¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la RSE y cómo ha ido evolucionando hasta ahora?
Empecé en sostenibilidad en Abengoa, en 2007. Llegué un poco por casualidad porque durante mi proceso de selección para el departamento de comunicación, la entidad tomó la decisión de empezar a trabajar el tema de la sostenibilidad de una manera más profesional, creando un departamento independiente, y me seleccionaron para ese nuevo departamento. Recuerdo que al principio no había muchas empresas que tuvieran un departamento de sostenibilidad. En nuestro caso, éramos dos personas. Construimos en aquel momento el departamento de cero. En esos años recuerdo haber visto una evolución tremenda, en 2007 el mundo financiero no hablaba de sostenibilidad y al final de mi periodo allí los analistas ya contaban con especialistas en analizar información no financiera. También en el periodo 2015-2016 aparecieron los primeros bonos verdes. Fue un cambio radical y, desde que entré en Grupo Calvo, también ha habido un cambio enfocado sobre todo en el conocimiento en general de esta materia.
La sostenibilidad ha traspasado la barrera profesional y ya encuentras a personas menos familiarizadas hablándote de ella. Es cierto que uno puede encontrar mensajes de todo tipo sobre el tema porque parece que se habla en todas partes.
No obstante, para mí, el gran punto de inflexión ha sido el tema de la normativa. Actualmente se habla de “tsunami regulatorio” y realmente es así. Ha habido un cambio brutal en relación a la normativa y a las obligaciones que las empresas tienen en materia de sostenibilidad; van a ser un catalizador e impulsor para que esto realmente se tome en serio, se integre en las estrategias de las compañías y se produzcan avances consistentes.
¿Cómo ha evolucionado Grupo Calvo en materia de Responsabilidad Social y Sostenibilidad? ¿Podrías destacarnos algunas iniciativas de las que te sientas especialmente orgullosa?
Empecé en Grupo Calvo en 2016. La entidad ya tenía un departamento de Responsabilidad Social desde 2012. Empecé siendo una única persona en el departamento y me motivaba la posibilidad de hacer grandes proyectos, porque era una posición que estaba en la matriz y que, además, tenía un asiento en el Comité de Dirección. Había una apuesta muy importante por parte de la compañía en materia de sostenibilidad.
En cuanto a evolución, ha sido bastante importante a nivel de recursos. Ahora tengo un equipo -en El Salvador y Brasil también- bastante potente. Hemos vivido grandes avances y de lo que más orgullosa me siento es de haber definido unos objetivos bajo la iniciativa “Compromiso Responsable”.
En 2019 definimos 21 objetivos de reducción de impacto en tres áreas: océanos, medio ambiente y personas. Esos 21 objetivos deben cumplirse en 2025 y abarcan cuestiones como el compromiso de que el 100% de nuestro atún esté certificado como responsable y sostenible o que lleguemos al 30% de mujeres en el Comité de Dirección y al 44% en mandos intermedios, que el 95% de los productos que pongamos en el mercado tengan la capacidad de ser reciclados, así como los objetivos en reducción de consumo de agua, energía y de emisiones, entre otros.
El compromiso que adquirimos en ese 2019 fue no solo impulsar la consecución de esos objetivos, sino informar a todos los grupos de interés anualmente de su evolución y desempeño, con datos verificados de forma independiente.
Además, los responsables y personas que participan directamente o se involucran más en la consecución de estos objetivos tienen asociadas variables a esa consecución, es decir, parte de su sueldo está asociada a ello.
Fuimos de los primeros en tener ese approach 360, porque en el sector de las conservas y de la pesca había sobre todo un enfoque dirigido al cuidado de los océanos. Pero no se puede hablar de sostenibilidad si solo trabajamos en una de sus áreas.
¿Cuáles consideras que son las principales ventajas y beneficios de apostar por la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad para una compañía como Grupo Calvo?
Estamos convencidos de que apostar por la sostenibilidad y la creación de valor para la sociedad y el planeta está ligado directamente a la creación de valor para la compañía. No son cosas incompatibles que, quizá hace unos años, se veía más como un gasto o coste. En realidad, es una inversión para la mejora de la compañía a todos los niveles.
Cuando estás interiorizando el impacto de tus actividades para tratar de reducirlos es evidente que acabas mitigando riesgos. Hay un aporte también a nivel reputacional importante. A nivel de competencia respecto a otras empresas también.
El consumidor cada vez está más concienciado con estos temas. Quizás no tanto como pueden revelar algunas encuestas donde la intención y la realidad a veces están disociadas. Todos queremos tener un comportamiento muy responsable a nivel compra, pero luego la realidad de cada persona manda y el precio es todavía un criterio de compra muy importante.
Bajo mi punto de vista, no invertir en sostenibilidad implica comprometer el futuro como empresa, no sobrevivir. Aunque con esta ola de legislación es imposible no estar porque la propia ley te está exigiendo unos comportamientos que tengan en cuenta impactos, existen unas ventajas de creación de valor muy importantes y de mitigación de riesgos que hay que aprovechar. Los que más avancen en materia de sostenibilidad podrán aprovecharse de esas ventajas, de esa creación de valor.
¿Cuáles son los principales retos que tenemos en España en materia responsable?
El gran reto del sector empresarial en general, sobre todo el europeo por los objetivos y metas que se ha marcado la UE, está relacionado con el cambio climático. Ese proyecto es el gran reto que tenemos todos por delante, buscar esas alternativas para conseguir que nuestros negocios sean, no solo cero emisiones, sino que además seamos capaces de aportar una reducción de emisiones adicional.
