“Quien salva una vida, salva a la Humanidad”,
Proverbio judío.
En la situación actual de emergencia sanitaria, es verdaderamente justo que todo (un artículo de prensa, una clase “virtual”, etc.) empiece con un reconocimiento a la labor de los sanitarios españoles. Como sabemos, andan justos de medios pero sobrados de entrega; hasta el extremo de arriesgar sus vidas y las de sus familias.
Dicho esto, la pandemia está cobrando dimensiones alarmantes y totalmente desbordantes. Es evidente que hacen falta actuaciones contundentes y, sobre todo, oportunas en el tiempo. Podríamos plantear en esta columna si ahora estamos sufriendo los recortes sanitarios, que se realizaron en España por gobiernos del PSOE y del PP, teledirigidos por el paradigma de las políticas de austeridad. Sin embargo, nuestra reflexión se focaliza en las posibles vías futuras de salida y, por supuesto, en la emergencia económica.
No hay que ser muy agoreros para pronosticar que a corto plazo, en el segundo trimestre de 2020, España entrará en recesión técnica (según definición del NBER). El actual parón del sector servicios (entre otros) así lo hace temer. Esta realidad dramática admite, entre otras, las siguientes reflexiones: 1) Estamos, en una era de Capitalismo Financiarizado, a merced de un “contagio” (económico y financiero) global de adversidades de diversa índole; 2) El Análisis Económico va muy por detrás de la Realidad, siendo enorme el coste de las ideas equivocadas; y 3) Como nos enseñó, en parte, John Maynard Keynes, hay que utilizar (en la UE) todas las baterías de la Política Monetaria (inyecciones masivas de liquidez) y, sobre todo, de la Política Fiscal (Green New Deal, inversión en infraestructuras, apoyos incondicionales al sector empresarial, etc.). Pero no es nuestro objetivo (esto daría para varios artículos) esbozar un programa de Política Macroeconómica para la situación de emergencia económica que ya, desafortunadamente, vivimos. Así, vamos a intentar extraer enseñanzas de tres disciplinas emergentes del Análisis Económico: La Teoría del Decrecimiento, la Economía del Bienestar Subjetivo (Happiness Economics) y la Economía del Bien Común:
- Teoría del Decrecimiento. Sobre esta teoría podríamos remontarnos a la predicción del Estado Estacionario de David Ricardo (1817). La hipótesis es tan pesimista que le valió a la Economía el título de Ciencia Lúgubre. Más recientemente, en torno a las grandes crisis del petróleo (1973, 1979) se puso el énfasis especialmente en los límites del crecimiento. Así, muchos economistas abogan por el decrecimiento como única solución a dichos límites, entendiéndolo como una forma de vida sostenible con las personas y el planeta (Lautoche). De todo esto podemos sacar una conclusión esencial: el PIB no puede ser el único indicador de bienestar; es necesario, a la Stiglitz, complementarlo con indicadores más integrales (calidad de vida, Felicidad, etc.). Además, es evidente que tenemos que replantearnos dos cuestiones adicionales: huir del cortoplacismo imperante y dar un giro importante a nuestra manera de producir y, sobre todo, de consumir.
- Economía del Bienestar Subjetivo. No hay espacio para remontarse a Bentham (finales del siglo XVIII), pero muy brevemente hay que recordar que el Análisis Económico basado, a nivel micro, en las preferencias reveladas (decisiones de los agentes económicos) y, a nivel macro, en el PIB, lleva tiempo dando señales de agotamiento. Una alternativa científica la podemos encontrar en la Happiness Economics. La Academia ya la ha reconocido con dos Premios Nobel de Economía: Daniel Kahneman (2002) y Angus Deaton (2015). Su base son los datos de bienestar subjetivo autorreportados por los ciudadanos en distintas encuestas (como el EuroBarómetro). Con estos datos, junto al profesor de la Universidad de Sevilla David Patiño y al doctorando Alejandro Marín, hemos demostrado empíricamente que, en Europa, las fases de crecimiento negativo del PIB impactan, de forma negativa, mucho más (aproximadamente el doble) sobre la felicidad de los europeos, que las fases de crecimiento positivo. Una implicación, a bote pronto, es que hay que replantearse el diseño y el timing de las políticas de estabilización…!!!la Austeridad ha generado mucha infelicidad entre nosotros!!!
- La Economía del Bien Común (Felber), por su parte, rescata un concepto que tiene toda su vigencia hoy en día. El hombre es, por su propia naturaleza, social y, por tanto, interdependiente. Hasta ahora, el axioma utilizado en Economía es el Homo Economicus, como hombre tomando sus decisiones de forma individual, sin valorar sus efectos sobre otros y que, supuestamente, consigue los mejores resultados sociales. Pero los estudios en neurobiología y psicología nos han demostrado que el preocuparnos por los demás, no es sólo humano, sino que es necesario para uno mismo. Esto ya lo sabía Aristóteles, y el coronavirus nos lo demuestra a todos, sin la cooperación no hay futuro. Pues bien la Economía del Bien Común nos propone un sistema en la que la sociedad premie a aquellas organizaciones, comenzando por las empresas, que se preocupen de los demás, mostrando que los valores de la dignidad, solidaridad y justicia social, la democracia y el cuidado del planeta se pueden medir, desde luego que de forma aproximada; y crear un sistema de mercado donde se premie estos valores, frente a la maximización de beneficios y la competencia devoradora.
En definitiva, tenemos la oportunidad inaplazable de beber en las fuentes que complementan sobremanera el Análisis Económico dominante. Como señaló, en referencia al padre de la Economía, Malthus:
“El objetivo manifiesto de la investigación del Dr. Adam Smith es la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. Sin embargo, hay otra investigación, quizás aún más interesante y que ocasionalmente se confunde con ésta; me refiero a la investigación de las causas que afectan la felicidad de las naciones”,
Malthus (1798)