cual sea la propuesta o misión, y las que se atreven a valorarlo.
Este texto va dirigido de Igualándote a ese segundo tipo de personas. Porque desde el 8 de marzo de 2022 ya todas las empresas de más de 50 empleados/as deben contar con su plan de igualdad. Pero las empresas de menos de 50 personas en plantilla ¿deberían hacer su propio plan de igualdad de forma voluntaria? ¿Por qué? ¿Cuáles son las ventajas?
Un esfuerzo que merece la pena
Somos plenamente conscientes de que a nadie le apetece, así en general, hacer un esfuerzo extra por eso que solemos llamar “amor al arte”. Y si algo caracteriza a las pymes españolas es que no están (estamos) precisamente sobradas de tiempo y de recursos para dedicarlos a otra cosa que no sea sobrevivir.
Sin embargo, el esfuerzo de hacer un plan de igualdad sí merece la pena, decididamente. Y abundan las razones para ello, tanto si lo quieres ver desde una perspectiva principalmente ética como puramente práctica. Ya que es obligatorio (desde el 14 de abril de 2021) elaborar un registro retributivo, ¿por qué no dar el paso y completar la tarea? ¡Hay muchas razones!
Las razones esenciales: ¡igualdad!
La razón más básica de todas está igualmente vigente para empresas grandes o pequeñas: promover la igualdad de trato entre hombres y mujeres en todas las facetas de nuestra sociedad es una mejora evidente en la vida de, por lo menos, la mitad de la población.
Poner fin a la discriminación en la empresa (o al menos tender hacia ese objetivo) no es solamente cosa de los grandes, y más en un país donde las pymes somos legión: el 99,8% de las empresas españolas (y de ellas, un millón somos micropymes).
Ya solamente con esos números queda patente el peso específico de las pymes en España, pero por si no está claro: generamos el 66 % del empleo del país: más de tres millones de personas trabajan en nuestras pequeñas empresas. O sea, que sin nosotros, el trabajo está hecho solo a medias.
Las razones prácticas (contrataciones y subvenciones)
Pero hay razones más tangibles para implementar planes de igualdad aunque no sea una obligación legal ni moral. ¿Has oído hablar del DIE? El Distintivo de Igualdad en la Empresa es un sello de excelencia otorgado por el gobierno español a las empresas con políticas de igualdad efectivas.
En paralelo, la contratación pública es otro de los ámbitos en los que tenemos mucho que ganar si contamos con un plan de igualdad. Para las empresas obligadas a tenerlo, su ausencia directamente las inhabilita para muchos procedimientos; para las empresas no obligadas (las pymes), contar con él será toda una bonificación para optar a contratos públicos.
De manera parecida, en el futuro es de esperar que el acceso a numerosas ayudas y subvenciones pueda depender del hecho de contar con un plan de igualdad; será otro de esos “criterios de selección”, obligatorios en algunos casos y opcionales (pero decisivos, seguramente) en otros.
Las razones estratégicas… Una empresa mejor
Por último, señalaremos otras razones que convierten un plan de igualdad en una medida muy positiva para las empresas de menos de 50 trabajadores/as y que tienen que ver, en primer lugar, con la llamada imagen de marca: nuestra imagen corporativa pública. Ser conocidas por promover voluntariamente la igualdad efectiva entre mujeres y hombres nunca puede ser malo…
Al contrario, una política de igualdad activa y seria solo puede contribuir a mejorar el clima laboral en nuestra organización. En relación directa con ello está aquello de potenciar la retención de talento que tanto preocupa al departamento de recursos humanos, es decir, ayudar a afianzar ese talento que tanto cuesta atraer a nuestras empresas.
Buena imagen de empresa, empleados/as más felices, capacidad de atracción de talento y poca rotación del mismo… Esto solo puede redundar, a medio y largo plazo, en una mejora de nuestra productividad como empresa, el eterno caballo de batalla de la economía española del siglo XXI.
Un objetivo, muchas razones
Ya ves que, aunque nadie nos obligue, apostar en firme por la igualdad puede acarrearnos considerables ventajas a todos/as: personas, trabajadores/as, empresas… Y a toda la sociedad.
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