1998. Este fue el año de lanzamiento del iMac G3. No hacía tanto ruido como aquél Pentium 4 que dos años más tarde lucharía por arrebatar cuota de mercado al de Jobs. Iphone 1 versus iPhone 15. Pupitre con cajonera versus pizarra digital. Game Boy pocket, Play Station 5… Hemos crecido entre himnos de Alejandro Sanz, Backstreet Boys y las Spice Girl, vivido la época más auténtica del reguetón más puro y mejor bailado, disfrutado de los últimos coletazos no poperos de Bon Jovi y sabiendo ubicar Woodstock del 69 gracias a aquellos vinilos de Pink Floyd de nuestros Boomers y que hoy son un tesoro. Salvados por la campana, David el Gnomo, los Power Ranger y ahora resulta que Pocoyó es un muñeco digital.
Somos la generación que ha rescatado los pantalones de campana, ha vivido entre el Batman de Tim Burton y el galardonado Jocker de Phoenix; que ha jugado en el parque hasta agotar el bote de Cristalmina, con canicas, peonzas, un Tamagotchi® que siempre salía torcido y un Furby que jamás callaba. Nos hemos ido de festival cumplidos los 18, y hasta el verano de los 17 nuestro pueblo era el mejor del mundo mundial. Pasamos de tener un ordenador VTech y ser los más afortunados de la clase, a no saber dónde guardar el ordenador personal, el del trabajo, el familiar, un móvil, el otro, el que se ha roto y el que se está reparando, tele de tubo antes y ahora tan plana que ni se ve.
Nos hemos ido de Erasmus y vuelto refunfuñando porque aquel país era más guay que el nuestro, y la fiesta mejor aún claro. Hemos pasado de acabar un SMS con un -CTX- a ser ilimitados y famosos en Instagram a tiempo real. Nos han dado todas las oportunidades para aprobar, para pasar de curso, para llegar a una empresa local e incluso poner el pie dentro de una multinacional. Que sí, vale, pocos disfrutamos de una hipoteca y niños a estos años porque vamos al día y encima lejos de casa, nos duran los matrimonios dos telediarios y si preguntan la respuesta es “perro y plantas, moto fijo y coche de milagro”. Así desde 2008, hecatombe. Millennials.
Recursos Humanos, tú todo esto ¿lo entiendes?
Desde entonces hemos sido los últimos becarios más o menos gratuitos, y la Generación Z que, ojo cuidado, pisando fuerte llega, se queja porque cobra 800 euros y no más. Pero oye, hemos pedido fruta en la oficina y nos la han puesto para todos, un puesto de liderazgo y nos han dicho manager, queríamos viajar y nos han permitido conocer mundo. Queríamos tomar decisiones y nos han dado curro para 32 horas al día. Hemos visto nacer startups como champiñones, nos hemos pegado codazos en alemán, francés, inglés, ruso y portugués, lo que falta hiciera con tal de estar en ese equipo multidisciplinar, multicultural, multitasking, multidiverso y multitodo liderado por ese, sí, ese que luego consiguió levantar una empresa de las llamadas unicornio pero trabajó de sol a sol entre nosotros como uno más.
Hemos sido impulsores de no lo reciclado, pero si de lo vuelto a revivir; sabemos lo que significa la palabra “hygge” y no porque Ikea y los nórdicos nos dijeran que al salir de trabajar había que cuidar de lo nuestro y los nuestros con una taza de té, chimenea y manta, que además todo junto hacían una foto muy cozy que incluso daba paz al alma, necesaria conciliación. Y de repente, cuando podíamos ahorrar, invertir en comprar pisos, tener críos, comprar coches y viajar como posesos, algo que nos encanta además de tener toda la tecnología punta actualizada a su última versión, nos soltáis un virus al aire, una guerra en Centroeuropa, la crisis del bitcoin, y todo patas arriba otra vez, vuelta a empezar, y aún sin hipoteca.
¿Qué más queréis de los Millennials?
Os hemos revolucionado la manera de hacer… Que sí, que ya lo sabemos, nuestros padres se han encargado de dejarnos una mejor educación, muchas clases extraescolares y fuerza varia para salir adelante. Pero es que mundo, nos lo has puesto muy difícil, menudo Mario Bros sin 1UP. Somos la generación mejor preparada, con acceso a una educación profesionalizada y de primera, un CV que adelanta por la derecha a lo que haga falta y encima contamos con algo muy importante de lo que en la actualidad mucho se carece: seremos nerds, hipsters, gamers, geeks, otakus, lo que vosotros queráis, pero seguimos conservando el sentido común de la mano de la voz de la experiencia de nuestros antecesores ¡Mil gracias!
Y me pregunto, recursos humanos, people and operations, happy chiefs, wonderfull team, human power engagement area… ¿Sois conscientes de que después de todo lo dicho anteriormente, el billar en la oficina nos da exactamente igual? ¡Que queremos desarrollo de carrera!
Buscamos empresas con valores que representen el esfuerzo que nos ha costado llegar hasta aquí, muchos cerca de sus familias, otros lejos porque se han ido, según acabaron sus carreras, a buscarse la vida, a aprender idiomas, a ver mundo, y es que si todo esto no estaba en el CV no nos queríais dentro. Buscamos que confiéis en todo el trabajo realizado para llegar a ser aquello que queremos ser por vocación, por pasión, porque nos mueve, porque no queremos estar ocho horas sentados en la oficina haciendo bulto, si no creciendo con el negocio y con vosotros, con el mundo y como personas. Buscamos que confiéis en cada paso incierto y a la vez seguro que hemos dado y damos, que busquéis en toda nuestra mezcla de “ires y venires” valores y aporte de valor, que os nutráis de nuestra mente inquieta y despierta, de nuestra capacidad de innovación, de trabajar en equipo siendo equipo, de las ganas de movernos y de revolucionar el entorno.
Nos conformamos con un espacio de trabajo diáfano, que esté chulo, que nos invite a crear, a pensar, a divertirnos, pero no nos hace falta un futbolín, nos hace falta que nos deis la mano para avanzar juntos, que nos dejéis el camino abierto, queremos crear, inspirar, y ser inspirados. Y esto sería un Millennial en una empresa, una persona con ganas que quiere seguir aprendiendo de la experiencia de sus antecesores, construyendo el presente e impulsando un futuro un poquito mejor cada día para los que ya estamos y para los que están por venir.
No queremos que Recursos Humanos, o los departamentos de felicidad, o el área de personas tengan una lista de propuestas infinita que nos fidelice durante años a la misma organización. Queremos que las personas que trabajan para las personas en una empresa tengan la receta infalible que nos permita ser alguien con nombre y apellidos en una empresa, con capacidad de decisión, con aporte de criterio, con proyecto, liderazgo, y un importante camino por el que avanzar juntos, y esta receta es bien fácil: creed en nosotros, valorarnos bien cualitativa y cuantitativamente, y guiarnos en un camino en el que juntos tenemos mucho que aprender.
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