El reporte de información no financiera supone un nuevo paso en favor de la transparencia. Además, desde este año, también deberá ser presentado por empresas con más de 250 trabajadores. ¿Cómo han acogido las empresas esta nueva responsabilidad?
Las empresas más grandes ya están más habituadas (ya sea por convicción o por obligación) a reportar y publicar información no financiera / de sostenibilidad, pero desde este ejercicio 2021, la obligación de reporte se extiende a empresas de menor tamaño y que habitualmente no tienen formalizada todavía la gestión de los aspectos ASG (Ambientales, Sociales y de Gobierno).
Por ello, ante este nuevo escenario de reporte, las empresas adoptan básicamente dos estrategias: o bien se plantean el reporte no financiero como una obligación y un mero cumplimiento, reportando lo mínimo exigido por la Ley, o bien entienden esta obligación como una oportunidad de posicionamiento y de poner en valor la contribución de su compañía a la sociedad, así como una oportunidad para tomar mejores decisiones estratégicas y de gestión que les ofrezcan ventajas competitivas en el mercado.
En este segundo caso, afrontar el reporte con esta perspectiva, ofrece una oportunidad triple: por un lado, cumplir con la legislación realizando un ejercicio de reporte que ofrece una primera foto muy buena del desempeño de la compañía en ASG y mejora su posicionamiento; por otro lado, responder a la demanda de mayor transparencia por parte de los grupos de interés no sólo externos, sino también internos, siendo un excelente mecanismo de comunicación interna y de fomentar la vinculación del personal con la compañía y sus valores; y finalmente, el elevar el desempeño en ASG de la organización al más alto nivel de dirección (el reporte no financiero debe ser formulado y firmado por el Consejo de Administración, de la misma manera que se hace con las cuentas anuales), es una palanca decisiva para el aceleramiento en la mejora de la gestión de estos aspectos, tan necesario en el contexto actual, y que puede ser una fuente de diferenciación estratégica para las compañías.
Los pilares de los Estado de Información No Financiera (EINF) son: medio ambiente, aspectos sociales, información sobre el personal de la empresa, derechos humanos y aspectos relacionados con la lucha contra la corrupción y el soborno. Por su experiencia, ¿cree que será complejo para aquellas sociedades que no han elaborado nunca un informe de estas características?
Muchas empresas no están todavía habituadas a realizar un seguimiento de su desempeño en estos aspectos y el primer reto está en que no disponen todavía de mecanismos sólidos de reporte, tanto a nivel de definición de la información a reportar o de las responsabilidades al respecto, como a nivel de contar con sistemas de información a través de los cuales recopilar, calcular y consolidar esta información no financiera.
Asimismo, más allá de este reto operativo en relación con el proceso de reporte, las empresas se topan también con un reto relacionado con la gestión, dado que una compañía que empieza a dar a conocer un abanico amplio de indicadores no financieros, rápidamente se dará cuenta de que necesita definir objetivos que guíen la mejora de su desempeño en relación con esos parámetros y, por tanto, impulsar el cambio y la transformación a todos niveles de la organización, para llegar a alcanzarlos.
¿Considera que con los EINF se aporta un grado suficiente de transparencia o se podría ir todavía más allá?
Los EINFs son un buen ejercicio de transparencia y ofrecen una primera foto de la gestión y el desempeño de las compañías en los aspectos ASG, cubriendo el amplio abanico de temas que abarca la sostenibilidad empresarial. No obstante, el nivel de profundidad con el que reportar cada tema depende de muchos factores como el sector de actividad de la empresa, su presencia geográfica, o los temas materiales relacionados con su estrategia de negocio y las expectativas de sus grupos de interés.
Por ello, no se trata tanto de la “cantidad” de información reportada, sino de su “calidad” y relevancia en relación con las operaciones de la compañía. En este sentido, el camino hacia una mayor transparencia debe ser progresivo y basado en criterios claros, homogéneos y concretos de reporte de los diversos indicadores a informar, fortaleciendo desde el principio la supervisión y control interno de esta información, para asegurar su robustez y consistencia, y contando asimismo con la visión del verificador externo como un aliado imprescindible para asegurar la fiabilidad de la información, aportando la credibilidad necesaria para generar confianza y obtener y mantener la “licencia para operar” desde un punto de vista social.
Esta entrevista forma parte del Dosier Corresponsables: Informes de sostenibilidad, transparencia y rendición de cuentas.