Un tercio. Este es el tiempo ya consumido de la vigencia de los ODS 2030 (Objetivos de Desarrollo Sostenible), aunque tengamos la sensación de que fue ayer cuando se aprobaron en el seno de las Naciones Unidas. Los ODS venían a relevar a los Objetivos del Milenio (2000-2015), pero sobre todo rompían con un concepto tradicional de cooperación al desarrollo lanzando una agenda global, transversal, multitemática y que implicaba a gobiernos estatales, regionales y locales, empresas y sociedad civil. Con esta “puesta de largo”, lógicamente la expectativa fue inmediata. La Agenda hablaba sobre todo y tocaba todo, marcando, bajo 17 ODS, nada menos que 169 metas globales.
Pero, cinco años después, ¿en qué momento estamos? La respuesta hay que buscarla en modo condicional: no iríamos mal si no se nos hubiera cruzado la pandemia de la COVID-19. De hecho, en el último Foro de Alto Nivel de las Naciones Unidas 2020 celebrado en julio se respiraba una cierta sensación agridulce, porque la implementación de los ODS iba bien encaminada, en términos generales, hasta que apareció la crisis sanitaria.
Todos los países han paralizado su actividad pro ODS con el fin de atender la urgencia sanitaria que ha venido dada por la pandemia. Ya estamos viendo las primeras consecuencias: el informe de seguimiento que publica anualmente la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y la fundación Bertelsmann Stiftung reconoce que esta crisis hará retroceder muchos de los logros conseguidos en ámbitos como la pobreza, la educación, el hambre o las desigualdades sociales.
Sin duda, si podemos sacar una enseñanza de la COVID-19, es que somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos: ¿acaso todavía hay quien dude que los efectos de nuestras acciones sobre la naturaleza no tienen consecuencias?
Nos encontramos en un momento excepcional –insólito-, que ha supuesto un choque de realidad para todos nosotros y que nos ha dejado claro que debemos cambiar nuestra forma de relacionarnos con el medioambiente. Afortunadamente, disponemos de toda la “base de pensamiento”, con sus objetivos, medidas y propuestas listos para iniciar una transformación como nunca antes se había hecho: tenemos todo lo necesario para comenzar un cambio de paradigma, un nuevo escenario con el fin de ser capaz de dar respuestas y soluciones a las grandes crisis ambientales, sociales y económicas y, sobre todo, empezar a vivir dentro de los límites físicos del planeta.
Por eso, ahora más que nunca, se requiere de una mirada compartida entre todos, de un esfuerzo común que ponga en valor las alianzas público-privadas, con el fin de implicar a toda la sociedad en la Agenda 2030 y remar, juntos, hasta su consecución. No en vano, el ODS 17 promueve todo tipo de alianzas que posibiliten el cumplimiento de estos objetivos para 2030.
Y, bajo ese mismo ODS, el de las alianzas para el cuidado del medioambiente, basamos nuestra actividad desde Ecoembes, donde coordinamos un sistema circular donde están presentes empresas privadas, administraciones públicas, sociedad civil y, cómo no, ciudadanos. Solo gracias a esta gran alianza es posible que el reciclaje de envases siga creciendo año tras año en nuestro país – en concreto, en 2019, los españoles depositamos en los contenedores amarillos y azules un 8,1% más de envases con respecto al año anterior -. Este trabajo colectivo hace que, cada uno de nosotros, desde nuestro ámbito particular, estemos contribuyendo en el cumplimiento de los ODS, como son, por ejemplo, el 12 (producción y consumo responsable), el 13 (acción por el clima) o en los que tienen como finalidad proteger los ecosistemas marinos y terrestres (14 y 15).
Pero, entre el amplio abanico de temas que abarcan los 17 ODS, no querría obviar el cuarto, el que hace referencia a la educación, por ser uno de los objetivos que considero fundamentales para poder desarrollar gran parte de los demás. Si una sociedad no cuenta con una educación de calidad –y con foco en lo ambiental-, no tendrá la base sobre la que erigir sus cimientos. De igual forma, el derecho a contar con un empleo digno (ODS 8), inclusivo, que no deje a nadie atrás, se posiciona, probablemente más que nunca, como uno de los grandes retos a asumir y a los que dar solución en los años venideros. Para ello, una vez más, será clave crear redes compartidas de valor: alianzas al fin y al cabo, algo en lo que creemos y trabajamos desde Ecoembes con programas como Reciclar para Cambiar Vidas.
No podemos negar que los ODS cumplen un lustro con luces y sombras que se ha visto marcado por una crisis sin precedentes. Del compromiso global en los próximos meses dependerá que, en 2030, las luces sobresalgan sobre las sombras. Tenemos en nuestra mano seguir trabajando para empujar ese cambio de paradigma girando la mirada y los esfuerzos hacia un futuro cercano más sostenible, verde, limpio e innovador para, como reza el lema de Naciones Unidas, no dejar a nadie atrás.
ODS17. El papel de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el época post-COVID
Begoña de Benito. Directora de Relaciones Externas y RSC de Ecoembes
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