Particularmente, en el sector alimentación y sobre todo de conservas, uno de los grandes retos es informar al consumidor. Ahora está más digitalizado, pero siempre ha sido un sector muy tradicional, más manual y artesanal. Durante mucho tiempo, a nivel comunicación ha ido un poco más lento que otro tipo de industrias. Hay un gran desconocimiento por parte del consumidor de lo que implica la sostenibilidad en una conserva.
No hemos sido capaces de poder transmitir todos los atributos de sostenibilidad que van asociados al atún. Realmente detrás de una lata de atún hay mucho trabajo, muchas personas faenando en el Océano Atlántico, Pacífico e Índico durante mucho tiempo, plantas de limpieza, fábricas, etc. El proceso no es nada sencillo.
También tenemos el reto de informar sobre el propio producto en materia de salud. La conserva no lleva conservantes ni aditivos de ningún tipo. Es un proceso por el cual la materia prima se conserva a través un proceso a muy alta temperatura y por tanto, es una buena manera de traer materia prima y preservarla prácticamente con todos sus atributos para ofrecerlo al consumidor. Es un producto muy barato, asequible y almacenable. No caduca en mucho tiempo. Tiene muchísimas ventajas a todos los niveles, incluido el de sostenibilidad para el consumidor, pero no hemos sabido comunicarlo. Ese es el gran reto del sector, poder transmitir los valores que hay detrás del producto.
¿Cuáles son los errores que se están cometiendo en materia de RSE en la actualidad y cómo podríamos subsanarlos?
Hay cierta arbitrariedad en el uso del término sostenibilidad y de todo lo que engloba. Hay que tener muy claro que el que se esté percibiendo como un valor positivo no implica que debamos abusar del término.
Al final, hay una cosa clara, nadie es 100% sostenible y esos mensajes no se dan. Se habla siempre muy en positivo de que hay que poner en valor todo lo que se está haciendo, pero debemos ser realistas y no llevarnos a engaños. La sostenibilidad es un proceso de mejora continua en el que hay que trabajar constantemente. Todos tenemos áreas de mejora y hablar solo de lo que es positivo o de lo que se está haciendo bien obviando lo demás nos lleva quizá a confundir lo que es el concepto de sostenibilidad.
Es muy importante hablar al mercado desde la transparencia y honestidad, que la empresa por el mero hecho de existir tiene impacto, pero que lo importante es que haya gente trabajando para reducir esos impactos, que tenemos que estar trabajando constantemente para conseguir reducirlo.
No quiero hablar de greenwashing, pero sí es verdad que el uso del término sostenibilidad sin rigor para mí es uno de los grandes errores que estamos cometiendo hoy porque corremos el riesgo de banalizar la sostenibilidad.
¿Qué importancia tiene para Grupo Calvo la comunicación de todos los valores e iniciativas responsables? ¿Y de la generación de alianzas y diálogo con los grupos de interés?
La comunicación es esencial y debemos comunicar con rigor y transparencia. Hacer las cosas y no trasladarlas al mercado también es otro error porque el consumidor también tiene que poder tomar una decisión informada de compra y nosotros tenemos el deber de proporcionar esa información. No podemos exigir que el consumidor tenga esa sensibilidad a nivel sostenibilidad si no le estamos informando o trasladando todo lo que se está haciendo. La comunicación es fundamental.
Reivindico ese rigor con el que muchísimas compañías trabajan. No debemos caer en que por la moda de la sostenibilidad vale todo y que haya que engancharse a eso. Hay muchas empresas trabajando esto desde hace mucho tiempo.
Por otro lado, las alianzas también son esenciales. Pretender hacer cambios como los que necesitamos de manera individual es loable, pero un error, porque el impacto va a ser mucho menor. Lo ideal es trabajar en alianzas, con la competencia, con el sector, con instituciones y organizaciones que saben mucho más en determinadas áreas.
Muy importante es también el tema de las certificaciones. Habrá certificaciones más y menos rigurosas, pero es una forma de que el consumidor tenga un mensaje avalado. En nuestro caso, hay algunas certificaciones en el campo de las conservas, como la certificación MSC, que son creíbles.
En definitiva, el rigor en términos de comunicación es fundamental y también lo son las alianzas para potenciar y dar pasos más grandes.
¿Cuáles son los próximos retos que tiene Grupo Calvo en materia responsable?
El gran reto es cumplir estos objetivos 2025 que tenemos por delante. Estamos empezando a pensar en cuáles van a ser los objetivos 2030. Hay algunos que ya se han conseguido, incluso superando el objetivo inicial, y hay otros en los que realmente nos toca trabajar y mucho.
Fundamentalmente, tenemos que trabajar en la reducción de consumos de agua y energía y también en aumentar el porcentaje de mujeres en el Comité de Dirección.
En un horizonte un poco más amplio, para nosotros el océano es uno de los grandes temas. Reducir nuestro impacto al máximo, garantizar la saludabilidad del atún, reducir el impacto en cualquier otra especie son algunos de los retos en los que estamos trabajando nosotros y todo el sector de manera continua, pero tenemos el gran desafío de la competencia con otros países donde no hay ese nivel de sensibilidad hacia estas cuestiones.
Para terminar, creo que como consumidores nunca somos conscientes del poder que tiene nuestra decisión de compra. Parece que la opción individual no tiene importancia, pero en realidad suma muchísimo. Elegir o no elegir, comprar o no comprar un producto no es más que apoyar una determinada forma de hacer, una calidad y una producción sostenible. Nuestra decisión de compra es optar por una forma u otra de hacer negocios y eso como consumidores lo debemos tener en cuenta. Esto no implica que haya que poner todo el peso en el consumidor, pero sí que deberíamos ser conscientes de que tenemos una capacidad de hacer que las empresas hagan a través de nuestras decisiones de compra muy importante.