El COVID-19 nos ha hecho enfrentarnos a una situación sin precedentes, a una realidad que en pleno siglo XXI nunca pensamos que íbamos a tener que vivir; a un entorno lleno de incertidumbres, de miedos, desolación, tristeza e impotencia ante la ingente cifra de personas que no han logrado sobrevivir.
La pandemia ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad y nuestra falta de protección ante un virus que ha cambiado nuestra vida, nuestra cotidianeidad y la del mundo en general. Pero como en todas las circunstancias difíciles, el COVID también ha sacado lo mejor del ser humano, aflorando los valores que nos definen como sociedad: la cohesión social, la unión, el esfuerzo, el respeto profesional, el reconocimiento, el agradecimiento y la SOLIDARIDAD en mayúsculas.
Nos ha enseñado a valorar lo que hasta entonces quizás banalizábamos por considerarlo como “algo normal”, haciéndonos ver lo extraordinario de cada uno de los detalles, hechos y actuaciones que conforman nuestro día a día.
Nos ha hecho reflexionar sobre la importancia de que nuestro sistema sanitario esté dotado de los recursos necesarios y sobre el valor de los profesionales que han puesto su vida al servicio de los demás.
Nos ha hecho ver de un modo claro y manifiesto que nuestros actos tienen consecuencias sobre la naturaleza, que debemos protegerla y actuar con responsabilidad. Que existe una íntima relación entre la actividad humana, el medioambiente y la salud, que el planeta y las personas tienen que estar en el centro de la estrategia.
La pandemia ha puesto de relieve el valor de la Agenda 2030 y la necesaria implicación de todos los agentes en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, desde las Administraciones Públicas a las empresas públicas y privadas, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil. Y ha puesto de manifiesto también la relevancia de tener integrada la Responsabilidad Social dentro de la estrategia y el modelo de negocio de las organizaciones. Así, medidas de conciliación y flexibilización laboral, como el teletrabajo, la salud y seguridad de las personas, la protección del empleo, la sostenibilidad de las cadenas de valor, el compromiso de los equipos, el bienestar social y las alianzas empresariales o público-privadas han sido determinantes para ser más resilientes y responder de una manera rápida a la emergencia sanitaria y social derivada del coronavirus.
En este contexto, el compromiso y la solidaridad del Grupo Ebro ha comenzado con el abastecimiento de todos nuestros mercados. Todo el equipo humano, desde que se iniciara la pandemia, está realizando una gran labor. Desde los que han permanecido en primera línea de batalla en las fábricas, redoblando esfuerzos para garantizar que los lineales no queden desabastecidos y procurar así tranquilidad a las familias, a los que estamos teletrabajando para que la Compañía continúe avanzando conforme a la planificación prevista. Para hacerlo posible y garantizar la salud y seguridad de los profesionales que han acudido a sus centros de trabajo y la de sus familias, el Grupo ha hecho una importante inversión en material de protección, mejorando los ya exigentes protocolos de seguridad de nuestras fábricas.
También hemos sumado esfuerzos para brindar apoyo a la sociedad con diferentes acciones, a través de nuestras marcas y filiales, en todos los países en qué estamos presentes. Así, estamos atendiendo tanto a la emergencia sanitaria, con la donación de materiales sanitarios críticos como mascarillas, test, mesas auxiliares, ropa de cama… en residencias y en hospitales, como a la emergencia social, con donaciones de arroz y pasta y aportaciones económicas a Bancos de Alimentos, ONG’s, asociaciones vecinales, colectivos solidarios que preparan comida para su reparto entre la población más vulnerable, etc. Es el momento de AUNAR FUERZAS y SUMAR.
El COVID-19 ha cambiado el mundo y probablemente también cambie nuestra matriz de materialidad, al menos, durante un tiempo. Hemos visto como un mundo que avanza a pasos agigantados hacia una sofisticación tecnológica cada vez mayor, se muestra totalmente indefenso y desprotegido ante un virus; esto nos tiene que hacer reflexionar sobre cuales tienen que ser las prioridades de trabajo de empresas y gobiernos a partir de ahora.
Las empresas tendremos que reorientar los programas sociales al nuevo entorno derivado de la pandemia, poniendo un mayor énfasis en la educación, el emprendimiento, la salud, la corrección de las desigualdades, la protección social y la recuperación económica, sin olvidar, claro está, el cuidado del medioambiente.
Nos enfrentamos a desafíos muy importantes, pero si trabajamos con el mismo tesón y unión que lo hemos estado haciendo desde que se inició la pandemia, estoy convencida de que seremos capaces de superar los retos que tenemos por delante.