A finales del siglo XIX, Santiago Ramón y Cajal, médico y científico español, descubrió la neurona como elemento esencial del sistema nervioso, algo indispensable para que las células del cuerpo reciban el oxígeno y los nutrientes necesarios para sobrevivir. La interconexión de miles de millones de neuronas permite la existencia del ser humano en su máxima eficiencia. Una conexión que se sitúa como ejemplo perfecto para poner en valor la importancia de la colaboración, y se presenta como una premisa idónea que refleja lo que comúnmente conocemos como que el valor del todo es mucho más alto que la suma de las partes.
Esta reflexión podemos trasladarla al contexto social actual, en donde se hace más necesario que nunca la actuación de todos los actores que conforman la sociedad para alcanzar los objetivos medioambientales que velan por la salud de nuestro planeta. Estrategias colaborativas que consigan poner fin al modelo de producción y consumo lineal, conocido como “usar y tirar”, caracterizado por una explotación continua de los recursos naturales.
Así, cada vez son más los que trabajan por transitar desde ese modelo lineal a uno circular, donde los residuos son considerados recursos, y el único viable para asegurar la supervivencia del planeta. En este sentido, la población va, paulatinamente, tomando consciencia de su importante labor en este camino que todos, como sociedad, debemos emprender.
Así, por ejemplo, hábitos como la separación de residuos están ya asentados en la gran mayoría de los hogares españoles: 8 de cada 10 ciudadanos aseguran tener un cubo para separar sus envases. Sin embargo, para que ese ecologismo doméstico escale en toda la cadena y permita la circularidad de todos los envases es imprescindible que se haga una apuesta decidida por el emprendimiento y la innovación, y eso es algo que tiene que hacerse también entre todos.
Afortunadamente, ya han surgido iniciativas que no solo repiensan nuestro modelo de producción y consumo, sino que buscan nuevas vías para hacerlo posible. Pequeñas “redes neuronales”, que conformadas por startups, persiguen un futuro circular desde el mundo de la innovación y el emprendimiento.
Para muestra, las 3.500 startups que presentaron distintas soluciones en el ámbito de la gestión de residuos, ecodiseño, circularidad y nuevas soluciones para el ciudadano, en la primera edición de Circular Urban Challenge, una competición europea que organizamos desde TheCircularLab, como centro de innovación en economía circular que somos, en colaboración con el Ayuntamiento de Logroño, con el objetivo de dar respuesta a esos retos a los que nuestras ciudades se enfrentan. Un encuentro en el que se aunaron las soluciones más innovadoras, basadas en innovación tecnológica, y también innovación social o nuevos modelos de negocio, y que resolvían diferentes retos a los que se enfrentan las ciudades en materia de circularidad y reciclaje de residuos.
Así, queda claro que la innovación, el emprendimiento y la tecnología son un ‘must’ para poder ver avanzar hacia ese futuro sostenible y circular. Sin embargo, no debemos olvidar que, en ese camino, la colaboración tiene que acompañarnos en todo momento: la responsabilidad es de todos y las consecuencias de la inacción, también.
No tengo duda de que se están dando ya algunos pasos por parte de todos los agentes, tanto públicos como privados. Sin embargo, el camino es largo y tenemos que perseverar en todo momento. Por ello, animo a toda la sociedad a seguir mirando hacia el futuro, contribuyendo a esta transformación desde diversas palancas, generando espacios de conocimiento, potenciando la innovación, para finalmente conseguir una gran red colaborativa, que tan necesaria es para responder a la alerta roja que nos grita el planeta.
Ver vídeo resumen de Circular Urban Challange.