La colaboración se ha convertido en la palanca del cambio. En estos últimos años, en los que todos hemos tenido que enfrentarnos a grandes retos y dificultades, creo que hemos podido extraer importantes aprendizajes. Y estoy convencido de que la mayoría de nosotros coincidiremos en que una de las grandes lecciones es la importancia de trabajar unidos. Que caminando juntos llegaremos mucho más lejos que si intentamos ir solos, incluso aunque vayamos más despacio.
Para una compañía dedicada al cuidado de la salud de las personas, como Novartis, la colaboración es un pilar fundamental. Realizamos nuestra actividad en ecosistema, trabajando junto a los pacientes, junto a los profesionales sanitarios, los hospitales, las instituciones, los gobiernos y la sociedad en su conjunto para cambiar las vidas de todas las personas que viven con una enfermedad, así como de sus familiares y cuidadores.
Porque el reto es enorme: encontrar entre todos soluciones que mejoren su salud y su supervivencia, pero también la calidad de vida de las personas. Y hacerlo es solo posible proyectando soluciones que vayan más allá de la medicina para mejorar el acceso al diagnóstico y a la atención sociosanitaria, con el fin de que todo el mundo pueda recibir el tratamiento adecuado, en el momento adecuado, independientemente de su situación social o personal.
Y tenemos la suerte de contar con grandes compañeros de viaje con los que compartimos nuestra aventura, como Cruz Roja. Desde hace algunos años, Cruz Roja nos ha tendido su mano para hacer posible un propósito común: mejorar la salud de la población en general y de los colectivos más vulnerables en particular, como inmigrantes y refugiados. Colaboramos para intentar reducir el impacto de enfermedades como el VIH, la tuberculosis, la COVID-19, la hepatitis C o la enfermedad de células falciformes, una patología hereditaria de los glóbulos rojos que causa un profundo dolor en quienes la padecen. Se trata de una enfermedad rara en España, si bien es uno de los trastornos genéticos de la sangre más frecuentes del mundo que afecta principalmente a personas de origen africano.
Juntos estamos trabajando en un programa de educación sociosanitaria que pretende sensibilizar sobre estas enfermedades infecciosas y hereditarias. Ayudamos a los pacientes a mejorar la gestión de su salud individual combatiendo las barreras lingüísticas y culturales que pueden encontrar a la hora de acceder a los servicios de salud, el cribado y el asesoramiento genético, factores clave para mantener estas enfermedades bajo control. En estos dos años, hemos logrado tener un gran impacto, con la realización de más de 200 talleres en 26 provincias de todo el país que han contado con la participación de más de 1.700 personas, la mayoría originarias de países como Ghana, Nigeria y Uganda, y con la labor de 112 personas y 115 voluntarios.
Y esto es sólo el comienzo, porque hay muchos retos sanitarios en los que, trabajando juntos, podemos lograr grandísimos resultados. ¿Por qué no, pues, plantearnos colaborar en los grandes retos de la salud, abordando las patologías que más muertes causan en España, como son las enfermedades cardiovasculares y las oncológicas?
Formamos un gran equipo: Cruz Roja aporta su profunda comprensión sobre las circunstancias y las necesidades de las personas, ayudándonos a ponernos en sus zapatos, y su excelente red de personas y voluntarios que sueñan con hacer del mundo un lugar mejor. Y desde Novartis aportamos nuestro extenso conocimiento sobre las diferentes enfermedades, además de nuestra firme voluntad de reimaginar la medicina para transformar la vida de los pacientes. Un claro ejemplo de que las grandes cosas se consiguen cuando se suman esfuerzos y convergen diferentes perspectivas. Porque al final, cuatro manos empujan más que dos. Y la unión de un equipo es capaz de catalizar el poder de cada uno de sus miembros. En definitiva: trabajando juntos somos mejores.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de Cruz Roja