La emergencia sanitaria internacional ocasionada por la pandemia del coronavirus (COVID-19) y la declaración del estado de alarma en España tendrán severas consecuencias para la economía del país. Si bien resulta difícil realizar previsiones de crecimiento cuando existe incertidumbre acerca del desarrollo de los acontecimientos en relación a la pandemia, es prácticamente seguro que España entre en recesión durante el segundo semestre de este año, según han afirmado los profesores del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade, Pedro Aznar y Pedro Rey, durante una sesión on-line organizada por Esade. Los profesores han analizado la dimensión económica de esta crisis en el contexto español y en los mercados financieros, cuál debe ser la reacción por parte de los Bancos Centrales, gobiernos y administraciones públicas, y cómo puede el comportamiento de la ciudadanía contribuir a no exacerbar el problema.
Consecuencias económicas del COVID-19
Uno de los factores más determinantes para la economía de España frente a la crisis del COVID-19 es su dependencia del turismo, uno de los sectores más importantes del PIB nacional y que se verán más castigados por el impacto en la demanda agregada y en el empleo: “A finales de 2019, el sector del turismo contaba con 2,3 millones de afiliados a la Seguridad Social, sobre un total de 19 millones de afiliados”, ha recordado Pedro Aznar, director del grado en Global Governance, Economics & Legal Order de Esade. Otro condicionante de la estructura económica del país es “la predominancia de las pequeñas y medianas empresas, que son más vulnerables en estas circunstancias”, ha añadido. La oferta agregada también se verá afectada por esta crisis, con un impacto en las cadenas de suministros, según el experto.
“En comparación con la crisis financiera del 2008, con la que en estos días se hacen paralelismos, España cuenta hoy con menos margen de maniobra para la política monetaria y fiscal, con un nivel de endeudamiento cercano al 100% del PIB del país, que en 2008 se situaba en el 40%”, ha advertido Aznar. “Se va a producir una crisis inmediata de liquidez y no es difícil prever que pronto se convierta en una crisis de solvencia; muchas empresas entrarán en pérdidas. Asimismo, la caída de la producción también implicará una caída en la necesidad de mano de obra”, ha señalado. “Para ayudar a las empresas y proteger el empleo, el gobierno ha puesto en marcha medidas flexibles de política fiscal –aplazamientos en el pago de impuestos, ayudas las familias más desfavorecidas, o a quienes se acojan a un ERTE, etc.–, que pasarán factura a la capacidad de recaudación de impuestos, necesaria a su vez para la financiación de estas políticas”, ha comentado.
En paralelo, el experto ha destacado “la importancia de las inyecciones de liquidez de los bancos centrales en el sistema financiero, que ha de actuar como transmisor para que la economía en su conjunto pueda hacer frente a los desajustes de pago”, ha indicado Aznar. “Para responder a los desafíos económicos de esta crisis sanitaria internacional es necesario encontrar una solución global, multilateral, de cooperación internacional. En el ámbito de la UE ya se dado una primera señal en este sentido, con la flexibilización del objetivo de déficit, pero todavía puede dar otros pasos y avanzar hacia una mayor coordinación en materia de política fiscal y económica”, ha señalado.
Economía del comportamiento ante la crisis
Por su parte, el experto en economía del comportamiento, Pedro Rey, ha aportado su visión acerca de cómo puede el comportamiento individual y de la ciudadanía en su conjunto contribuir a mitigar los efectos económicos de esta situación de emergencia sanitaria. Para él, “el equilibrio informativo, la gestión de expectativas y la construcción de la confianza son clave”, ha comentado. “Se debe informar con claridad y de manera directa, pero sin alarmismo, para que la ciudadanía pueda reaccionar consecuentemente”, algo que, a su juicio, ha ocurrido con menos agilidad de la que sería necesaria: “hemos pasado de quitarle importancia, diciendo que era poco más que una gripe común, a ver que el Gobierno va a gastar hasta el 15% de su PIB para paliar esta crisis, ha cerrado las fronteras terrestres y estamos todos encerrados en casa”. Por otro lado, “es importante que los portavoces–bien sea el presidente del Gobierno, bien sean expertos sanitarios–no sean percibidos como partidistas y sean capaces de generar confianza y apelar a la acción coordinada”, ha añadido. Sin embargo, también ha advertido que la responsabilidad en la transmisión de información no es solo cuestión de los portavoces, “es responsabilidad de todos los individuos”.
“Muchas de las acciones que se nos está pidiendo el Gobierno probablemente no se van a traducir en efectos en el corto plazo; no veremos una reducción inmediata en la curva de contagio. De ahí la importancia de una buena gestión de las expectativas, que sea capaz de mantener la calma en el comportamiento de la ciudadanía”, ha señalado Pedro Rey. Según el experto, esto también explica las reacciones en el consumo, como la compra masiva de alimentos y productos de primera necesidad: “ante la incertidumbre generada por la crisis sanitaria, necesitamos hacer algo que nos hace sentir bien y en control de la situación”. En este sentido, sin embargo, “nos encontramos ante un cambio de ciclo en el patrón de comportamiento de consumo–hasta ahora más impulsivo–que podría tardar en recuperarse una vez se haya superado la crisis sanitaria”, ha advertido.