En el área de la innovación se señalan dos situaciones donde resulta más probable que surjan iniciativas de talento como respuesta a las necesidades sociales sentidas y legítimas. La primera emerge cuando existe un ecosistema para la innovación con recursos, personas formadas y una estrategia sostenida y evaluada en el tiempo. La segunda aparece en momentos de total exigencia marcados por crisis graves. El cambio de modelo de gestión del IRPF centralizado y estatal a otro mixto pero mayoritariamente autonómico se ha revelado como un terremoto en el tercer sector del que aún hoy se sienten las réplicas.
En ese momento histórico de máxima dificultad nace la iniciativa de ‘la X’, que desde sus inicios bautizamos como “empresarial”. Esta propuesta surge en un contexto marcado por una mirada muy restringida y negativa de lo que se podía hacer y no hacer en el futuro. Casi se daba por perdida toda posibilidad de salidas alternativas, complementarias, sustitutivas o disruptivas. En ese entorno y en un grupo muy reducido se fueron alumbrando otras propuestas. Una de ellas recibió el soplo del apoyo político, que luego sumo otros más y que fue salvando, cuál venturoso barquito de papel, los obstáculos de una corriente mucho más poderosa que él.
La X empresarial es un ejemplo de la necesidad de innovar y promocionar las acciones concertadas en relación a los multi-stakeholders. La toma de conciencia sobre que las empresas son agentes prioritarios en lo social no debía ser ya discutida, pero lo es en la medida en que los vínculos que establece con su comunidad y con las organizaciones públicas y del tejido social son estrechos, permanentes y auténticos. La propia concepción y articulación de los ODS se basa en esa alianza y acción concertada hacia la prosperidad. Hoy tenemos activado un porcentaje mínimo del potencial para la transformación social.
Plena inclusión trabaja con modelos de impacto colectivo para el abordaje de problemas complejos que necesitan de forma obligada la participación activa de muchos actores diferentes. La capacidad de crear redes y alianzas para la acción nos hace tomar conciencia de todo el capital social latente e inoperante que debemos activar.
La X empresarial podrá generar recursos económicos para la intervención, y sin embargo, otro de los grandes logros que puede conseguir reside en hacer confluir miradas, voluntades y acciones hacia objetivos compartidos. Sería también un buen resultado generar a través de la X empresarial un ecosistema para la innovación social y, de este modo, estar mejor preparados para los grandes retos que tenemos ya en el presente. Ojalá consigamos no vivir desde la precariedad de lo urgente.