¿Qué importancia tiene para vuestra comunidad haberse adherido al Manifiesto?
Desde el Club de Malasmadres, y desde la Asociación Yo No Renuncio, apostamos por la flexibilidad de las jornadas laborales para poder conciliar y que la mujer no se vea abocada a renunciar. Eso está íntimamente conectado con las políticas internas de las empresas. Si organizaciones como la nuestra apoyamos este modelo y si la administración reconoce a las empresas que demuestran con hechos y datos reales hacer las cosas bien, estaremos marcando el camino para todas las demás.
Apoyar el modelo de empresas con propósito es un paso fundamental para promover la conciliación y la igualdad de género en el ámbito laboral, que es uno de los espacios en los que se generan estas desigualdades.
En nuestro caso, perseguimos la conciliación real y, para ello, necesitamos toda la fuerza del sector público y del sector privado, para conseguir políticas públicas que terminen alcanzando ese interés común. Es una adhesión natural para nosotras, pues el interés es común: promover un modelo de sociedad más sostenible, inclusivo y justo.
¿Por qué una figura legal que reconozca e impulse las empresas con propósito es necesaria en España?
La verdad es que nuestra comunidad y nosotras como asociación, a veces nos encontramos con información de otras empresas que puede ser confusa. A veces, incluso, podemos llegar a desconfiar de lo que dicen que hay detrás de sus productos o de su modelo de negocio
Sin embargo, nosotras creemos que no todas las empresas actúan de la misma manera. No son todas iguales. Ante esa desconfianza, creemos que la administración pública debe supervisar, poner en valor y reconocer públicamente a aquellas que hacen las cosas bien y que aportan valor genuino a la sociedad y al medio ambiente. No solo hablamos de responsabilidad empresarial, hablamos de empresas que son capaces de responder con recursos privados a problemáticas públicas como la desigualdad de género, la baja tasa de natalidad, la despoblación de la España Vacía o la contaminación.
En este sentido, esta figura jurídica es una manera de reconocer la labor ante los consumidores, ciudadanos, inversores, clientes y proveedores, incluso ante los medios de comunicación, las organizaciones sin ánimo de lucro o ante la propia administración pública, que debería tener en cuenta estos criterios a la hora de contratar.
¿De qué forma vuestra comunidad está apostando por el desarrollo de buenas prácticas socialmente responsables que contribuyan a la consecución de los ODS? ¿Nos puedes explicar brevemente vuestra evolución hasta la actualidad?
El Club de Malasmadres ha logrado crear una comunidad de personas, mayoritariamente mujeres, concienciadas con la necesidad, diría la urgencia, de trabajar por la igualdad, por la conciliación y por la corresponsabilidad.
El club reúne ya a una comunidad de un millón de mujeres que no quieren renunciar, ni a su carrera por ser madres, ni a ser madres por su carrera profesional. Todo empezó con un desahogo personal mío a través de un Tweet. Pronto me di cuenta de que había una generación de mujeres que se sentía engañada, porque fuimos educadas para conseguir todo lo que nos propusiéramos en total igualdad con los hombres, pero nos hemos dado cuenta de que la maternidad acaba con esa igualdad de porcelana, que se rompe en cuanto llegan los primeros hijos e hijas.
La Asociación Yo No Renuncio, que creamos desde el Club, es nuestra arma para hacer incidencia social y política a favor de la conciliación.
La tercera pata de nuestra organización es nuestra tienda, Soy Malamadre, un ecommerce responsable, que apuesta por una producción sostenible, con precios muy razonables y tallas para todas las mujeres.
¿En qué medida se crea valor social y ambiental, además de económico, en vuestro sector y cuáles son las principales barreras y obstáculos para hacerlo?
Todas las empresas pueden dejar una impronta en la sociedad, combinando los beneficios económicos con buenas prácticas.
Desde el Club de Malasmadres ofrecemos a nuestra comunidad contenidos de interés social y herramientas para empoderarlas. Somos un lugar de encuentro, un espacio de debate e incluso un confesionario donde, muchas veces desde el humor, ponemos en común nuestras preocupaciones e inquietudes. Esta labor social del Club de Malasmadres es uno de los valores que más aprecian las seguidoras.
¿Cuáles son los otros grandes retos y desafíos de vuestra comunidad en cuanto a la creación de impacto social y ambiental se refiere?
Nuestro gran reto es alcanzar un pacto de estado por la conciliación. Para lograrlo, llevamos cinco años luchando desde la asociación por situar este tema en la agenda social y política española, a través de estudios sociológicos, campañas de visibilización o grandes eventos como nuestras carreras Yo No Renuncio. Gracias a toda esta labor, estamos logrando que las administraciones den pasos adelante, como la reciente Mesa de los Cuidados, impulsada por el Ministerio de Igualdad, en la que compartimos mesa con todas las organizaciones que tienen algo que decir en esta materia.
En materia medioambiental, hemos trabajado durante años, de la mano de Ecovidrio, en campañas para concienciar a nuestra comunidad sobre la necesidad de cuidar nuestro entorno y promover el reciclado de residuos. Tenemos una comunidad muy concienciada con el cuidado del medioambiente y nuestro compromiso, como empresa y como asociación, es firme en este aspecto. Nuestra marca de ropa, Soy Malamadre, que elabora prendas que empoderan a la mujer con mensajes que refuerzan nuestra comunidad, se distingue por trabajar con materiales orgánicos en un alto porcentaje de sus productos y por una producción sostenible, toda ella realizada en fábricas de Portugal.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Un nuevo modelo económico y empresarial inclusivo y sostenible